A contraquerencia de los tiempos. Este es un lugar pasado de moda, irremediablemente demodé; como una taberna aislada en la era de los pubs y las discotecas: vacía, silenciosa, sombría, con el dueño acodado en la barra, ataviado con su mandil, entre el olor a madera y vino. Este blog es como esa taberna, condenado a desaparecer.
El 5 de enero es el día de los caramelos; los que arrojan con brío Sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, durante la cabalgata. Tras la dulce metralla real, los niños se lanzan al suelo para aumentar su botín de dulces, terminando el desfile con un colosal entripado. Pero también hay caramelos que gustan a los adultos...
A comienzos de los 70, los hermanos José y Delfín Amaya, familiares de la genial bailaora Carmen Amaya, versionaron el tema Caramelos a ritmo de rumba. La canción, con cierto toque erótico y picarón, fue un enorme éxito.
Mira, nenita, yo traigo unos caramelos,
si tú los pruebas, chiquita,
te comes hasta los dedos.
Los traigo de coco y piña,
de limón y menta, nena,
de piña para las niñas,
y limón para las viejas.
Y hablando de caramelitos de menta que elevan los espíritus a primera hora de la mañana, imposible pasar por alto la farruca, también picantona, de Ochaíta y Solano compuesta para Marifé de Triana a finales de los 60.
Ay, bésame,
besa,
bésame en la
cara,
caramelitos de
menta
por la noche y la
mañana.
Ay, bésame,
besa,
bésame en los
labios,
caramelitos de
menta
por la mañana
temprano.
La canción sobre caramelos -en este caso, piruletas- más depravada de la historia de la música fue maquinada, por supuesto, por Serge Gainsbourg. Corría el año 1966 cuando l'Enfant Terrible le pidió a la inocente France Galle que le explicase por qué le gustaban tanto las piruletas, sin que ésta sospechara el doble sentido erótico de la letra. Si el texto dejaba dudas, el vídeoclip las disipó.
"En la lucha por puro prestigio, el hombre se hace reconocer por el hombre" (Kojève)
En comparación con las armas de fuego, que ponen distancia al duelo, las armas blancas tienen la ventaja de la cercanía y la inmediatez. Un hombre puede matar a otro mirándole a los ojos. Por eso, cuchillos, espadas, puñales y navajas han sido, desde siempre, el armamento del pueblo español. Y de la canción andaluza. Los compositores de copla tomaron el testigo de Lorca, autor de aquel poema titulado "Herido de amor":
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota, y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy malherido,
herido, de amor huido.
¡Herido! ¡Muerto de amor!
En 1943, Rafael de León escribió "La baladilla de los tres puñales" para su libro Jardín de Papel. Al leerla, el maestro Juan Solano le puso música y fue estrenada en 1964 por Marifé de Triana con enorme éxito. Recientemente, Miguel Poveda ha grabado una versión soberbia.
He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
También para Marifé, y en el mismo año de 1964, Valerio y Solano compusieron "Cuchillito de agonía".
Cuchillito, cuchillito pa´mi muerte...
No pidas, tormento mío,
que deje yo de quererte.
Pero volvamos a las puñaladas, asestadas tanto por hombres como por mujeres, como la que pegaba bajo unos soportales "La Guapa", después de que un hombre la humillara por ser una mujer "de mal vivir". La canción fue estrenada por Conchita Piquer en 1947 durante su espectáculo llamado... ¡"El Puñal y la Rosa"!
Y una guapa te paró,
sólo por eso... ¡por guapa!
Y un cuchillo te clavó
y la sangre chorreó
en el embozo de tu capa.
Ya he perdido hasta mi nombre,
no es Mercedes ni es María,
que la sangre de ese hombre
otro nombre me ponía.
En el pueblo llano, las grandes traiciones siempre se han vengado con la punta de un cuchillo... o con tres puñales atravesados. "Mañana sale" fue compuesta por Rafael de León para Concha Piquer, que se cortó la coleta tras cantar esta complicada copla sobre una lotera despechada.
¿A quién le vendo la suerte?
¡Mañana sale y está premiao!
Mis ojos tienen que verte
con tres puñales atravesaos.
