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lunes, 17 de octubre de 2016

Y su sangre ya viene cantando

"Y su sangre ya viene cantando: 
cantando por marismas y praderas, 
resbalando por cuernos ateridos 
vacilando sin alma por la niebla"

(Federico García Lorca)

Foto de Laure Crespy

Se terminó el hilo de la temporada taurina; una temporada que, como una madeja con demasiados nudos, no resultó continua, sino cortada por la mitad, dejando en uno de los cabos, el tremendo desorden de la muerte.

Comenzaron a tejerse las corridas allá por el mes de febrero, con la feliz noticia de una resurrección. David Mora y Jiménez Fortes volvían a vestirse de luces en Vistalegre, retomando una vieja senda: la de los hombres que deben seguir su destino hasta las últimas consecuencias. No satisfecho con este renacer, en San Isidro, hiló Mora otra historia épica, además de unas trincherillas que ni el implacable viento de Las Ventas ha sido capaz de llevarse. Este capítulo, cuyo prólogo fue un emocionante brindis al doctor García Padrós, también contó con la aparición de un excelente Alcurrucén, de nombre "Malagueño"; pero no fue el único toro de bandera al principio de este embrollo que llamamos temporada: inolvidables "Cobradiezmos" de Victorino Martín, indultado por Manuel Escribano en La Maestranza, o el fiero "Camarín", de Baltasar Iban, al que Alberto Aguilar trasteó un inicio de faena de torero que se viste por los pies. Y de las mieles, al abismo necesario, con aquella corrida de Saltillo que llevaba la muerte en la imaginación, a la que tres matadores valientes, junto a sus cuadrillas, le hicieron frente en las postrimerías de mayo. 

Foto de Juan Pelegrín

De la primavera al verano, y cuando Pamplona ardía en mitad del jolgorio de San Fermín, apareció, sin avisar, como de costumbre, la muerte. La tarde del 9 de julio, un pitón atravesó el pecho de Víctor Barrio, trastocándolo todo. La parca se llevó por delante las resurrecciones de invierno y los triunfos primaverales, el brillo y la alegría cosidos a esta vieja fiesta. Un ataud portado por toreros descendió las calles empedradas de Sepúlveda, los crespones negros comenzaron a brotar en las chaquetillas, y nada volvió a ser como antes. El 10 de julio, horas después del fallecimiento de Víctor Barrio, a la hora del paseíllo, en Pamplona sonó un desasogante silencio poco antes de que, sin tregua, una inmensa corrida de Pedraza de Yeltes saliera de los chiqueros de La Misericordia. Se lloró entonces en el ruedo y en los tendidos, no sólo por el héroe muerto, sino por todos sus compañeros que tenían que continuar la temporada con la muerte a cuestas. El traje de luces jamás pesó tanto. 

Foto de André Viard

El sol no volvió a brillar hasta el descorche de agosto, en Azpeitia, donde, a orillas del Urola, Curro Díaz trenzó una faena de oro a un toro de Pedraza llamado "Sombreto". Porque el de Linares, testigo silente de la cornada de Víctor Barrio, está tocado por la varita, y ni la muerte ha podido apagar su toreo este año. Él y Talavante han dispendiado personalidad, gusto y clase, con toro y sin él. Y aunque Manzanares se llevó merecidamente la Puerta Grande en Madrid por una bellísima faena, la genialidad, por el momento, está reservada para Curro y Alejandro, un mano a mano que revolucionaría cualquier plaza el próximo año.

Soberbia también la temporada de Juan Bautista, amo absoluto de los anfiteatros romanos de Arles y Nîmes, donde estuvo majestuoso; apabullante Roca Rey, que ha pagado muy caro su valor, pero a quien su determinación lo hará figura; y algún nombre más, que se pierde en la maraña de tantas tardes de toros.


En estos días de mediados de octumbre, ha ido terminando la temporada, apagándose lentamente, desatando sus últimos nudos, en Zaragoza, en Jaén, en Madrid. Igual que cada año, los toreros y las cuadrillas -los afortunados- festejan el seguir vivos. Se suceden las celebraciones, las cenas, los brindis, los bailes; un epílogo feliz y amargo, a veces excesivo, a veces socavado por un silencio. Porque, aunque ya nadie desea volver a ver la sangre derramada en la arena, ésta surge, como un relámpago, en mitad de la despedida. Ciertas tardes de verano seguirán quemando varios inviernos.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Los "sísifos" del toreo


Dice Antonio Ferrera que quiere matar seis victorinos en la Feria de Abril. Con semejante apuesta sobre el tapete, vuelve el guerrero de las 36 cornadas. Todo o nada. Acaba de recibir el alta definitiva tras fracturarse el brazo derecho el pasado mes de junio -lo que le obligó a cortar la temporada- y es consciente de que la partida comienza desde cero. Durante su convalecencia, otros matadores le han tomado la delantera en la ruleta de los carteles. Rafaelillo, sin ir más lejos. El toreo es implacable -a veces injusto- y el menor tropiezo se paga con el ostracismo o el olvido. De hecho, Ferrera no es el único "exiliado" de la temporada 2015. 

