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miércoles, 13 de mayo de 2015

En mitad de camino hacia el Yeltes


Dicen que no hay bueno que no pueda ser mejor ni malo que no pueda ser peor. Y ahí, en medio camino entre un Barravás y un toro bravo que persiguiera los engaños con claridad, quedó la corrida de Pedraza de Yeltes: sin ser lo que el aficionado esperaba, mantuvo el interés. Al lote, en conjunto, le faltó clase en la muleta, sin embargo, peleó bastante bien en el caballo, empujando en el peto con avidez, derribando incluso al picador Tito Sandoval. En éstas, también se cruzó un pellizco de mala suerte: un jaco caído en el ruedo durante una eternidad (4º), un pitón enredado en los atalajes del peto (5º)... Avatares de la lidia. El mejor ejemplar para el torero fue el tercero, "Joya", aplaudido en el arrastre.


Entre los diestros, despuntó una vez más Juan del Álamo, quien toreó primorosamente de capa a esta "Joya" colorada. El comienzo de la faena de muleta entre las rayas resultó igualmente magnífico, de enorme torería, no obstante, toro y torero se fueron diluyendo y el público, bronco para variar, se encaró con el espada salmantino, que mató de una estocada delantera y caída. Saludos desde el tercio. El segundo de su lote llegó desfondado a la pañosa y Del Álamo nada pudo hacer para recuperar la simpatía de la plaza.


Paco Urena también quiso hacerse perdonar tras desaprovechar a aquel Fuente Ymbro de bandera, de nombre "Agitador". En el intento, puso más voluntad que acierto, resultando volteado en tres ocasiones y siendo atendido en la enfermería de dos puntazos. Monumental paliza. Finalmente, Javier Castaño se las vio y se las deseó con los dos torazos de su lote, de más de 600 kilos cada uno. Una pepeleta muy dura que se le atragantó. De su cuadrilla, henchida de valor y amor propio, se desmonteraron Ángel Otero y Fernando Sánchez tras parear al quinto.


A medio camino entre el río Yeltes y la plaza de Las Ventas, quedó la monumental corrida de Pedraza. Seguiremos esperando a que esta joven ganadería pegue el zambombazo en Madrid como ya ha hecho en Dax, Azpeitia o Salamanca. La novelista británica George Eliot escribió que el mejor fuego no es el que se enciende rápidamente.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El desafío ganadero charro

Este domingo se ha vivido en La Glorieta una de las tardes de toros más emocionantes de la temporada. La afición salmantina, que quizá no sea ya muy numerosa pero sí con criterio, venía reclamando desde hacía tiempo una corrida concurso de encastes charros en su plaza. Este año, bajo la gestión de la casa Chopera, el deseo se materializó en eso que ahora llaman “desafío ganadero”, es decir, las divisas no se ordenan por orden de antigüedad a la hora de establecer el orden de lidia, sino que se enlotan según acuerdo previo entre las cuadrillas. Se decidió, pues, que el lote de Antonio Ferrera estuviera formado por los toros del Pilar y Carmen Lorenzo; el de Javier Castaño, del Puerto de San Lorenzo y Pedraza de Yeltes; y el de Eduardo Gallo, de Carlos Charro y Adelaida Rodríguez. De seis, salieron cuatro grandes toros charros, el de Pedraza (premiado con la vuelta al ruedo), El Puerto, Adelaida y El Pilar.


No fue la única alegría de la tarde. También el regreso del Castaño lidiador, templado, valiente que da distancia a los toros y mata bien. Al del Puerto de San Lorenzo, de nombre Cara Seria, Castaño lo toreó al ralentí, con enorme suavidad y torería. No merecía menos el ejemplar de Lorenzo Fraile. El delirio, sin embargo, llegó con Resistente, de Pedraza de Yeltes, al que Castaño colocó tres veces al caballo desde el centro de La Glorieta. Tito Sandoval dio un recital a caballo y la plaza, su plaza, se puso en pie para ovacionarlo en un tercio de varas emocionante y bellísimo. Toda la cuadrilla estuvo espléndida: la lidia de Marco Galán, las banderillas de David Adalid y Fernando Sánchez, sin olvidar la actuación de Fernando Sánchez picando al del Puerto. Castaño, bajo la lluvia y los sones de “Nerva”, cortó este domingo tres orejas en Salamanca a ley.