Decían de la bailarina y actriz Lola Montes que tenía en los ojos puñales con los que iba matando a los hombres más cabales. Así lo recogió en 1942 Rafael de León en su bellísimo pasodoble dedicado a aquella irlandesa de clisos claros que enamoraron hasta al rey Luis I de Baviera.
En este repaso por las armas blancas del repertorio coplero, no podemos dejar en el tintero "Cuchillo y espada", nueva obra de Rafael de León y Juan Solano, popularizada a comienzos de los 70 por Rocío Jurado, que solía interpretarla con un espectacular vestido de noche.
Toda la noche entre sueños he sentido las navajas navegando por mi sangre igual que peces de escarcha.
[...] Espada, chuchillo, dentro de un miedo amarillo, cuchillo, espada, espero tu puñalada...
¡mátame!
Poetas como Rafael de León o Xandro Valerio superaron, con mucho, a García Lorca. Como muestra este botón coplero, que parece patrocinado por una empresa de acero inoxidable. No existe mejor forma para cerrar el interminable y trágico duelo con armas blancas que recordar aquella estrofa de "A tu vera"...
¡Cuántos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos!
Miguel Hernández
Siempre, por este mes, al solano último de agosto, a la lluvia temprana, al calor postrero y apretado, comienza a caerse la aceituna. De buenas a primeras, una mañana, aparecen inexplicablemente los primeros puntillos verdes sobre el suelo del olivo, tersos al principio, encogiéndose rápidamente, hasta quedar el hueso mondo y lirondo.
La caída de la aceituna siempre llega por los mismos días, repicando a otoño, entreabriendo molinos, empujando a los calores finales, a las tórtolas y golondrinas atrasadas, dejando el aire vacante para tordos y estorninos, avisando con el cobre primero a las hojas, para la partida. Sabe a lluvia que no va a tardar, a neblina primera, a sol pálido. Las últimas moras están a punto. El vallado las ofrece a cientos. Ya no queda un maizal en pie, y el viento barre los últimos melonares.
Surco a surco, el braván va borrando el amarillo del campo, vistiéndolo de colores severos, blanquecino en los alberos, rojizo en los polvillares, grisáceo en los riquísimos bujeos. Ya nadie duerme al raso y los primeros escalofríos comienzan a pedir las primeras candelas.
José Antonio Muñoz Rojas
[...] Verdes, innumerables, purísimos pezones de la naturaleza, y allí en los secos olivares donde tan sólo cielo azul con cigarras, y tierra dura existen, allí el prodigio, la cápsula perfecta de la oliva llenando con sus constelaciones el follaje: más tarde las vasijas, el milagro, el aceite.
Pablo Neruda
Mare, yo tengo un novio aceitunero, Que tiene vareando mucho salero...
Mañana, 16 de febrero, se cumple un año del fallecimiento de Marifé de Triana. Desgraciadamente, los pocos medios de comunicación que recuerdan este triste aniversario lo hacen bajo las notas de Torre de Arena, quizás su copla más emblemática junto a La Encrucijada y La Loba. A pesar de la cautivadora puesta en escena de Marifé, mira que es fea Torre de Arena, compuesta en 1956 por Lladré, Gordillo y Sarmiento. No hay por donde cogerla. Curiosamente, fascina a los homosexuales y aún sigue escuchándose en los bares gays de Chueca.
Torre de arena que mi cariño supo labrar. Torre de arena donde mi vida quise encerrar. Noche sin luna, río sin agua, flor sin olor... Todo es mentira, todo es quimera, todo es delirio de mi dolor.
Sobre copleras y homosexuales, existen varias anécdotas simpáticas. En 1931, el poeta Rafael de León, que por aquel entonces tenía 23 años, cumplía el servicio militar. Una tarde del mes de junio, pidió permiso para acercarse hasta el Teatro de la Exposición de Sevilla, diseñado en 1925 por Vicente Traver, de estilo italiano y con 1.025 localidades. Actuaba en él la gran Concha Piquer y Rafael anhelaba conocerla en persona. Antes de empezar el concierto, vestido de militar, pues acababa de llegar, llamó a la puerta de su camerino. Toc-toc-toc.