A causa de una mala tarde -la desafortunada encerrona del Domingo de Ramos en Las Ventas-, tanto detractores como partidarios hicieron de Fandiño un auténtico proscrito. Él, que encarna mejor que nadie el mito de Sísifo, también vuelve a empujar su pesada carga desde el pie de la montaña. Por otros motivos -dos espeluznantes cornadas a las que sobrevivió milagrosamente-, Jiménez Fortes es otro diestro que "renace" en 2016; sin olvidar a David Mora, quien, a partir de Fallas, retoma una lucha que quedó truncada en el San Isidro de 2014. 

Por cornadas físicas o morales, estos cuatro matadores reciben al próximo año bajo los sones de Begin the Beguine. Volver a empezar. Su mérito es inconmensurable y su cometido, aún mayor: encarnar la grandeza  -y la crudeza- del toreo como recientemente hizo Padilla. Por justicia, la afición no debe mostrarse cicatera con su inminente destino, pues incluso los valientes merecen magnanimidad de vez en cuando. Ya lo escribió Camus: "No hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza". Suerte y gratitud, pues, para los "sísifos" del toreo. 


"Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser se dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces cómo la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volver a subirla hasta las cimas, y baja de nuevo a la llanura" (Albert Camus, El mito de Sísifo).

sábado, 6 de junio de 2015

Los espejos del pasado


Dice el tango que veinte años no son nada. Diez tampoco. El 4 de junio de 2005, Zabala de la Serna publicaba la siguiente crónica en ABC: "Por fin la tierra prometida, ese trocito de cielo que se respira bajo la arcada de la Puerta Grande, Cid [...] Con permiso de Rincón, eres el torero más puro de los activos. Quizás por eso le brindaste al César". Diez años después, Zabala escribe en El Mundo: "Victorino y El Cid se suicidan de la mano". Entre medias, el 19 de abril de 2007, una tarde gloriosa en La Maestranza, cuando Manuel Jesús abrió la Puerta del Príncipe gracias a Borgoñés: "Como guante a la mano, y qué mano la de El Cid, así le cae el encaste de Victorino al torero de Salteras. O viceversa. Tan suprema compenetración, como la del Beluga al Moët, se precipitó por la Puerta del Príncipe en esa hora mágica cuando la tarde se asoma a la noche. El Cid y Victorino, Victorino y El Cid, son pareja de hecho inseparable desde que hace un lustro se volvieron locos de pasión en las arenas de Bayona" (Zabala para ABC). Cuatro meses después, tuvo lugar la encerrona de El Cid en Bilbao ante seis Victorinos... Ante los espejos del pasado, no somos naide. Pero El Cid y Victorino fueron mucho, y mucho debemos agradecerles los aficionados. 


"Compréndelos a todos. Ama y admira sólo a unos pocos", escribió Camus. El Cid y Victorino se ganaron a ley nuestra admiración y devoción. Por eso, la reciente caída sabe más amarga. ¿Qué pensaría ayer Rafael Perea "Boni" contemplando la debacle desde el callejón? A veces, una retirada -o un descanso- a tiempo es la solución más decorosa. ¿Volverá a salir un "Borgoñés"? Seguramente sí. ¿Y un guante que sepa entender el encaste Santa Coloma como aquel de El Cid? Posiblemente. La fe del aficionado es parecida a la piedra de Sísifo: estamos condenados a cargar con ella. Porque, cualquier tarde y en cualquier plaza, un torero hará un faenón a un Victorino de bandera. Y eso es algo demasiado inconmensurable como para dejarlo pasar. "Todo el gozo silencioso de Sísifo se encuentra en eso. Su destino le pertenece. Su roca es todo lo que posee [...] La lucha por alcanzar las cimas basta para llenar el corazón de un hombre. Hay que imaginar a Sísifo feliz".

sábado, 7 de junio de 2014

Un cantar de gesta épico e incomprendido

¡Qué desdicha que ya no existan juglares que reciten cantares de gesta para narrar las hazañas de hombres como Antonio Ferrera o Alberto Aguilar! Tal vez se conseguiría mitigar el analfabetismo del público que acude hoy a las plazas de toros... Qué injusto ha sido Madrid. Más que injusto, con sus protestas y tirada de almohadillas, ha sido miserable. Duele Madrid. El comportamiento de Las Ventas no admite benevolencia esta vez.
 