Sandoval ante el de Pedraza

Le acompañó en la salida a hombros Gallo, que también sorteó un excelente toro de Adelaida Rodríguez, Comilón, encastado, con transmisión y que fue a más en la muleta. Era el ejemplar que cerraba plaza y, el público, emocionado, pidió las dos orejas para Gallo a pesar de que la estocada cayó baja tras una faena un tanto irregular rematada en las cercanías con el ya acostumbrado arrimón. A pesar de salir también en volandas, quien este domingo hizo el toreo, clásico y sin trampa ni cartón, fue Castaño.


Merienda charra: hornazo pa´tos

Finalmente, Ferrera no tuvo su tarde y no se acopló al buen ejemplar del Pilar que abrió plaza. Sombrillo, se llamaba. El extremeño fue el único que abandonó La Glorieta cabizbajo. El resto, toreros, cuadrillas, ganaderos y público, salió entusiasmado a pesar de la lluvia que no cesó en toda la tarde, con ganas de seguir hablando sobre la corrida hasta altas horas de la noche, bajo la estatua del Viti o en tertulias interminables en los bares de alrededor del coso, como antes, como siempre que la casta y la hombría se adueñan del ruedo. ¡Así da gusto ir a los toros!


Tertulia a la salida
 

domingo, 18 de mayo de 2014

El Atlético Gallista. Resumen de la concurso de Talavera

Cuando estaban picando al cuarto toro de la tarde, para más épica un Cuadri, un grito procedente del tendido 2 anunció la noticia: el Atlético de Madrid acababa de ganar la liga. Justo en aquel lugar, en los terrenos del 2 de la plaza de Talavera, hace 94 años y un día, Bailaor cercenaba la vida de Joselito El Gallo.
 
 
El pueblo siempre se ha rendido ante la heroicidad. Por ello, unos minutos después de conocer la victoria atlética, el público de Talavera de la Reina se puso en pie para ovacionar a Tito Sandoval que, ante un Alcurrucén (5º), había protagonizado un tercio de varas memorable. Cuatro puyazos en su sitio con el toro arrancándose desde la boca de riego. Indiscutiblemente, el momento más emocionante de la corrida concurso celebrada este sábado. Su matador, Javier Castaño, fue premiado con una oreja por la faena realizada a aquel Núñez: un trasteo valiente, templado y con torería, afeado por una estocada en los bajos. Al recoger la pelúa, a Castaño le lanzaron una bufanda del Atléti que no dudó en alzar triunfante.
 
 
Otra oreja cortó Fernando Robleño del ejemplar de Fernando Peña que abrió plaza. El madrileño sorteó un lote muy áspero (completado con el Cuadri), al que fue ganándole pasos y terrenos, demostrando su superioridad. Cerraba el cartel Alberto Aguilar, que saldó una buena tarde, con sendas actuaciones de mucho gusto, rematadas, eso sí, de numerosos pinchazos. En el aspecto ganadero (no excesivamente brillante, por cierto), el Alcurrucén (5º), por sus repetidas arrancadas al caballo, se llevó el premio al mejor toro de la corrida concurso, sin embargo, el de La Reina (6º), propiedad de Joselito, tuvo más codicia. Si hubiera sido menos tardo, habría resultado un ejemplar de lío. También destacó el de Cebada Gago (3º), mientras que el bonito jabonero de Prieto de la Cal (2º) no pudo lidiarse tras romperse el pitón contra un burladero, saliendo en su lugar un sobrero de Fernando Peña.
 