- ¿Usted es Conchita Piquer?
- ¿Y usted es maricón? -respondió de inmediato la coplera.
- Uy, ¿en qué lo ha notado usted?
- En como lleva la gorra.
Más adelante, en una entrevista, doña Concha relataba este encuentro con su guasa habitual: "Y allí mismo nos hicimos amigos, y luego hemos pasado la vida juntos, como dos hermanas. Y, claro, yo a veces le contaba cosas de mi vida, cosas que me pasaban, ya digo como a una hermana, y él sacaba de eso tema para sus canciones".
Brillantina a lo Travolta pantalón ancho y sin volta con botitas mocasín, el señorito. Nadie sabe ni se explica si es muy macho o es marica para amar es indistinto el señorito.
¿Dónde estaba aquel Café de Levante donde cantaba La Zarzamora? Según lo escrito por algunos autores, en el mismo corazón de Madrid. De hecho, este negocio tuvo tres ubicaciones, todas ellas alrededor de la Puerta del Sol: primero en la calle Alcalá (hasta 1857), luego en el número 5 de la misma Puerta del Sol (1860-1966) y, finalmente, en Arenal. Sin embargo, probablemente la copla hacía referencia a otro Café de Levante, quizás uno gaditano ya inexistente, puesto que el madrileño siempre se distinguió por su silencio y sus tertulias, fundamentalmente las literarias. No en vano, a causa de su tranquilidad, era frecuentado por militares retirados.
Cuando estuvo en Sol, el Café de Levante también alcanzó cierto prestigio gastronómico, gracias a la calidad de su bistec. Tampoco podemos olvidar que Manuel Fernández y González, de quien se decía que sus iniciales correspondían a "Mentiras Fabrico, y Gordas", escribió en este céntrico local la novela titulada El cocinero de Su Majestad, ambientada en tiempos del Felipe II.
Recorte en el Diario El Globo que demuestra que en Cádiz hubo un Café de Levante (Gracias a Javier Osuna García y Rafael Román por su indispensable ayuda)
Actual Café de Levante en Cádiz (gracias a Teresa Torres)
Volviendo a la copla, seguramente tenga razón Antonio Burgos, quien sostiene que el Café de Levante de La Zarzamora era producto de la imaginación de Rafael de León, como sucedió con La Bizcocha de La Lirio o la Taberna El Tres de Espadas de La Ruiseñora. "Tampoco en Chicote estaba la crema de la intelectualidad, sino del puterío", apostilla Burgos. Si la leyenda resulta más hermosa que la realidad, mejor contar la leyenda.
Un canario amarillo que pía dentro de su jaula. Un reloj de Cruzcampo que marca el mediodía. Una red en cada ventana para evitar que entren las moscas. Varios servilleteros vacíos en la mesa donde, a comienzos del invierno, se venden sacos de naranjas “cosecha propia” a 2 euros. Un cartel de “prohibido cantar en este establecimiento” y otro con un rosario de montaditos: lomo, carne mechá, jamón con salmorejo o gambas alioli. Para las tostadas, a elegir entre pan blanquito, redondillo o mollete. Hay aceite de oliva, manteca colorá, sobrasada y zurrapa. Hay zumo de naranja natural. Es época de caracoles.
- ¡Manolo! Ponme otra copita que la anterior ya se ha caío.
A primera hora, media docena de mayorales que trabajan en las fincas aledañas a Lora del Río se agolpaban en la barra, como si se tratara del callejón de una pequeña plaza el día de una corrida concurso de ganaderías. Viven en las casas de Miura, Moreno Silva, La Quinta, Javier Molina. Este año, el tiempo está raro y, al final del invierno, apenas florecieron las varitas de San José.
- Me han contao que está a la venta la finca de Cabra Alta.
- A ver quién compra eso. Yo, sin verla, ya no la quiero. Si ahí se pueden criar cabras, mal terreno. No brota ná.
A esta hora, en la que el sol ya se encuentra casi perpendicular y empieza a hostigar a los toldos verdes y blancos, los hombres de campo dejan paso a los camioneros que hacen un alto para repostar en la vecina gasolinera del Álamo. La radio recoge la señal de Córdoba, a pesar de que Lora pertenece a la provincia de Sevilla. A 19 kilómetros se encuentra Peñaflor y a 78, Córdoba.