 
En la Edad Media, Ferrera habría sido un personaje del Romancero Viejo. Los aficionados cabales agradecen su lidia antigua, su forma de llevar el toro al caballo, su muleteo por bajo y su dominio. Ferrera ha pechado con un lote durísimo. El quinto Victorino, Majito, fue una auténtica alimaña con mucho más peligro que los moros que campaban por el Cantar de mio Cid. En cada embestida, aquel cárdeno recordaba perfectamente lo que había dejado atrás, como una Valencia perdida. Y, al siguiente embroque, buscaba el cuerpo del hombre con frenesí. Un manso con genio y tremendo peligro. Dinamita en unas manos inexpertas. Pero Ferrera tiene, probablemente, las manos más diestras del escalafón actual. Esta vez sólo fallaron a la hora de matar. Ya echado en el albero, pegado a tablas, con una estocada dentro, Majito sintió llegar la muerte y se abalanzó como un rayo contra el puntillero, Manolo Rubio, tronchándole, trágicamente, la rodilla y su carrera en los ruedos. Tras la desgracia, el propio matador, épico, con el capote en la izquierda y la puntilla en la derecha, intentó rematar al Victorino para que otro hombre de su cuadrilla no se jugara la vida. El público, trastornado y cruel, abroncó a Ferrera y aplaudió en el arrastre a Majito.
 
 
Las plaza se mostró igual de injusta con Aguilar, quien lidió a Vengativo (3º), un Victorino encastado, vibrante, humillado y repetidor, que a mitad de faena desarrolló un terrible sentido por ambos pitones. El final del trasteo consistió en un toma y daca heroico. Y es que en su pitón izquierdo, Vengativo llevaba escrita La Vendetta de Balzac. Estoquear a aquel toro sólo tuvo la recompensa de una tímida ovación para Aguilar, quien tuvo que pasar por la enfermería tras clavarse la espada en el gemelo. Con el sexto, el madrileño hizo bien en no darse coba: es inútil recitar un cantar de gesta ante un público sordo. Y quien regaló un auténtico recital, fue Rafa González con su capote de vueltas azules.
 
Fotografías de Juan Pelegrín
 
Además de variada de comportamiento -Uceda Leal desaprovechó al gran Madrileño, que abrió plaza-, palpitante corrida de Victorino, de las que no se olvidan en mucho tiempo. Hacen falta toros así para que hombres como Ferrera o Aguilar conquisten la gloria. La concurrencia debe recordar que existe otra Tauromaquia, más auténtica, que no comparte los cánones del ballet. Si los presentes sienten herida su sensibilidad ante un espectáculo tan desnudo, que se matriculen en un curso de golf con guantes blancos y no regresen a una plaza de toros. Las corridas, incluso cuando se lidian alimañas, no son crueles siempre y cuando la afición demuestre humanidad.

lunes, 3 de junio de 2013

Palmarés de San Isidro 2013: con estos mimbres, el cesto se desfonda


Este lunes navegamos sobre ese limbo taurino que cada año separa la Feria de San Isidro de la del Arte y la Cultura (antes conocida como del Aniversario). Un eslabón perdido en la cadena que, teóricamente, sirve de comodín tras el ciclo isidril para recuperar alguna corrida suspendida a causa de la lluvia. Este mes de mayo, a pesar de que ha llovido mucho y bien -incluso han caído pedruscos de granizo del tamaño de una canica-, no se ha producido ningún aplazamiento, así que los aficionados tenemos la jornada libre para rumiar quiénes han sido nuestros triunfadores de la feria; unos nombres que, por cierto, casi nunca coinciden con los del jurado oficial de Taurodelta.
 

La empresa de Madrid ha decidido que el torero triunfador de 2013 sea Alejandro Talavante por su actuación durante la corrida de Victoriano del Río, en la que salió a hombros. Como los números nunca han sido mis amigos y suelo sufrir amnesia con el recuento final de orejas, propongo como triunfador de San Isidro a la antítesis extremeña de Talavante: me refiero a Antonio Ferrera. Si durante la encerrona con los Victorinos del pasado 18 de mayo, Talavante dejó al descubierto sus carencias en la lidia y sus dificultades a la hora de torear cualquier animal que no proceda del encaste Domecq, Ferrera -que sorteó una corrida del Cortijillo y otra de Adolfo Martín- ha sentado cátedra como lidiador y conocedor de los terrenos y distancias del toro, provenga de la ganadería que provenga. Si en estos momentos regentase una ganadería, pelearía con uñas y dientes para que Ferrera lidiase mis toros.
 

