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miércoles, 13 de enero de 2016

Faldas que rompen matrimonios

"Existen más libros sobre Marilyn Monroe que sobre la II Guerra Mundial. Hay cierta semejanza entre las dos: era el infierno, pero valía la pena" (Billy Wilder).


Una de las escenas eróticas más famosas del cine se rodó en la esquina de Lexington Avenue con East 52nd Street. Justo cuando pasaba el metro, el aire que salía de la rejilla de ventilación levantaba la falda plisada de Marilyn Monroe, dejando ver sus turgentes muslos y la ropa interior blanca. A pesar de que las pruebas del rodaje se realizaron de madrugada, las piernas de la rubia congregaron a tal multitud de hombres y fotógrafos en estado febril que los murmullos entorpecían la filmación. Los silbidos hacían que la estrella olvidara su texto constantemente. No en vano, la escena tuvo que finalizarse en los estudios de la Fox para evitar el colapso de Manhattan.


Corría el año 1954 y Marilyn estaba casada con el jugador de béisbol Joe Dimaggio, quien se puso amarillo de celos frente a la rejilla del metro y acabó marchándose al hotel sin sacar las manos de los bolsillos. Lo explicó a la perfección el propio director, Billy Wilder: "Yo también me habría enfado viendo, desde la barrera, la falda de mi mujer levantándose hasta la cabeza. Y claro, eso toma tras toma. Los neoyorquinos gritaban cosas desde las vallas... y algunos lo hacían a menudo. Eso no le gustó mucho". 


El tono de la secuencia también sorprendió a la actriz: ella pensaba que se trataba de una interpretación cómica, pero Wilder tuvo la genialidad de montar una auténtica función erótica en la vía pública. Y el revuelo terminó divirtiendo a Marilyn casi tanto como al público presente. "Oooh, do you feel the breeze from the subway?".


Nada sucede por casualidad. En 1901, cuando el cinematógrafo aún balbuceaba, un cortometraje que mostraba a una mujer cuya falda salía volando a causa de la ventilación del subterráneo inspiró a Wilder. Pero aquella señora de comienzos de siglo no disfrutaba de la corriente como hacía Marilyn, que conseguía sembrar el caos allá adonde iba... Para gustar, primero hay que gustarse y la rubia platino era consciente de ello. 


El vestido blanco de la icónica actriz -diseñado por William Travilla- se ha convertido hoy en objeto de culto. Sin embargo, Dimaggio llegó a declarar que lo odiaba. Por supuesto, el matrimonio desembocó en divorcio, justo un mes después del rodaje en Lexington Avenue. Hay faldas, piernas y mujeres que nacen para ser compartidas con el resto de la Humanidad, pero eso, desafortunadamente, algunos maridos no lo comprenden.


jueves, 5 de noviembre de 2015

Politeísmo y poligamia


“Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo”.  

Esta frase forma parte de una carta firmada por Gustave Flaubert, escritor francés del siglo XIX. Tampoco es cierto que los hombres del siglo I a.C. y de los siglos I y II d.C. estuvieran totalmente solos: tenían a sus dioses, muchos, y por supuesto, también a Séneca. Sin olvidar los “festejos taurinos” en los anfiteatros de Arles y Nîmes, que se construyeron por esas fechas. Luego, se impuso el Cristianismo, que cuajó bien, hasta que, un buen día del siglo XIX, Nietzsche decidió matar a Dios. Entonces el hombre volvió a estar “solo”. Hasta hoy.


Tras la racha nihilista, en la sociedad del siglo XXI, se va imponiendo de nuevo el politeísmo. La gente adora a múltiples divinidades (futbolistas, estrellas de cine, cantantes, efímeros “dioses” televisivos, políticos con coleta, etc.) a la vez que deja de ir a la iglesia los domingos. Los locos, incluso, veneran a algún torero. Reducirlo todo a uno (un único Dios) es una jodienda innecesaria.