Fotos de Fran Jiménez
 
Los defensores de las causas perdidas, a veces, también ganan. Gracias a su espíritu combativo, inasequible al desaliento, a buen seguro, Joselito El Gallo también habría simpatizado con el Atleti.

 

domingo, 16 de junio de 2013

El "arte" a los pies de la cuadrilla de Javier Castaño

Fotografía: Javier Arroyo

"Un caballo sin caballero sigue siendo un caballo, pero un caballero sin caballo es sólo un hombre... a no ser que te llames Tito Sandoval". En dos o tres décadas, si este mundo nuestro tiene algún futuro, un maestro de la talla de Venancio Blanco, inmortalizará a Tito en bronce y titulará su obra: "El centauro charro". ¿Quién dijo que el tercio de varas no es un arte? Pues este jueves, toda una galería de arte -Modus Operandi- le rindió homenaje a un varilarguero, escudado, precisamente, por una escultura de Venancio Blanco en la que un toro está a punto de derribar a un caballo.

 
¿No es un arte llevar al toro cosido en los vuelos de un capote o ir caminando hacia los pitones de la fiera con dos frágiles rehiletes en la yema de los dedos? Los relojes no se paran sólo cuando torea Morante, ni los tarros de esencias se destapan exclusivamente cuando Manzanares empuña la muleta. Basta ya de clichés. Si el arte consiste en emocionar, en conmover al gran público, Tito Sandoval, Marco Galán, David Adalid y Fernando Sánchez son artistas de una pieza. Y lidian su colosal misión con inmensa torería. Incluso a la hora de coger un cigarrillo. Porque ésa es otra cualidad de los artistas: que jamás descansan ni se dan tregua.

Dibujos de Manuel Solís Payá
 
Ya decía Manuel Machado que, antes de poeta, su deseo hubiera sido ser un buen banderillero. Al contemplar a los hombres de Javier Castaño, a sus espartanos, uno comprende y comparte este recóndito anhelo. La tauromaquia es el único arte ejecutado por héroes.
 
LEER LA NOTICIA DEL I PREMIO TAURINO MODUS OPERANDI


[…] Un montón

de correas y de astillas,
y de carne palpitante
y sangrante...
Un fracaso de costillas
con estruendo...
Correajes perforados
y hebillajes
destrozados...
Sangre en tierra...
Polvo, un grito... ¡Una ovación!
Sobre la arena, roja
de sol y sangre, en confusión de rotos
arreos y correas,
derribados se agitan entre el polvo
caballo y picador... Y al palpitante
montón convulso el toro
asesta, rebramando,
el duro cuerno hasta la cepa rojo.

...Y encuentra en el camino
nada..., la orla de un capote, sólo
una figura esbelta que se esquiva
jugando con su enojo...
Que se esquiva elegante,
dejando desde el hombro
pender la rica seda... Y paso a paso
la sigue ciego, absorto,
hasta parar rendido,
el duro cuerno hasta la cepa rojo.

[…] Ágil, solo, alegre,
sin perder la línea
-sin más que la gracia
contra la ira-
andando,
marcando,
ritmando
un viaje especial de esbeltez y osadía...
llega, cuadra, para
-los brazos alzando-,
y, allá por encima
de las astas, que buscan el pecho,
las dos banderillas,
milagrosamente
clavando..., se esquiva
ágil, solo, alegre,
¡sin perder la línea!

(MANUEL MACHADO)

lunes, 3 de junio de 2013

Palmarés de San Isidro 2013: con estos mimbres, el cesto se desfonda


Este lunes navegamos sobre ese limbo taurino que cada año separa la Feria de San Isidro de la del Arte y la Cultura (antes conocida como del Aniversario). Un eslabón perdido en la cadena que, teóricamente, sirve de comodín tras el ciclo isidril para recuperar alguna corrida suspendida a causa de la lluvia. Este mes de mayo, a pesar de que ha llovido mucho y bien -incluso han caído pedruscos de granizo del tamaño de una canica-, no se ha producido ningún aplazamiento, así que los aficionados tenemos la jornada libre para rumiar quiénes han sido nuestros triunfadores de la feria; unos nombres que, por cierto, casi nunca coinciden con los del jurado oficial de Taurodelta.
 