Coincido, en cambio, plenamente con la decisión del jurado de Taurodelta a la hora de premiar a Ivan Fandiño como el autor de la mejor faena por su lucha cuerpo a cuerpo con "Grosella" de Parladé. Ésta fue una oreja de las que no se olvidan, cortada a fuego, durante un enfrentamiento emocionante que le costó una cornada grave. El de Orduña venía mentalizado este San Isidro para darle la vuelta a la tortilla e impedir que las empresas volvieran a regatearle el pan: "en mi hambre mando sólo yo". Aquella determinación sólo tenía dos finales posibles: Puerta Grande o hule. Tocó lo segundo.
 

En el capítulo ganadero, mientras que el tribunal "oficial" ha premiado a Victoriano del Río, en mi palmarés particular, el premio a la mejor corrida, por presentación y comportamiento, se lo llevaría Adolfo Martín. Supongo que, como en cualquier certamen, estas diferencias se producen por una descoordinación en los criterios evaluadores. En Miss España, por ejemplo, algunos miembros del jurado se fijan en los pies de las concursantes, otros en el vigor de su busto y, los menos, en las facciones del rostro. De igual manera, en los toros, unos nos decantamos por la casta y la bravura, y otros por la toreabilidad, la enganchabilidad y la pulseabilidad. Usando como vara de medir el mismo criterio de la casta y la bravura, me veo obligada a dejar desierto el premio al mejor toro, puesto que ninguno ha cumplido de forma sobresaliente en los tres tercios (el que más se acercó fue "Marinero" de Adolfo y, seguido bastante de lejos, estuvieron "Bustillo" de José Escolar, "Pampero" de Alcurrucén y "Dulcero" de Pedraza de Yeltes).
 

Finalmente, un galardón en el que todos coincidimos, tanto los amantes de los tobillos como los del busto, es el que reconoce la labor de la mejor cuadrilla, que este año, tras su apoteósica vuelta al ruedo la tarde de los Cuadris, ha recaído en la de Javier Castaño: Tito Sandoval (mejor picador), Marco Galán (mejor brega), David Adalid y Fernando Sánchez, ex aequo (mejor par de banderillas). Aunque, un año más, tampoco olvido la torería de Luis Carlos Aranda.
 
 
De cualquier manera, salvando los citados reconocimientos, e incluso sumando detalles de Javier Castaño, Alberto Aguilar, Fernando Robleño, David Mora o Juan Bautista durante la interesante corrida de Fermín Bohórquez, estos mimbres son muy escasos para soportar un abono de treinta tardes. O la cosa cambia o mucho me temo que el cesto se desfonda. Veremos, dijo un ciego, qué nos depara la Feria del Arte y la Cultura. Si salen toros bravos y toreros dispuestos, podemos, incluso, ahorrarnos el arrebato artístico y cultural. Menos pipas y más emoción.

sábado, 18 de mayo de 2013

Crónica del 18 de mayo: "Unos se fueron sin merendar, otros sin torear"

- Me voy sin merendar del disgusto que llevo. ¡Sin merendar! Y los flamenquines fríos.


Exterior de Las Ventas. Nueve y cuarto de la noche. Un señor que porta una nevera de camping color azul sube las escaleras hacia el paso de peatones. Dentro de la plaza, varias docenas de almohadillas reposan sobre el albero. La encerrona de Talavante ha terminado. Afortunadamente, ha sido breve.
 
 
No se produjo un solo quite. Los toros se pusieron ante el caballo de mala gana. Se picó mucho y mal. En las seis faenas de muleta no hubo un ápice de pasión. Frío. Frío el ambiente y gélido el torero. Estocadas atravesadas y caídas. Silencio, silencio, ovación, silencio, silencio y pitos. Un sainete insalvable. Sin corazón no se torea.
 
 
Sobre los toros, una ganadería de la categoría de Victorino Martín tiene que aspirar a más. Es una obligación. No hubo bravos ni alimañas. Preocupa la deriva que está tomando la divisa extremeña. Sin embargo, tampoco mereció una lidia tan mediocre ni seis tercios de varas desmedidos. Hubo toros para cortar una oreja.
 
 
Talavante aún está esperando una alineación inter-planetaria para ponerse a torear. Siempre se le podrá echar la culpa al viento.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Se hace camino al andar... y al torear Victorinos en Madrid


Se hace camino al andar... y al torear 6Victorinos6 en Madrid. Es el sendero de la épica. Talavante, que aún lleva dentro aquel guerrero samurái que le transmitió Corbacho, lo sabe.
 