Canta la copla que en Lora -pueblo natal de Gracia Montes- vivía un barquero que soñaba con ser un matador de mucho tronío.
"El verde Guadalquivir, Pasa por Lora, pasa por Lora, Lora del Río, Y dicen que vive allí, Un barquerito, Un barquerito muy presumío, Que quiere ser mataor, Dice a las niñas de la Ribera, Y no le importa el amor, Ni que le canten de esta manera:
Barquerito de Lora, cariño mío, Se me pasan las horas cruzando el río, Que te quiero y te quiero, para marío, Y en tu sueño torero, no ves que muero, Barquero mío".
El guapo barquerito un buen día se marchó y dejó a las loreñas llorando por su ausencia. Quizá fuera él, ya convertido en matador, aquel torero a quien le cantaba Marifé de Triana...
Era un siete de julio cuando lo vi, me quemaron sus ojos como el carbón, y sentí por mis venas un San Fermín con los siete toritos de la pasión. Boina roja en la cabeza la camisa y pantalón como la cal, y esa estampa de nobleza que es la misma de Tudela hasta el Roncal. Y al son de guitarras la jota navarra que me hizo soñar:
No te vayas de Navarra. Si no quieres que me muera, flamencona, no te vayas de Pamplona. No te vayas de Navarra, que por ti pondré banderas si lo manda tu persona, flor morena. No te vayas de Navarra.
Nunca más en la vida lo he vuelto a ver, porque un siete de julio lo conocí, y cayó bajo el toro como un clavel en la fiesta navarra de San Fermín. A la Virgen Macarena le pedí que mandara otra pasión, pero esclava de la pena su recuerdo me requema el corazón. Y un llanto de amores deshoja mis flores con esta canción.
Este exitoso pasodoble con aire de jota fue compuesto en 1967 por los maestros Ignacio Román y Rafael Jaén. Sus primeros intérpretes fueron los Hermanos Anoz, Jesús y Raúl, unos populares joteros navarricos. En el año de su estreno, Marifé de Triana también grabó "No te vayas de Navarra", aumentando así su popularidad por todo el país.
Tan cierto como que después de la tempestad llega la calma, en Madrid, incluso durante los días más calurosos, al llegar la madrugada, se levanta una brisa que barre todas las miserias acumuladas durante las horas de luz. Como aquel cuadro de Hopper en el que un hombre, ya sin americana, acaba de regresar a casa después del trabajo y se dispone a rastrillar una pequeña parcela a la puerta de su vivienda. Durante el verano, el ocaso en Madrid se comporta igual que este personaje de Hopper.
Además de la brisa, proliferan otros bálsamos, como los cines de verano. El que organiza el Institut Français (C/Marqués de la Ensenada) en mitad de su bucólico patio resulta especialmente charmant. Este jueves, al abrigo de la silueta de las Torres de Colón, proyectaron la vida de Gainsbourg, "Vie héroïque", de Joann Sfar. En la invitación se incluía una advertencia que, por supuesto, nadie cumplió, pues hacía una noche merveilleuse: "En caso de lluvia o viento fuerte, la proyección se cancelará. Si es friolero, no olvide traer su mantita".
Para contarlo todo, la agitada vida de Gainsbourg tampoco casaba bien con aquellas primorosas mantas de ganchillo que tejían nuestras abuelas. Probablemente, de su desenfreno vital tenía parte de culpa su ascendencia rusa y, por supuesto, la época que devoró: la Francia de los 60-70. A pesar de su rotundo perfil judío de ojos saltones, prominente nariz, orejas superlativas y extrema delgadez -solía decir que la fealdad era superior a la belleza porque duraba más-, de voz cadenciosa, fumador y bebedor empedernido, enfant terrible, provocador, irreverente, libertino, violento y amante de los excesos, fue también un seductor infatigable que conquistó a las mujeres más deseadas de la época: Brigitte Bardot, Jane Birkin, Juliette Grecó, Vanessa Paradis, Isabelle Adjani... Vivió obsesionado con la Lolita de Nabokov y se propuso "pervertir" a la juventud. Su caos interno quedó reflejado en su obra: empezó con la chanson, rivalizando con Brassens o Brel, y terminó componiendo una versión reggae de La Marsellesa.
