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miércoles, 7 de octubre de 2015

La decoración taurina de Robert Redford

La otra noche, volví a ver Habana, aquella película dirigida por Sidney Pollack y protagonizada por un irresistible Robert Redford en 1990. 


Redford es un jugador de cartas que llega a Cuba para jugar la partida de póker de su vida. Allí, entre mojito y mojito, se deja seducir por una mujer casada con un castrista a las puertas de la revolución de 1959. El tipo no se resiste a los encantos de la chica (Lena Olin) y, en el primer tercio de la película, ya la lleva a su casa con la excusa de hacerle el desayuno. Aunque cuesta trabajo desviar la mirada de Redfort mientras bate unos huevos, tras él, en la pared de su apartamento, se ve un cartel taurino: plaza de toros de Palma de Mallorca, 13 de julio de 1958. Ganadería de Duque de Pinohermoso para Manolo Vázquez, Gregorio Sánchez y Luis Segura. Y es que hay hombres perfectos incluso a la hora de decorar el salón.


Inevitablemente, y salvando las distancias, la Habana de Pollack recuerda a la Casablanca de Curtiz: un americano lejos de su país, una historia de amor imposible y un ambiente de guerra/revolucionario. Para más inri, Lena Olin es sueca, como la Bergman. Al final, ni Bogart ni Redford se quedan con la chica. Las películas que acaban mal tienen un encanto especial.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Casablanca 2 (¿siempre nos quedará París?)

Leo en el New York Post que la Warner Bros. (los mismos que van a construir la cubierta de Las Ventas) están maquinando una secuela de la mítica "Casablanca" y los pelos se me ponen como escarpias. ¡No la toquen ya más, que así es la rosa! O, como gritaría Tejero, ¡quieto todo el mundo! En el periódico neoyorkino aseguran que los partidarios de la película llevamos 70 años preguntándonos qué fue de Rick e Ilsa. Juro por Dios que no: en primer lugar, porque no habíamos nacido; y en segundo, porque es mejor no cuestionar los caprichos de la vida y sus circunstancias, ni siquiera en el cine.


En el guión de "Return to Casablanca",  Ilsa, que ha vuelto con Laszlo a los Estados Unidos, da a luz a un niño, un hijo de Rick, al que llaman Richard. Laszlo, que es bastante calzonazos, adopta a la criatura y la trata como si fuera fruto de sus entrañas. Ricardito crece y se convierte en un buen mozo muy parecido a su verdadero padre, aunque más sensible y moderno. Tras escuchar las aventuras de Rick, le entran unas ganas locas de conocerlo personalmente, así que, a comienzos de los años 60, viaja a Casablanca. Sin embargo, aquello está tomado por los árabes y el panorama pinta mal. Un viejo camarero le cuenta a Ricardito que los nazis explotaron el café de su padre cuando Ilsa y Laszlo huyeron, pero el paradero de Rick -al que algunos vieron combatir en el Norte de África- continúa siendo un misterio.

Ricardito, a diferencia de su padre, tendría que ser un enemigo público del tabaco:
en Hollywood ya no se fuma

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La respuesta perfecta la tendría Juan Belmonte en el filo de los labios: "Mu faci, endegenerando".  El tiempo pasa (as time goes by), la industria cinematográfica se arruina a ritmo galopante y a algún iluminado se le ha ocurrido sacar tajada de los réditos del Hollywood dorado. Si eligen a un guaperas metrosexual para interpretar a Ricardito, quién sabe, tal vez la secuela tenga cierto éxito de taquilla. En cualquier caso, no me gusta nada como caza la perrina.

Ya puestos, me quedo con esta versión: "Carrot Blanca"

jueves, 20 de septiembre de 2012

Promesas de rebecas y franelas

El otoño llegará a las 16.49 horas (hora peninsular) de este sábado, 22 de septiembre, y durará 89 días y 20 horas. La estación acabará el 21 de diciembre con la llegada del invierno.

"El día es más solemne y más sereno
al declinar la tarde. En el otoño
hay brillos en el cielo, hay armonías
que el ardoroso estío desconoce
como si fueran algo inexistente"
(Shelley)


"El otoño es la estación preferida de los conversos. Detrás del cobrizo manto de las hojas, bajo el oro que comienzan a taladrar invisibles gusanos, mensajeros del invierno y el olvido, es más fácil sobrevivir a las nuevas obligaciones que agobian a los recién llegados a una fresca teología. Hay que desconfiar de la serenidad con que estas hojas esperan su inevitable caída, su vocación de polvo y nada. Ellas pueden permanecer aún unos instantes para testimoniar la inconmovible condición del tiempo; la derrota final de los más altos destinos de verdura y sazón" (Álvaro Mutis).

Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon coeur
D'une langueur
Monotone.

(Escuchar la maravillosa versión de "Chanson d´automne" de Charles Trenet)

"Alrededor del seis de octubre, las hojas suelen empezar a caer, en sucesivos chaparrones, tras una lluvia o una helada, pero la principal cosecha de hojas, el súmmun del otoño, suele ser alrededor del dieciséis. Las calles están cubiertas por una capa espesa de trofeos, y las hojas caídas de los olmos crean un pavimento oscuro bajo nuestros pies. Tras uno o varios días especialmente cálidos del veranillo de San Martín, percibo que es el calor inusual lo que provoca, más que nada, la caída de las hojas, quizá cuando no ha habido lluvia ni heladas durante un tiempo. El calor intenso las madura y marchita repentinamente, igual que ablanda y pone a punto a los melocotones y otras frutas y las hace caer" (Henry David Thoreau).


Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Tu vois, je n'ai pas oublié
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Les souvenirs et les regrets aussi.