Y al tiempo que regresa el politeísmo, gana también terreno la poligamia: de la misma manera que un único dios no puede cubrir todas nuestras necesidades espirituales, un solo hombre/mujer no puede satisfacer todas las mundanas. Algunos denominan esta situación “un putiferio”; otros dicen que “todo el monte es orégano”. El caso es que el refrán de “cada oveja con su pareja” ha quedado caduco y los abogados se forran gestionando divorcios. El actual auge del politeísmo y la poligamia es de cajón y, bien planteado desde un principio, ahorraría muchos follones y papeleo en los juzgados.


La multiplicidad de los dioses y las parejas resulta, por supuesto, muy cansado. Lo de estar en misa y repicando ha adquirido una nueva dimensión, pues bien es sabido que las guerras siempre las han ganado aquellos que tenían menos flancos abiertos. Pero ya lo cantaba Malevaje:

Si soy así, 
¿Qué voy hacer? 
Nací buen mozo y embalao para el querer. 


lunes, 6 de julio de 2015

Las apariencias engañan

En tus manos, un aroma,
que trasminaba como el clavel...


El viejo refrán "Fiar es cobre, y no fiarse es oro" aconsejaba desconfiar siempre de aquello que tenemos ante nuestros ojos. Es decir, nunca digas "de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre" porque, incluso con la mayor de las evidencias, salta la sorpresa... principalmente cuando se trata del ser humano. No en vano, "la confianza mata al hombre" es otro dicho de nuestro refranero. 


Hablando de hombres, los hay aparentemente formales que, arañando un poco, se transforman en golfos de tomo y lomo. "Del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me libraré yo"... Ojito con los/las pseudo-pastueños/ñas, con los que llevan una carpeta debajo del brazo o las que parece que jamás han roto un plato. 


El juego de las apariencias es más viejo que el hilo negro, sobre todo en las relaciones entre hombres y mujeres. El ilustrador francés George Barbier -perteneciente a la corriente del Art Decó- ha sido uno de los artistas que mejor ha sabido plasmar "las dobles caras". Al contemplar sus dibujos, inevitablemente salta la pregunta: ¿quién está con quién? ¿Quién es el amante? ¿Cómo acabará la noche? El amor es ciego... hasta cierto punto. 


Igual que no conviene lanzarse a torear sin analizar previamente el comportamiento del toro, "quien de alguien se fía, ya llorará algún día". Al final, con una buena lidia, siempre se descubren las querencias... Mientras tanto, "al hombre y al fuego con recelo".


Seamos un poco como Santo Tomás y metamos los dedos en la llaga... Por cierto, para recrearse en los detalles, al pinchar sobre las ilustraciones de Barbier, éstas se amplían.

miércoles, 17 de junio de 2015

La guinda sobre el pastel

Un gato dura trece años, el amor tres: primero hay un año de pasión, luego un año de ternura y, por último, un año de aburrimiento. Esta clarividente teoría es del escritor francés Frédéric Beigbeder. Después de los tres años, la pareja debe separarse, suicidarse o tener hijos, que son tres maneras de confirmar el fin. Cuanto más obsesionados estamos por encontrar la pasión, más decepcionamos nos sentimos cuando la llama se apaga. Según Beigbeder, lo que necesitamos es buscar el aburrimiento: la pasión no puede "institucionalizarse", puesto que el aburrimiento es el estado natural... y la pasión, una guinda sobre el pastel.


"Un chat dure treize ans, l’amour trois. C’est comme ça. Il y a d’abord une année de passion, puis une année de tendresse et enfin une année d’ennui. Après trois ans, un couple doit se quitter, se suicider, ou faire des enfants, ce qui sont trois façons d’entériner sa fin. Plus on cherche à être passionné et plus on est déçu quand ça s’arrête. Ce qu’il faut, c’est chercher l’ennui, comme ça tu seras toujours surpris de ne pas te faire chier. La passion ne peut pas être «institutionnelle», c’est l’ennui qui doit être la normale –et la passion une cerise sur le gâteau".