 
La grandeza de su acción no radica en haberse convertido en el primer torero que se publicita en televisión, sino en haberse anunciado, en solitario, con una corrida de Victorino en Las Ventas. La noticia habría sido bien distinta si hubiese decidido estoquear seis de Parladé, Jandilla o Garcigrande. O, incluso, si esos seis de Victorino los lidiase en Olivenza o Badajoz. Talavante, con su listeza e intuición, ha puesto los bueyes antes que el carro y, ahora, "solamente" le falta triunfar en el día clave. Algo que estoy convencida que conseguirá a poco que le embistan un par de Victorinos. Su tauromaquia es fresca, improvisada y suave, perfecta para la bravura de los cárdenos.
 
 
Tiene un factor en contra: su cuadrilla, no especialmente brillante. En Madrid, los Victorinos tienen que lucirse en el caballo, pero Talavante sabe donde torea, y seguro que también lo ha previsto. El extremeño, esta temporada, no da puntada sin hilo.
 
"Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar".
 
¿Y qué senda es ésa que nunca se ha de volver a pisar? La de conformarse con apuestas fáciles. El toreo está necesitado de gestos así. De épica. Suerte, Talavante.
 
 
A raíz de esta entrada, recibo un mail del Papa Negro que tengo que copiar íntegramente:
¿Cuántos Victorinos ha matado Talavante ? Esto es como las boinas de Elósegui o los melones de Villaconejo... ¡¡se publicitan a posteriori!! Cien años vendiendo melones y boinas demuestran que son los mejores del ramo… Pues cuando "el figura" de turno mate una camada o dos que se ponga un videoclip con los resultados. Los sacamuelas del Far West metían las muelas extraídas en tarros con alcohol y las exhibían para demostrar su pericia ante su clientela de potenciales "dolientes". Que yo sepa, Talavante todavía no tiene en su tarro ningún Victorino. 
 

lunes, 15 de abril de 2013

Dumbo, al matadero

"En el toro de Victorino se bordeó el ridículo. El animal le pidió los papeles y Manzanares estaba indocumentado ante este tipo de ejemplares, con guasa y mal estilo" (crónica de Carlos Ilián).
 
 
José María Manzanares Jr., el rey que iba desnudo, está ofuscado porque el Victorino que le tocó lidiar durante su encerrona en La Maestranza, de nombre "Vengativo", no dejaba de mover las orejas. Así lo explicó este domingo en Carrusel Taurino:
 
"Yo lo vi muy malo. Quitando una tanda por el lado izquierdo, que se dejó más, luego se orientó muy rápido y para matar me tapaba la salida. Lo vi, más que complicado, que apenas se le podían pegar muletazos. Él no pegaba puntada sin hilo, cuando estaba delante de él no dejaba de mover las orejas, estaba pendiente de todo lo que ocurría a su alrededor".

Francamente, con la que está cayendo, no sé qué pretenden estos ganaderos que crían toros con orejas móviles. Las orejas están para cortarlas y tenerlas bien quietas. Luego nos extrañamos cuando desaparecen encastes. Dumbo, al matadero. Por ser cárdeno y mover las orejas. Lo sentimos. Lo manda Manzanares.
 
 

lunes, 1 de abril de 2013

La conquista silenciosa (crónica de la corrida de Victorino en Arles)

En las vueltas del sombrero donde se sortean los toros de Victorino, rara vez sale ya la bolita con el número de la alimaña o el de bandera. En las últimas temporadas, el conjunto suele saldarse con un tono medio que, en Arles, ha rozado el notable (con 18 puyazos en total). Quizás los dos extremos lo marcaron el quinto, por peligroso, y el segundo, por bravo y noble. En cuanto a la presentación, fue irreprochable: ambos ganaderos, padre e hijo, que presenciaron la corrida resguardados de la lluvia compartiendo paraguas, han llevado al Coliseo de Arles una corrida de plaza de primera categoría. Sólo llamó la atención la encornadura, con muchos ejemplares paletones y pocos veletos o cornipasos, marca de la casa.