Su tema más conocido es el que grabó a dúo con la Birkin, "Je t´aime... moi non plus" (1969), que Franco, por supuesto, censuró de inmediato. En aquel año, la canción del verano en España fue "María Isabel", cantada por Los Payos. También en 1969, Marifé de Triana estrenó la copla "Compañero". Comparen ustedes mismos.
La actual clase política europea, la del progreso y las libertades, es hija, culturalmente, de Gainsbourg y compañía. Pero aquí, en España, tras más de treinta años de dictadura, hemos desembocado en la misma moral chusca donde "todo vale", a la vez que se penaliza la responsabilidad individual y la búsqueda de la excelencia. Distintos ríos -uno llamado "Je t´aime... moi non plus" y otro "María Isabel"- que convergen en el mismo lodazal. Al menos, aún refresca de madrugada para no morir de asfixia.
El Tiemblo es, como todos los aficionados a los toros saben, además de un pueblo de la provincia de Ávila, una de las estaciones de penitencia del Valle del Terror. O al menos lo era, antes de que la Fiesta se dulcificara como los merengues de una sofisticada confitería. En esta localidad se desarrollaban unos tientos compuestos por los hermanos Marcos y Rafael Jaén García, y grabados por Marifé de Triana en 1964.
En esta copla, una mocita casadera espera a la buhonera que viene desde Ávila con el ajuar para su boda. Explica el diccionario de la Real Academia que un buhonero proviene de la palabra buhón, que procede a su vez de la onomatopeya buff: "expresiva de la palabrería del buhonero para ensalzar su mercancía". Por tanto, un buhonero es lo que hoy conocemos como un vendedor ambulante.
Lucas Robiquet
El pregón del pregonero
dice que la buhonera
trae las cosas que yo quiero.
Viene de Ávila cantando
entre sierras y pinares
porque lleva en las alforjas
de mi boda los ajuares.
Cantan las alondras
de mi corazón
en cuanto resuena
en el pueblo el pregón.
Ya llegó la buhonera
con su alegre mercancía,
canta Rosa la del Tiemblo.
Compra que hoy es un gran día,
todo le florece, los ojos, la boca,
pensando que pronto me voy a casar.
Y su nombre bordó
con hilo de besos, con hilo de besos,
en todo mi ajuar.
El mocito que adoraba,
me dejó esta primavera,
moza que perdió su novio
no tendrá ya quién la quiera.
Por eso me aúlla
un mal lobo ladrón
en cuanto resuena
en El Tiemblo el pregón.
Ya llegó la buhonera
con su alegre mercancía.
Llora Rosa la del Tiemblo
tú no tienes alegría.
Marchitó mi boca cual flor en invierno,
la escarcha del campo
secó mi canción,
se apagó el lucero
que ardía en mis ojos
bordando aquel nombre de mi perdición.
Cierre madre,
el portón y la cancela,
moza que perdió su novio
no tendrá ya quién la quiera.
Jacques Barcat
La letra de estos tientos guarda cierta semejanza con una emocionante copla que popularizó el cantaor de Utrera Enrique Montoya. Aquella Rosa la del Tiemblo terminará siendo una "señorita", al igual que la lorquiana doña Rosita la soltera...
Lleva ya casi un siglo
con un nombre en la boca,
y jamás lo pronuncia
delante de la gente.
Es el nombre de un hombre
que bordó como loca
en sábanas de hilo,
desesperadamente.
Cuando llega la noche
su pesar desemboca
en canción sin palabras,
amarilla y doliente.
Y en el mar del espejo
su sonrisa retoca
por si acaso aquel hombre
volviera de repente.
Señorita,
la llaman el juez y el escribano,
que conocen sus años
y su pena infinita.
Señorita,
el muchacho, el niño y el anciano,
cuando vuelve del rezo
o sale de visita.
Y al mirar sin anillo
la nieve de su mano,
el pueblo soberano
la llama señorita,
señorita, señorita, señorita.