La empresa de Madrid ha decidido que el torero triunfador de 2013 sea Alejandro Talavante por su actuación durante la corrida de Victoriano del Río, en la que salió a hombros. Como los números nunca han sido mis amigos y suelo sufrir amnesia con el recuento final de orejas, propongo como triunfador de San Isidro a la antítesis extremeña de Talavante: me refiero a Antonio Ferrera. Si durante la encerrona con los Victorinos del pasado 18 de mayo, Talavante dejó al descubierto sus carencias en la lidia y sus dificultades a la hora de torear cualquier animal que no proceda del encaste Domecq, Ferrera -que sorteó una corrida del Cortijillo y otra de Adolfo Martín- ha sentado cátedra como lidiador y conocedor de los terrenos y distancias del toro, provenga de la ganadería que provenga. Si en estos momentos regentase una ganadería, pelearía con uñas y dientes para que Ferrera lidiase mis toros.
 

Coincido, en cambio, plenamente con la decisión del jurado de Taurodelta a la hora de premiar a Ivan Fandiño como el autor de la mejor faena por su lucha cuerpo a cuerpo con "Grosella" de Parladé. Ésta fue una oreja de las que no se olvidan, cortada a fuego, durante un enfrentamiento emocionante que le costó una cornada grave. El de Orduña venía mentalizado este San Isidro para darle la vuelta a la tortilla e impedir que las empresas volvieran a regatearle el pan: "en mi hambre mando sólo yo". Aquella determinación sólo tenía dos finales posibles: Puerta Grande o hule. Tocó lo segundo.
 

En el capítulo ganadero, mientras que el tribunal "oficial" ha premiado a Victoriano del Río, en mi palmarés particular, el premio a la mejor corrida, por presentación y comportamiento, se lo llevaría Adolfo Martín. Supongo que, como en cualquier certamen, estas diferencias se producen por una descoordinación en los criterios evaluadores. En Miss España, por ejemplo, algunos miembros del jurado se fijan en los pies de las concursantes, otros en el vigor de su busto y, los menos, en las facciones del rostro. De igual manera, en los toros, unos nos decantamos por la casta y la bravura, y otros por la toreabilidad, la enganchabilidad y la pulseabilidad. Usando como vara de medir el mismo criterio de la casta y la bravura, me veo obligada a dejar desierto el premio al mejor toro, puesto que ninguno ha cumplido de forma sobresaliente en los tres tercios (el que más se acercó fue "Marinero" de Adolfo y, seguido bastante de lejos, estuvieron "Bustillo" de José Escolar, "Pampero" de Alcurrucén y "Dulcero" de Pedraza de Yeltes).
 

Finalmente, un galardón en el que todos coincidimos, tanto los amantes de los tobillos como los del busto, es el que reconoce la labor de la mejor cuadrilla, que este año, tras su apoteósica vuelta al ruedo la tarde de los Cuadris, ha recaído en la de Javier Castaño: Tito Sandoval (mejor picador), Marco Galán (mejor brega), David Adalid y Fernando Sánchez, ex aequo (mejor par de banderillas). Aunque, un año más, tampoco olvido la torería de Luis Carlos Aranda.
 
 
De cualquier manera, salvando los citados reconocimientos, e incluso sumando detalles de Javier Castaño, Alberto Aguilar, Fernando Robleño, David Mora o Juan Bautista durante la interesante corrida de Fermín Bohórquez, estos mimbres son muy escasos para soportar un abono de treinta tardes. O la cosa cambia o mucho me temo que el cesto se desfonda. Veremos, dijo un ciego, qué nos depara la Feria del Arte y la Cultura. Si salen toros bravos y toreros dispuestos, podemos, incluso, ahorrarnos el arrebato artístico y cultural. Menos pipas y más emoción.

domingo, 2 de junio de 2013

Crónica del 1 de junio: "¿Viva Cuadri manque pierda?"