Sorteó el peor lote el torero que abrió cartel: Fernando Robleño, que vistió el mismo terno grana y oro de su épica encerrona en Ceret. A su primero le faltó transmisión; con el azaroso quinto se la jugó a carta cabal -no en vano, resultó prendido pudiendo zafarse de la cornada de milagro-; y estuvo sensacional con el tercero, un animal que rompió a bueno tras "hacerlo" a base de oficio, alargándole las embestidas. Hacía tiempo que no veía torear tan bien, tan de verdad al natural. Cuando los toreros se encuentran en su mejor momento, no conocen el toro imposible. Eso se nota en la muleta transparente de Robleño: si la dignidad y la vergüenza torera cotizasen al alza, otro gallo le cantaría. Se torea como se es. Y como se está. Un detalle basta para entenderlo: la manera en que llevó a su tercero al caballo, poderoso y seguro, obligándole por bajo.


El otro espada que completaba cartel, y que tampoco anda escaso de valor ni pundonor, era Javier Castaño. El salmantino ha tenido una tarde de menos a más: algo frío y desconfiado con su primero -el mejor Victorino de la tarde, que tomó cuatro puyazos-, hasta firmar una impecable faena, de coraje y oficio, al sexto. Tal vez la actuación que más me gustó fue su emocionante lidia al cuarto, dejándose llegar al toro de lejos, dándole todas las ventajas. Es de agradecer la manera en que Castaño enseña su lote, desde que se abre de capa hasta la estocada final. En eso también ayuda una espléndida cuadrilla, donde en Arles, además de Adalid, han destacado dos jóvenes promesas: el picador Alberto Sandoval, sobrino de Tito Sandoval, y el tercero Fernando Sánchez Martín. 

Fotos: Jöel Buravand

El único reproche que puede pesar sobre las conciencias de Robleño y Castaño ha sido su fallo con la espada que, sin duda, les ha privado de varias orejas. Esto demuestra que, para triunfar y ganarse el respeto de la afición, no siempre es necesario cortar apéndices al peso. Existen otras conquistas, menos materiales y prácticas, sin duda, pero más sólidas y perennes.


Con este mano a mano, se ha puesto fin a la interesante feria de Arles, un ciclo donde, todas las tardes, se han visto toros (especialmente de Alcurrucén, Torrestrella, Cebada y Victorino), toreros (Iván Fandiño, Luis Bolivar, David Mora, y hoy, Robleño y Castaño), cuadrillas, tercios de varas y donde, sobre todo, no ha habido un solo baile de corrales. Que tomen nota en otras latitudes porque ésta es la única receta para la salvación. No existen más ingredientes para el milagro.

miércoles, 9 de enero de 2013

Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar


Algo está cambiando. Los toreros se dan de tortas por entrar en la corrida de Victorino en Sevilla (previsiblemente para el viernes 12 de abril, un día después de Cuadri). El primero en lanzar el guante fue El Cid, quien sabe de primera mano -soberbia zurda aquella- lo que implica triunfar ante los cárdenos en La Maestranza. El de Salteras pidió, además, que otros diestros reputados se subieran al carro de los Victorinos. Al poco -¡bendita y casi olvidada competencia!-, le salieron a la zaga Urdiales y Alberto Aguilar. El cartel quedaba redondo. Sin embargo, la mañana de Reyes, apareció Luque, cual apisonadora de Oriente, y dijo que él también quería su ración de grises, tres bichos concretamente, y mano a mano con El Cid. Tras la temporada de 2012 (siete tardes entre Madrid y Sevilla y, como balance final, una triste oreja), ¿puede Luque permitirse el lujo de exigir? ¿Merecen Urdiales y Aguilar quedarse fuera del cartel porque el de Gerena prefiere la fórmula del mano a mano en vez de una terna, eludiendo así la tan necesaria competencia? Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar.    


Mientras ha sido el niño inmerecidamente mimado de una empresa caótica, Luque jamás se ha puesto delante de un Victorino en Sevilla. A diferencia de su paisano Manuel Jesús, no ha querido ni oler la divisa azul y encarnada. El año pasado, Canorea & Company lo anunciaron cuatro tardes (Juan Pedro Domecq, Daniel Ruiz, El Pilar y Alcurrucén) y no le recuerdo un solo pase, salvo unas bonitas verónicas con el compás abierto el Domingo de Resurrección. Su paso por Madrid (tres tardes) también fue anodino. En la funesta Feria del Arte y la Cultura, se le fue, por cierto, un toro de bandera del Puerto de San Lorenzo. A Velosico II, el sevillano le cortó una oreja "clavelera" cuando portaba un cortijo en cada pitón. Con esto no sostengo que Luque cometa un pecado pidiendo Victorinos -al contrario-, pero sí le reprocho que exija un mano a mano tras las apuestas de Urdiales y Aguilar, toreros con un camino a su espaldas mucho más abrupto, y que se han forjado en la fragua cárdena.