"Yo recordaba nebulosamente aquel antiguo jardín donde los mirtos seculares dibujaban los cuatro escudos del fundador, en torno de una fuente abandonada. El jardín y el Palacio tenían esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y del amor. Bajo la fronda de aquel laberinto, sobre las terrazas y en los salones, habían florecido las rosas y los madrigales, cuando las manos blancas que en lo viejos retratos sostienen apenas los pañolitos de encaje, iban deshojando las margaritas que guardan el cándido secreto de los corazones. ¡Hermosos y lejanos recuerdos! Yo también los evoqué un día lejano, cuando la mañana otoñal y dorada envolvía el jardín húmedo y reverdecido por la constante lluvia de la noche. Bajo el cielo límpido, de una azul heráldico, los cipreses venerables parecían tener el ensueño de la vida monástica. La caricia de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y la brisa trazaba en el terciopelo de la yerba, huellas ideales y quiméricas como si danzasen invisibles hadas" (Valle-Inclán).

Inverno não ainda mas outono
A sonata que bate no meu peito
Poeta distraído cão sem dono
Até na própria cama em que me deito.


"Anteayer mismo, por la ventana abierta a través de la que veía un cielo grisáceo que trileaba con lluvias, entraba un aire que pretendía venderme promesas de rebecas, franelas, haz de luz de una lámpara baja, camilla, taza de té, tortas de aceite de Ochoa y lecturas gustosas. No me creí los grises, ni esperé oír caer la lluvia, ni le eché cuenta al mentiroso vendedor de escalofríos que invitan a recogerse. Hice bien. Ayer, mientras escribía este artículo, a través de esa misma ventana se veía un cielo desafiantemente azul y entraba el sol derramando la melaza caliente de otro día de bochorno. Hagan como yo. No se fíen de estos breves frescores, de estas lluvias impuntuales y perezosas, de estos nublados mentirosos, de estas promesas de otoño. Son tan falsos como las avanzadillas de la primavera que se aparecen, por sorpresa, un medio día de febrero para desvanecerse inmediatamente" (Carlos Colón).


The fundamental things apply
As time goes by...

lunes, 10 de septiembre de 2012

La educación del paladar: los toros con mucho hielo y limón

El otro día hablaba con un aficionado de la preocupante pérdida de encastes y ganaderías bravas. Yo le decía que ahora el 95% de los toros desarrollaban un comportamiento similar (se movían mucho, embestían "sin molestar" al torero, apenas miraban, eran dulzones, pastueños y noblones con unas arrancadas, a veces, teledirigidas). Al no generar emoción ni sorpresa, estos animales acababan aburriendo al que pagaba su entrada religiosamente cada tarde. Supongo que, por mucho que me guste "Casablanca", si todas las veces que fuera al cine escuchase a a Rick decir: "De todos los bares de todas las ciudades de todo el mundo, entra en el mío", terminaría cansándome y gritaría: "Bogart, ¡¡¡jartible!!!". Con los toros, tanto de lo mismo.


Antes había un abanico de encastes que daban toros diametralmente diferentes en fondo y forma: Santa Colomas, Saltillos, Buendías, Veraguas, Atanasios-Lisardos, Núñez, Contreras, Murubes, Vega-Villares, Domeqs... En los últimos años, la inmensa mayoría de hierros que se lidian en las ferias proceden de esta última rama -Domecq- y, concretamente, de media docena de casas: Núñez del Cuvillo, Garcigrande, Victoriano del Río, Jandilla, Zalduendo y Juan Pedro Domecq/Parladé.

Cuando comentaba esto, mi interlocutor, un aficionado andaluz amante de las metáforas, me respondía: "Aquí gusta el vino más flojito, con hielo. Se estila el rebujito y el tinto de verano. No le eches la culpa al que pide Don Simón, el mercado es así". Entendí que en su conversación un Don Simón equivalía a un Zalduendo. Protesté un poco... ¿Qué pasaba con un reserva, por ejemplo, con un José Escolar o un Cuadri? "No es bueno que te aferres a un vino de una cosecha antigua. A algunos paladares actuales no les entra. Si mi paladar no admite tu vino, no me obligues a beberlo: me sienta mal. Y ojo: cuando un reserva está bueno, yo me lo bebo un día... pero me es más fácil tener y beber Barbadillo. Inteligencia de bodeguero". 

"Arrojado" de Cuvillo, el súmmum del rebujito

El amante del Barbadillo tenía toda la razón: vivimos en la sociedad del Rebujito Sarandonga. Los bebedores (toreros) también prefieren el Barbadillo y lo sirven en cada feria donde hacen el paseíllo. Lo fácil y fresquito, el cortito con sifón, entra mejor. El paladar se infantiliza: de primero macarrones con tomate, de segundo pizza y de postre helado de fresa. 
Por cierto, ha nacido la "pizza de paella"

Hace unos meses, leí la siguiente afirmación del director del Observatorio de la Alimentación:“Hoy día observamos una infantilización de los paladares porque las personas han crecido sin familiarizarse con otros sabores y se han quedado con sus gustos originales, que es la afición a lo dulce". “Antes lo que más se consumía era la sopa de fideos, que ahora ha sido desplazada por las cremas de verduras y, especialmente, por la de calabaza y verduras mediterráneas, que son las más dulces; en cambio, ni lo picante ni lo amargo figuran entre las predilecciones de los españoles. Los consumidores saben que han de comer más verdura y optan por las cremas, que es la forma más fácil de consumirla”, afirmaba en el mismo artículo Jaume Drudis, director culinario del grupo Unilever.

Dulce y blandito como los Garcigrandes... empeñarse en la punzante acidez de un Rioja atemperado (Miuras, Cuadris, Victorinos, Ibanes, etc.) sólo nos producirá una úlcera.