Dura poco la alegría en casa del pobre. Si el jueves nos esponjamos con la corrida de Adolfo Martín, el sábado nos tiraron el jarro de agua fría con la de Cuadri. Algunas tardes uno vuelve a casa con ganas de aficionarse a otra cosa. Al ganchillo, por ejemplo, que da menos "inrritaciones", como dicen en el sur. Los Cuadri son los primeros que no se dan coba y, al poco de arrastrar a su último toro, Antonio, sobrino de Fernando, publicó estás declaraciones en Twitter: "Decepcionado. Corrida sosa y descastada... lejos de lo buscado y esperado. Lo típico es decir: esto es así, pero te quedas jodido igual". Tienes razón, Antonio. Salvando la presentación: la corrida fue mala sin paliativos: muy atacada de kilos, ha manseado en todos los tercios y no ha salido ningún toro bravo. ¿Para qué negar la realidad? Uno debe ser duro con aquello que quiere. Sin embargo, con ganaderos como vosotros, tan íntegros, tan de una pieza, ¿cómo vamos a tirar la toalla? Ahí seguiremos, a las duras y a las maduras, por todos los San Isidros excepcionales que nos habéis ofrecido. Y los que vendrán.
 
Lo que sí me preocupa es que se aplauda en el arrastre un toro como el cuarto, el famoso castaño Brigada. Esto sólo es posible en una afición voluble y sin criterio. Mal la corrida, pero peor el público de Las Ventas, muy caprichoso y con "cuadrimanía" aguda.
 

Sensacional, una vez más, la cuadrilla de Castaño que, gracias a la generosidad de su matador, ha dado una apoteósica vuelta al ruedo tras la lidia del quinto, el mejor toro del conjunto. Qué emocionante ha sido ver a la plaza en pie, batiendo palmas y arrojando sombreros a Tito Sandoval, Marco Galán, David Adalid y el certerísimo Fernando Sánchez. Una estampa de otra época. Si lo pensamos fríamente, ellos han sido los auténticos triunfadores de este San Isidro: ¿qué otro torero ha puesto boca abajo a Las Ventas dos tardes?
 

Sobre los matadores que lidiaron los Cuadris, tan sólo unas breves notas. Fernando Robleño, haciendo gala una vez más de la falta de suerte que le caracteriza, pechó con el peor lote. Anduvo espeso y le faltó picardía para recortar y quebrantar más a sus toros con el capote. A causa de ello, luego, en la faena de muleta, encaró múltiples apuros. Fulminante fue su estocada a Brigada: dejó patente su deseo de quitarse de en medio a ese toraco de casi seis años. Javier Castaño, que toreaba con la mano derecha lesionada tras la corrida de Adolfo, no consiguió rematar la euforia colectiva que desató su cuadrilla. Sorteó los dos toros con más opciones -ni mucho menos fueron buenos- y, aunque estuvo valentísimo, no logró cuajar sendas faenas que se diluyeron al marrar con la espada. Sufrió, por cierto, un pitonazo en la nariz poco antes de despachar al quinto. Luis Bolívar nada pudo hacer con el tercero y quizás le faltó lanzar la moneda con el sexto, al que toreó bien de capa, aunque el público apenas se percató. Sospecho y lamento que algunos aficionados se pondrán de parte de los toros y harán sangre con esta terna que ha tenido la dignidad de lidiar y estoquear a los Cuadris.
 
Personalmente, sigo siendo partidaria de los Cuadris y de Robleño, Castaño y Bolívar. A pesar de los disgustos, y aunque sea una decisión irracional, mientras queden ganaderos y toreros como ellos, el ganchillo tendrá que esperar. Cuestión de temperamento.
 
