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martes, 10 de septiembre de 2013

Paco Camino y el "mushasho"

José María Íñigo, en su libro "La tele que fuimos", narra un sonado incidente entre Palomo Linares y Paco Camino durante la grabación del programa "Directísimo". Camino le ofreció a Linares, educadamente, partirse la cara en la puerta del estudio, pero no delante del público. Corría el año 1975:


"Entrevisté primero a Palomo, que contó cómo había sido su temporada, su vida profesional, los más de 1.500 toros que había matado en las plazas... Durante una entrevista de quince minutos, muy entretenida, puso de manifiesto su gran oficio y éxito profesional. Salió Palomo Linares del estudio, hubo una canción, y después entrevisté a Paco Camino, que también disfrutaba de un momento profesional excelente. En la charla, Camino se refirió a Palomo Linares como ese mushasho; ese mushasho, sí, está bien; ese mushasho sí, torea, torea... Y dale con el mushasho para adelante y con el mushasho para atrás, de tal manera que Palomo Linares, que estaba viendo la entrevista en la sala de invitados, se le estaban hinchando las venas del enfado, viendo cómo se refería a él, todo un hombre hecho y derecho y un torero reconocido, como mushasho, casi con desprecio. En un momento determinado, no pudo más, abrió la puerta del estudio y se fue directo a la mesa del plató. Salió en pantalla, muy enfadado, y se organizó allí una pelea que apareció posteriormente en todos los periódicos, incluidos los de América en los países donde se celebraban corridas de toros.


Fue muy comentado, porque, después, las cuadrillas de ambos toreros se enzarzaron igualmente en una pelea y no hubo muertos de puro milagro -incluso tuvo que intervenir la dotación de las fuerzas del orden público de Prado del Rey-. Se convirtió en uno de los hechos más sonados en una época en la que no pasaban las cosas que pasan ahora en televisión. La historia del mushasho tuvo una repercusión notabilísima que todavía se recuerda, y que sirvió a los dos toreros para fomentar una especie de rivalidad o duelo en las plazas. Cuando los contrataban a los dos juntos, toda la plaza coreaba a gritos: mushasho, mushasho".

VER VÍDEO DEL BRONCAZO ENTRE PACO CAMINO Y PALOMO LINARES



 
La anécdota me parece aún más simpática ahora, cuando las "figuras" no dejan de mandarse besos y abrazos a través de las redes sociales. Como escribía José Luis Suárez-Guanes en el ABC del 8 de marzo de 2009: "Antes había más belicosidad que en los tiempos que corren. O más rivalidad. Otro concepto de la torería y el compañerismo. Primaba el hambre por cada porción de una tarta de la Fiesta mucho menor que la actual. Cada peldaño, cada puesto, se jugaba a vida o muerte. Otro sentido del orgullo que a veces se iba de las manos en los casos más extremos de tensión". Ya se sabe que, antes de empezar el paseíllo, el venezolano César Girón se volvía hacia sus compañeros y deseaba "muchas cornás pa tos".


lunes, 29 de julio de 2013

El pendiente de La Faraona

Si se aburren en la piscina, la arena de la playa les pone de mal humor o, sencillamente, disfrutan llevándose lectura para sus ratos de sol y tumbona, les recomiendo el último y entretenidísimo libro de José María Íñigo: "La tele que fuimos", un recorrido nostálgico, ágil y con sentido del humor por la historia de la televisión en España. Como en este blog somos grandes amantes de la bata de cola, sirva de muestra una anécdota protagonizada por La Faraona.


La historia de Lola Flores transcurre durante la grabación del programa "Esta noche... Fiesta". Cuenta José María Iñigo: "En pocos meses, la sala Florida Park, en el parque del Retiro de Madrid, se convirtió en un sitio extremadamente popular y centro de la actualidad nacional e internacional en el campo de la música y la moda. Las invitaciones para el programa, a pesar de ser gratuitas, se cotizaban en el mercado negro hasta alcanzar precios superiores a las cinco mil pesetas de aquella época [hablamos del año 1976]. Decenas de reporteros acudían semanalmente a la madrileña sala de fiestas y aguardaban a que surgiera alguna noticia interesante. ¡Y vaya si surgían!


[...] Quizás uno de los episodios que tuvo más trascendencia en los programas que he hecho tuvo lugar la noche en que actuaba Lola Flores. Lola apareció allí con sus músicos, sus palmeros, sus guitarristas y cantó una canción. Luego, en la segunda, se lanzó al escenario y, con ese brío que la caracterizaba, empezó su Pena, penita, pena. Se dio media vuelta y, al volverse, uno de sus pendientes salió volando por el aire y se perdió entre la multitud. La Faraona hizo parar a los músicos, a la televisión, todo, y dijo:
- ¡Ojo! ¡Ese pendiente es de los buenos y yo de aquí no me muevo hasta que se busque y se encuentre!.


Como digo, paró la televisión, paramos todos y todo el mundo se puso a buscar el famoso pendiente. La operación nos costó entre siete y ocho minutos. Buscamos entre las mesas, por el suelo... Fue un hecho irrepetible. Cuando por fin se encontró el pendiente, Lola dijo:
- Señores, ahora ya puedo seguir cantando. Es que era de los buenos, y se puso otra vez a cantar".