Señorita,
le dice la gente maliciosa,
al notar su pintura,
apagada y marchita.
Señorita, el cartero
al verla ruborosa
preguntar por la carta
que tanto necesita.
Y ella misma al mirarse
tan sola y ojerosa,
con rabia dolorosa,
se llama señorita,
señorita, señorita, señorita.
La tarde de toros en Las Ventas, otra ruina (ya van tres). Pero estaba Curro Díaz, al que entran ganas de cantarle: "ay, trece, trece de mayo, cuando me encontré contigo". Bendita sea la mare, la mare que te ha parío, tan bien vestío, de rosa y oro. Incluso los Palmosillos y las banderillas del Fandi ganan ante su presencia. Desde luego, con una corrida como la de este lunes, se agradece que suene un clarín de olvido...
Un poema de Rafael de León titulado "¡Así te quiero!", y dedicado a Concha Piquer en 1941, fue el origen de la canción "Trece de mayo", musicada por Juan Solano. La copla adelantó el almanaque dos meses (en el soneto, la acción transcurre un trece de julio), pero incrementó, si cabe, la intensidad de la letra del sevillano.
El día trece de julio yo me tropecé contigo.
Las campanas de mi frente, amargas de bronce antiguo, dieron al viento tu nombre en repique de delirio. Mi corazón de madera muerto de flor y de nidos, floreció en un verde nuevo de naranjos y de gritos, y por mi sangre corrió un toro de escalofrío, que me dejó traspasado en la plaza del suspiro.
¡Ay trece, trece de julio, cuando me encontré contigo!
El 13 de mayo, además de la corrida Palmosilla en Las Ventas, es el día de la portuguesa Virgen de Fátima. En esa fecha del año 1917, la Virgen María se apareció por primera vez ante una terna de pastorcitos: Francisco, Lucía y Jacinta. Tuvo lugar entonces el siguiente diálogo:
- ¿De dónde es su merced? -preguntaron los niños.
- Mi patria es el cielo.
- ¿Y qué desea de nosotros?
- Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora. En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero...
Ay trece, trece de mayo cuando me encontré contigo. Ay, tus ojos de manzana y tus labios de cuchillo y las nueve, nueve letras de tu nombre sobre el mío que borraron diferencias De linaje y apellido.
Apuesto a que la Virgen de Fátima, en su aparición de octubre, no pidió una corrida de la Palmosilla
“Por la calle de Alcalá
Con la falda almidoná
Y los nardos apoyaos en la cadera,
La florista viene y va
Y sonríe descará
Por la acera de la calle de Alcalá,
Y el gomoso que la ve
Va y le dice venga usted
A ponerme en la solapa
Lo que quiera,
Que la flor que usted me da
Con envidia la verá
Todo el mundo por la calle de Alcalá”.
He intentado buscar, en vano, una preciosa copla que cantaba Estrellita Castro titulada "La Camelia". En el océano de las redes, esa canción se esconde igual que aquella oscura clavellina que iba de esquina en esquina volviendo hacia atrás la cabeza. A cambio, sí se deja prender aquella rosa de La Alhambra...
“La rosa se distraía
oyendo los surtidores,
mientras el viento gemía
de amor en los miradores.
[…] Pasó la reina una tarde a la vera de la rosa,
si la rosa era de nieve, la reina era más hermosa,
y cortándola del tallo, con mano de terciopelo
con un alfiler de plata se la prendió sobre el pelo”.
Los rosales, también en la copla, tienen el peligro de herir a aquellos que se acercan demasiado, sobre todo si crecen en las rejas de una gitana. ¡Menuda clase tiene Gracia Montes! La última de las grandes...
"En las cruces de mi reja
Hay un rosal y un clavel
Florecío con el llanto
De los ojos de un marqués.
[…] Con una limosna
Le entregué unas flores,
Le dije no vuelvas
A hablarme de amores,
Si tienes corona de conde o marqués
La mía es de reina de reino calé.
No quiero gente a mi vera
Dejarme, flores, dejarme,
Que aquel que tiene una pena
Ay... No se la divierte nadie".
Y seguimos con el ramo de rosas... esta vez, en una zambra de veneno.