Urdiales, a sangre y fuego, en Bilbao

Alberto Aguilar, emoción en Las Ventas

Si la empresa de Sevilla se ha cepillado este año las primeras corridas de preferia (donde solían lidiar el Conde de la Maza, Palha, Cebada Gago y otras ganaderías "duras"), y ciertos toreros pretenden cerrar aún más el abanico rechazando la fórmula de la terna, ¿qué oportunidad les queda a aquellos que siempre bailan con la más fea? Máxime cuando los Victorinos ya están reservados en Madrid para Talavante, otro que se ha apuntado a la moda de las encerronas. ¿Y qué me dicen de Jiménez Fortes, que también quiere matar seis toros en Pamplona cuando todavía ni siquiera ha confirmado alternativa en Las Ventas? ¡Cuánto atragantón de toro! Ningún torero se hizo figura a base de encerronas, sino de competencia ante las ganaderías más difíciles y exigentes.


En 2010, Luque se estrelló en Las Ventas
con una encerrona para el olvido

¿Y sobre El Cid qué quieren que les diga? Aún sueño con aquel 19 de abril de 2007 cuando, de camino hacia La Maestranza con mi padre, por la calle Arfe, una gitana nos enjaretó una ramita de romero y dijo aquello de "la suerte, con papel se paga". Esa tarde, El Cid le cortó las orejas al Victorino Borgoñés. Casi seis años más tarde, aún conservo ese brote de romero y la crónica escrita al alimón, con la esperanza de que conserve la alegría intacta de una tarde de toros perfecta, y de que El Cid vuelva a ser aquel Cid.

El romero de la gitana de la calle Arfe seis años más tarde

Cruzábamos el Arco del Postigo para adentrarnos en El Arenal, cuando mi acompañante decidió echarse al coleto el segundo carajillo de Cazalla en un vano intento de humillar unos callos rebrincados que habíamos almorzado en la Puerta de la Carne. Arfe abajo íbamos con la bandera bajada cuando nos arrinconaron dos gitanas jamonas, de más de doce arrobas, para leernos la buen ventura. Servidor se resistía, pero mi camarada de tendido, con más experiencia en esos lances, advirtió:
“- Abre la mano que tardamos menos”.
Nos leyeron el gori-gori y nos dejaron bendecidos con el ramito de romero, pero cuando echamos manos a la faltriquera la jamona mayor se engalló y dijo:
“- La suerte con papel se paga”.
De modo que ya puestos a redondear faena, le dejé el billete en las simas del canalillo del escote y nos abrimos por Adriano adelante.

Entramos pronto en la plaza, que era tarde de mucho lío. Acodados en la baranda que el 10 tiene sobre el patio de cuadrillas, mi socio advirtió que a Pepín le caía mal el blanco del vestido; y dos señoras de permanente incombustible corrigieron que iba “de blanco roto o espuma de mar”.
“- La jodimos, tía Manuela”.



A Pepín, el primer Victorino le tiró derrotes de santos óleos más que de primera comunión. Y al cabrón de “Paquito” se lo quitó de encima de pinchazo y media en los bajos. A su segundo, Liria se fue a recibirlo a porta gayola. “Petrarquista” no salía, que estaría rematando sonetos, y a Pepín le hizo aguantar un quinario de órdago. Banderilleó valiente Diego Robles, que saludó montera en mano, y su matador, hecho un león toda la tarde, pasaportó al Victorino con una estocada tendida.
Se hizo presente en el ruedo maestrante Borgoñés y el Cid lo hipnotizó con los vuelos del capote: ¿venía ya hipnotizado por el brujo Victorino o lo hizo con su magia el de Salteras? El caso es que el diestro estuvo enorme a siniestras, toreando al natural las humilladas embestidas de aquel toro de bandera. El Cid acalló un alboroto de “indultitis” que se inició en el tendido con una estocada, y le cortó las orejas a ley. A su segundo, un “Baratero” que traía memorias de glorias pasadas, pero venía sin hipnosis, le dio Manuel Jesús los naturales más cuajados de la tarde. Y los “oles” parecían truenos venidos de las nubes del Aljarafe. Tardó en morir “Baratero” y en el último estertor acertó a herir Julio López cuando intentaba apuntillarlo.
Salvador Cortés estuvo ausente; se quitó de encima los peligros sordos del terciado tercero y desaprovechó clamorosamente el pitón izquierdo del sexto, por nombre “Estupendo”, que le estaba entregando las orejas, y Salvador sin enterarse.
Nos preguntábamos a la salida si la gitana jamona tuviera razón, con qué papel se pagarán la suerte Victorino y El Cid. Triunfo de clamor el del Cid en Sevilla: El Cid no necesita ir a Burgos para hacer jurar a la torería andante si alguien quisiera destronarlo del escalafón.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Talavante, la oveja descarriada