  

viernes, 31 de mayo de 2013

Crónica del 30 de mayo: coincidencias temporales y carnales


Del mismo modo que San Pedro Regalado es el patrón de los toreros, no resultaría descabellado nombrar a San Fernando como patrón de los aficionados. Si para presenciar un emocionante día de toros en Las Ventas es necesario que los caprichos del destino hagan coincidir en el calendario la festividad de San Fernando, el Corpus y la corrida de Adolfo Martín en una plácida tarde otoñal casi a las puertas del verano, que así sea, hágase su voluntad así en el albero como en el cielo. Finalmente, se obró el milagro: afición reconquistada tras veinte fechas de fiascos. Y no se piensen que este jueves se abrió la Puerta Grande, que las orejas llovieron como el maná o que salió un toro de bandera. En absoluto. Los caminos de la auténtica Tauromaquia son inescrutables.
 
 
En este prodigio fueron cruciales, por supuesto, los bellos ejemplares que trajo Adolfo Martín, con tres de nota -primero, cuarto y sexto-, pero no menos meritorios fueron los tres matadores que se pusieron delante, de enorme dignidad y categoría. Es decir, que ayer no sólo se produjo una coincidencia temporal (San Fernando y Corpus Christi) sino también una carnal, de toros y toreros.
 
 
Antonio Ferrera (ovación y oreja) estuvo inmenso, torerísimo, dominando todas las facetas de los tres tercios, en lidiador, poderoso, cuajado y siempre atento. Tuvo detalles que reflejaron su categoría, como unos pares de banderillas ajustadísimos hacia los adentros -previamente, se había colocado el toro en suerte él mismo-, su maestría a la hora de llevar el animal al caballo -los suyos y el de su compañero Castaño-, la forma de fijar al Adolfo durante el segundo tercio protagonizado por David Adalid y Fernando Sánchez o la estocada al cuarto, Baratillo, al que le cortó una oreja. Magistral y emocionante la tarde del extremeño desde que salió por la puerta de cuadrillas hasta que volvió a entrar por ella. Puede con lo que se le ponga por delante.
 
 
En el sexto toro, Marinero, ovacionado de salida, se produjo otro momento de comunión entre un toro que, cuando se arrancaba, daba gloria verlo, la auténtica lidia, la generosidad de Javier Castaño (silencio y vuelta al ruedo), la excelencia de su cuadrilla y la entrega de la afición. Que Tito Sandoval es el picador más espectacular del actual escalafón no hay ya quien lo niegue. Y que es el único capaz de hacer mover un caballo que, habitualmente, avanza la distancia que separa a tres baldosas, tampoco. Palpitante el tercio de varas de Marinero, a pesar de que en los dos primeros puyazos, al charro se le desvió algo la mano. Quienes sí clavaron en el sitio perfecto y terminaron de poner la plaza boca abajo fueron Adalid y Sánchez. ¿Tan difícil resulta devolvernos a los aficionados los tres tercios de la lidia? Sea como fuere, nuestra gratitud a Castaño que, tras recibir una cornada en la mano durante la faena a su primero y de pasar a la enfermería donde le anestesiaron, salió a torear, y sin mirarse, a Marinero. Doble mérito. O triple. Prueben a coger los trastos con una mano "muerta", sin sensibilidad. Quizás a causa de este percance, a la faena le faltó algo de mando, y el Adolfo -que tenía un buen pitón izquierdo- se fue con la oreja puesta.
 
 
Alberto Aguilar (saludos y silencio), que sustituía a Iván Fandiño, otro de los triunfadores indiscutibles de este San Isidro, pechó con el peor lote: soso el tercero y con peligro el quinto.
 
Fotografías: Juan Pelegrín
 
El refranero es sabio y en Las Ventas comprobamos que hay tres jueves al año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión. Nadie cuenta, sin embargo, que, parte de ese brillo se debe a la casta de los toros de Adolfo Martín y a los tres toreros que, con sus correspondientes cuadrillas, les plantaron cara. A la salida, por los vomitorios de la plaza, se escuchaba:

- ¡Por fin una tarde de toros! ¡Y sin cortar quince orejas!
-  Si es que los aficionados nos conformamos con tan poco...

No tan poco, oiga.