"Que amarillen los hombres
Y se enciendan las mujeres
Ahí va una guapa que pasa
Dando rosas y alfileres
La boca brindando miel
Carita de hacer favores
Por dentro pozo de hiel
Por fuera llena de flores".
“La flor del romero a solas
Llora cuando ve que cortan
Margaritas y amapolas
La flor del romero a solas.
También llora la ribera
Cuando el río arrastra flores
Al llegar la primavera
También llora la ribera.
Yo también lloré de pena
Aquel día en que con otra
Paseabas por la arena
También yo lloré de pena”.
Del trigal de la canción andaluza, ha llegado ha escaparse, incluso, una amapola. Dicen que, por medio de un camino, la vio el almendro, el olivo y hasta la misma luna.
Y para los que vivimos en grandes ciudades y no tenemos a mano un jardín, siempre nos quedarán las macetas del gran Antonio Molina.
“Vengan y compren la rosa
ruborosa y sin espinas,
miren esta clavellina
que huele a flor de romero,
colio, pilistra y geraneo
de tó trae el macetero”.
"De Sevilla un patio, salpicado de flores, y una fuente en medio con un surtidor, rosas y claveles de todos los colores, que no los soñara mejor ni un pintor".
Aunque el tiempo no dé tregua y el invierno se resista a entregar las armas, ya es oficialmente primavera, el mes de las flores. No hay flor sin su copla; ni copla sin su flor. Desde aquella Rocío que parecía un manojito de claveles hasta la gitana que vendía flores a las mocitas para curar sus males de amores.
“Flores... la que no tenga novio, la que se le fue el marido, la que está en relaciones veintidós años seguidos, si se adornan la cara con estos claveles míos almirantes y reyes, caerán a sus pies, rendidos.
Venga la fea, venga la hermosa, que en sus cabellos pondré una rosa, no hay un milagro como mis flores, para las que sufren de mal de amores”.
La marcha "La Rosa de Capuchinos" (Quintero, León y Quiroga) fue cantada por muchas intérpretes, pero ninguna versión supera a la grabada por la reina de Triana.
"¡Qué bonita!, ni pintá por los pinceles de Murillo ¡Qué carita!, envidiá por el coral de los sarsillos.
La niña como un jilguero Por calles y plazas pregonando flores, Los hombres a retortero Bebían sus vientos con ansias de amores.
Y una noche de la Cruz de Mayo Entró en un corral y en los ojos De un mozo de rumbo leyó este cantar: Rosita de Capuchinos Vara de nardo y clavel, Dame el ramito más fino Del jardín de tu querer. ¿De qué rosal has robado la sangre de tus mejillas Si eres lo más delicao de los parques de Sevilla? Te tengo sembrás de flores Las piedras de tu camino Porque quiero que me adore La Rosa de Capuchinos".
De la misma manera que la Rosa de Capuchinos pertenece a Marifé, el clavel es de la sensual Rocío.
“Un clavel, un rojo, rojo clavel, un clavel a la orilla de mi boca cuidé yo como una loca poniendo mi vida en él, y el clavel, al verte cariño mío se ha puesto tan encendido que está quemando mi piel”.
Junto al clavel y la rosa, quizás la tercera flor más coplera sea la violeta. Ya hablamos de "La violetera" cuando escribimos sobre pregones, pero hay otras canciones de color nazareno, como "Violetas imperiales" de Luis Mariano o "Coplas de la violeta" de Carlos Cano". ¿No huele ya al despuntar de la primavera?
“Sabes que ya no habrá primavera si tú no estás aquí, violetera, la primavera ha venido y yo sé por qué ha sido, entre las flores que ofreces es como una flor. Piensa que en esta corte francesa, eres más que gitana, princesa, violeta de España, tú, en tierra extraña, vives para el recuerdo de aquel amor.
[…] Era un cielo de primavera, cuando me dijo la violetera cómpreme usted mis violetas que son las primeras, van a traerle la suerte, su suerte es mi flor”.
"Coplas de la violeta, arena y sal, como blancas gaviotas echan a volar y me traen de los cielos la luna de azahar, la caricia del viento, la rosa del tiempo que no volverá.