Talavante -que siempre ha tenido el cable un poco pelado- quiere matar 6 Victorinos 6 en Madrid. Decía Dámaso González que cuajar un Victorino requería poesía, valor y temple. Ojalá el extremeño encuentre todos estos factores y, además, tenga la inteligencia de lucir la corrida en el caballo, a pesar de que su cuadrilla no suele darse excesiva coba. Desde que la noticia se hizo oficial, los aficionados estamos desazonados a la espera de que vuelva a saltar la liebre. Pasan los días y El Juli aún no ha anunciado que se encerrará con los Cuadris en San Isidro (si ha twitteado, sin embargo, que estaba disfrutando mucho en una cafetería de Barajas rumbo a México) ni Manzanares ha apostado por la de Miura en La Maestranza (Kate Moss lo tiene absorbido).

José Mari se encierra con Kate

En otros tiempos, entre los figurones del toreo, el fenómeno de "acción-reacción" (también llamado "competencia") se producía de forma casi inminente. Porque, después de que Talavante haya lanzado el guante, Juli no se conformará con los Victorianos del Río ni Manzanares con los Cuvillos y  Moss... ¿o sí?


Quizás hayan considerado el envite de Talavante una afrenta contra al espíritu del "ex G10". ¡Alta traición en la cúspide! Últimamente he escuchado y leído varias declaraciones de cabecillas del escalafón (Juli y Perera, principalmente) en las que criticaban que los toreros no hablasen "con una sola voz", no estuvieran unidos, no defendieran los mismos intereses... Este comportamiento solidario y gregario que se pretende imponer en la Fiesta del siglo XXI me llama extremadamente la atención, sobre todo porque el toreo siempre ha sido una profesión personal, individual y solitaria. Ante ciertas figuras tengo la sensación de estar escuchando a un sindicalista. La semana pasada, con motivo de la Huelga General, Toxo y Cándido Méndez también gritaron que los ciudadanos debíamos plantarle cara al Gobierno "con una sola voz" y que ellos se comprometían a "defender nuestros intereses". Es exactamente el mismo discurso del G10 y, para muestra, un botón:


EL JULI (en Tendido Cero del 3 de noviembre)
: "El mensaje de los toreros se ha distorsionado totalmente, en parte por las dificultades que tenemos de unirnos en una sola voz. Parece que esto es imposible cuando, en realidad, todos los toreros tenemos el mismo interés. Se ha contado mal: sólo se ha sustentado sobre una base económica cuando, de hecho, a varios nos ha supuesto dejar de ganar un dinero por pelear por una serie de cosas... [...] La clave de la desunión de los toreros ha sido una filosofía de vida y un sistema donde parece más importante el hoy que el mañana [...] Los toreros deberían estar representados en un mismo grupo porque, en realidad, nos importa lo mismo a todos, ¿no? El problema es la ideología sobre lo que tiene que ser el toreo y lo que cada uno entiende que aporta a la profesión o su situación... La estructura nos utiliza y no decidimos dónde y cuándo toreamos".

MIGUEL ÁNGEL PERERA (en Tendido Cero del 17 de noviembre)
: "He echado en falta el compromiso más de verdad de algunos compañeros... Ha faltado lealtad. Puedo perdonar muchas cosas, pero la deslealtad entre hombres no la perdono y me hacen ser muy extremista. A las pruebas me remito. Siempre defenderé que cada persona es muy libre para comprometerse, pero de ahí a no ser leal con los hombres que hemos compuesto este grupo [en referencia al G10], no lo perdono".

"No se torea en equipo", "no se torea en equipo", "no se torea en equipo"...

La Tauromaquia se defiende desde el ruedo con tardes extraordinarias (del latín: "fuera de lo común") como la que puede protagonizar Talavante en Las Ventas, o las que ya realizaron la pasada temporada Javier Castaño y Fernando Robleño encerrándose con Miuras y Escolares, respectivamente. Y no: no es cierto que todos los toreros tengan los mismos intereses y necesidades. Quizás sí los mismos sueños, pero cada uno, consciente de su situación, ha elegido un camino, y siento más respeto por aquellos que defienden su profesión en el ruedo, lidiando todo tipo de ganaderías y dando la cara, que aquellos otros que se pelean en un despacho por los derechos de imagen televisivos. Por cierto, Castaño acaba de anunciar que la próxima temporada quiere matar toda la camada de Miura. Suerte para él y Talavante..., y que cunda el ejemplo.

El mundo al revés