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domingo, 25 de noviembre de 2012

El café de los ganaderos charros


Los lunes de mercado, cuando se instalaba el mercado de animales en los bajos del Puente Romano de Salamanca, los ganaderos charros se reunían al mediodía en el Café "Las Torres". Alrededor de su barra, alargaban la compra-venta hasta la hora del almuerzo. Algunos novilleros caninos también se dejaban caer con disimulo por si cazaban al vuelo la fecha de un tentadero.


El 11 de mayo de 1946, don Luis Nieto González compró el café, que hasta ese día había pertenecido a las hermanas García Hernández, doña Josefa y doña Romana. El traspaso costó 750.000 pesetas y la renta se fijó en 2.250 al mes. El local, inaugurado en 1927, se encontraba en la Plaza Mayor de Salamanca, en el mismo flanco que el histórico "Novelty".


Así anunció la agencia Company el traspaso de "Las Torres":
 
"Salón bien puesto; simétricamente REGULAR, y en el mejor sitio de Salamanca, PLAZA MAYOR.
Tiene 62 mesas con 200 sillas y está rodeado todo él de magníficos divanes. Cuenta con una magnífica BARRA instalada con todo detalle y perfección más moderno que existe. Su cafetera es OMEGA y de ocho tazas.


GASTOS
:
Trabajan 8 camareros, a 60 ptas. cada uno.
2 hechadoras a 50 ptas. cada una.
2 fregadoras a 220 ptas. cada una.
Cuenta con instalación perfecta y muy moderna, y de HELADORAS marca YOR LIMAN.
Vende anualmente sobre 800.000 ptas. largas pero esta cifra puede pasar del 1.000.000 ptas. si el que lo compra sabe manejar el negocio".


Poco después del traspaso a Luis Nieto, el Café "Las Torres" ya tenía una canción:

"Date prisa, no te pares,
corre, corre, corre, corre,
a ver si encontramos mesa
en el gran Café Las Torres.

No es posible, si se prueba,
que de la mente se borre
lo bien que se pasa el rato
en el gran Café Las Torres.

Don Luis, lo vigila todo
con su numerosa prole
y atienden a los clientes
empleados de ole y ole.

Los artistas que allí actúan
son estrellas en su arte
y la orquesta que dirige
Betoré, es formidable".


Al fondo del Café, había un escenario donde, cada tarde, la orquesta "Las Torres" acompañaba a una famosa tonadillera... En abril de 1951, Seguros La Providencia encargó un gran banquete al que asistieron 215 comensales, la cifra más alta alcanzada hasta entonces en la ciudad.


Don Luis, dipuesto a tirar la casa por la ventana y deseoso de que su nuevo negocio se convirtiera en la sensación de Salamanca, viajó a Madrid en busca de un maestro repostero, Federico Alfonso. En 1957 creó la colosal tarta "Charros", de 150 kilos, hecha con placas de cobertura blanca sobre crocante y caramelo. La pareja de charros que coronaba el pastel era una sorprendente figura de mazapán que pesó cerca de 30 kilos.


La cafetería "Las Torres", que aún pertenece a la familia Nieto y no se ha movido del número 26 de la Plaza Mayor, es famosa en el siglo XXI no por su ambiente taurino, sino por su bollería y  consistente chocolate con churros. Estos provienen de un obrador contiguo al local, fundado en 1955. A principios de los 70, el histórico negocio sufrió una importante remodelación, aunque se respetó el llamativo relieve de la entrada: dos mujeres desnudas que dan la bienvenida al visitante.

martes, 9 de octubre de 2012

Así de easy: calentitos hasta en la China


Leo en el suplemento de moda de El País (¡sí, lo reconozco: me gustan las publicaciones de moda!) un artículo titulado: «Por qué lo llaman "cookie" cuando quieren decir galleta». Trata sobre la proliferación de términos anglosajones en este pastiche que algunos llaman spanglish, aunque el término adecuado sería, sin ambages, terrorismo lingüístico. Resulta gracioso porque esta supuesta modernidad lleva siglos empleándose en Gibraltar a través del entrañable llanito. Por ejemplo: la expresión "tienes una llamada" se traduce como "hay un call pa´ti". Más casos prácticos: "plomero" (del inglés "plumber") significa fontanero; "queki" (de "cake"), pastel; "antorcha" (de "torch"), linterna;  "lanche" (de "lunch"), almuerzo; o "dar una apología" (de "apology"), disculparse. Así de easy, que los gibraltareños lo tienen tó inventao. Pero volvamos al artículo del país:

«Uno de los sectores donde más se usan términos anglosajones es en el de la alimentación. Ya no comemos patatas fritas, sino chips; ni horneamos magdalenas, sino cupcakes o muffins; o preferimos snacks de nugget a aperitivos de pollo frito. Pero ¿por qué da la sensación de que el mismo alimento sabe mejor en inglés que en español? “Para los nuevos consumidores una galleta Fontaneda es la que compraban sus abuelos. Sin embargo, una cookie es una galleta moderna, que está mucho más de acuerdo con su estilo de vida, con su lenguaje... Llamar cookie a una galleta es una seña de identidad igual que llevar un determinado corte de pelo o un estilo de indumentaria”, opina Luis Sánchez Villa, profesor de Marketing de Esic».


Estos modernos, sin embargo, no tienen lo que hay que tener para rebautizar a los churros. ¡A los calentitos de toda la vida, vaya! Escribe Antonio Burgos: «En cada puerta de Sevilla había una capillita con una devoción mariana, una cartelera de toros y un puesto de calentitos». A ver quién es el guapo, con sus señas de identidad por montera, que llama a este desayuno del pueblo "hotys" o "churrings".

Charo, la churrera del Puerto de Santa María:
"Los churros son mi felicidad, cuando me muera seguiré
haciendo churros para todos los muertos que estén allí"

«¿Habrá algo más mediterráneo que el rabo del Minotauro de Creta, que es el único que le falta por cortar a Jesulín de Ubrique esta temporada? No sé si será dieta mediterránea, pero estas mañanas de agosto me encanta desayunar café con calentitos, como les llamamos los sevillanos a los churros; que churros les llamamos a otras cosas, la política económica del gobierno y así» (leer más).


«Juana ha dicho que de churros, nada, que eso es de Despeñaperros para arriba. Que aquí abajo, según las comarcas, son calientes, calentitos, jeringos, tejeringos, tallos, porras. Aquí un churro es una cosa muy malamente hecha, nunca un calentito o un jeringo. Aquí churro es un churrete en el habla» (leer más).




«En la Casa de Soria, está el mayor defensor del habla sevillana que he visto. Estaba la otra tarde, con mi bandeja de calentitos por delante, en la barra, cuando llegó una señora de las que allí paran a merendar con las amigas y dijo la palabra maldita, la voz invasora: churro. La señora pidió:
-Media de churros.
Pero el meritísimo defensor del habla andaluza, de la propiedad de sus voces y de los calientes sevillanos, al ordenar la comanda a la cocina a través del torno, hizo la perfecta traducción simultánea:
-Que sea media más de calentitos» (leer más).
Diga usted que sí, don Antonio: al pan, pan, y al calentito, calentito. Ahora los orientales han dejado de lado los rollitos de primavera para darle al churro: la mítica chocolatería San Ginés, la buñolería Modernista de Max Estrella y Don Latino, aterriza en Shangái, aunque los dulces también se servirán con queso y mole picante (¡¿?!). Allí tampoco usarán la bonita palabra "calentitos", ni "hotys", ni "churrings"... en China serán "xuanlezi" (lo que crece alegremente dando vueltas). Pero los chinos no conocen el verdadero secreto de unos buenos calentitos: hay que usar harina vallisoletana. Lo dice un paisano mío que lleva su churrería, "Los Especiales", por las ferias de España, de norte a sur y de este a oeste... ¡incluso a Gibraltar! No todas las harinas valen para churros y, la que emplean para los rollitos, me da mala espina.

«Igual que los chinos ponen en Sevilla sus tiendas de chinos, Pedro Trapote ha plantado su calentería y chocolatería de San Ginés en Shangai, en un centro comercial del histórico distrito de Hongkou, al lado del estadio de fútbol del Shangai Shenhua de la Superliga china, donde juega el actual equipo de Drogba y Anelka bajo las órdenes del argentino Sergio Batista. Y como a este Trapote no hay quien lo pare, tras Shangai piensa abrir más calenterías madrileñas en Pekín, Cantón, Suzhou, Hangzhou, Shenzhen, Wuhan y Chengdu» (leer más).


«Escena cuarta. Noche. Máximo Estrella y Don Latino de Híspalis tambalean asidos del brazo por una calle enarenada y solitaria. Faroles rotos, cerradas todas, ventanas y puertas. En la llama de los faroles un igual temblor verde y macilento. La luna sobre el alero de las casas, partiendo la calle por medio. De tarde en tarde, el asfalto sonoro. Un trote épico. Soldados Romanos. Sombras de Guardias: Se extingue el eco de la patrulla. La Buñolería Modernista entreabre su puerta, y una banda de luz parte la acera. Max y Don Latino, borrachos lunáticos, filósofos peripatéticos, bajo la línea luminosa de los faroles, caminan y tambalean».