El amor es una catástrofe espléndida. La única decepción programada. Sin embargo, vivimos en la "sociedad de la soledad", según palabras de Beigbeder. Ya no hay familias, ya no hay ciudades, ya no hay Dios. Esta declaración hizo que recordara una entrevista radiofónica a la actriz María Casares, el gran amor de Albert Camus: "Fuera de mis padres, con Camus aprendí que uno puede no estar solo en el mundo... porque siempre pensé que estábamos solos. Y, con él, supe que no podía estar sola... Incluso después de su muerte, nunca estuve sola. No es que piense que está ahí... No. Pero no estoy sola porque sé que, una vez, no lo estuve, por consiguiente, no lo estoy". La mujer que corre por la playa al final de El primer hombre es ella, María, aunque en opinión de Catherine, la hija del Premio Nobel de Literatura, "nadie fue la mujer de Camus infinitamente".  

lunes, 15 de junio de 2015

Echar el anzuelo

La vida de Paquita Rico es un folletín. A los diez años ya trabajaba para ganarse el sustento; a los veinte, era cancionista folklórica y a los treinta, estrella del cine. Y siempre bellísima. Natural que más de uno quisiera echarle el azuelo...


En 1956, Ochaíta, Valerio y Solano compusieron varias coplas para la película Curra Veleta, dirigida por Ramón Torrado y protagonizada por Paquita Rico, quien interpreta el papel de una guapa muchacha que vive con sus tíos en Ayamonte. La cinta arranca con unos espectaculares planos generales de la dársena de Ayamonte, donde los pescadores acuden camino de la lonja, para vender su mercancía. Paquita sale a escena en la parte más alta del pueblo, La Villa, con una cesta al brazo, cantando una simpática coplilla titulada El Anzuelo

El anzuelo,
el anzuelo procura afinarlo,
que no haya camelo
pa que luego,
si en la iglesia 
te ponen el yugo
al irte a casar,
no te larguen
un besugo...
¡qué bar... que barbaridad!

Mocita que en tu ventana,
te dan de pares y nones, 
ten cuidado que no te piquen
los malos y los tiburones.

Y cuando la pesca llegue,
procura con tu gracejo, 
que no caigan en tus redes
langostinos ni cangrejos.

Son pescaítos de plata
las niñas en buen estado, 
en cambio son las gambonas
y las raspas del bacalao.

Mocitos de veinte años,
filetes de pescaílla,
merluzos los solterones 
pa asarlos en la parrilla.


Paquita Rico vino al mundo en una modesta casa del barrio de Triana, en 1929. Mucho antes de rodar Curra Vetela, aprendió a distinguir un besugo de un filete de pescadilla: su padre era vendedor de cucuruchos de marisco por las calles de Sevilla. En 1960, se casó con Juan Ordóñez Araújo, hijo de El Niño de la Palma y hermano del famoso torero Antonio Ordóñez. Cinco años después de la boda, Juan, que en el mundillo sólo llegó a banderillero, teniendo que vivir a expensas de su mujer, se suicidó, dejando muerta de tristeza a La trianera de bronce. A su funeral, acudió el director de cine Orson Welles, quien besó la mano de la hermosa viuda.

viernes, 17 de abril de 2015

Amante de abril y mayo en la Sala de Fitness

Entre abril y mayo llegan las primeras calores. Que la primavera altera la sangre es un dicho que se cumple tanto en los hombres como en las mujeres, principalmente entre las que andan por la cuarentena, hermosas y sin un amor (o con un marido, tanto da). De pronto, un buen día, estas señoras cambian de peinado y salen al zaguán a decir adioses a un niño tostado. O, en su defecto, se apuntan al gimnasio con el fin de arrimarse a su entrenador personal. 

 
Observo el modus operandi de estas mujeres en la Sala de Fitness. Todo comienza con un tirón ficticio, con una máquina que no funciona o con una duda sobre el plan de entrenamiento. Son señoras burguesas, de escudo y renta, todavía de buen ver, como la rosa de Peñaflor. Van al gimnasio con unos modelos meticulosamente estudiados -realzando las carnes en los puntos clave-, que relucen aún más gracias a los complementos: pendientes de perlas o pulseras de oro. Las alianzas de casadas quedan accidentalmente olvidadas dentro del joyero. 

 
Mientras el especialista en fitness acude cabalmente en ayuda de estas atléticas damas, venas adentro, corre un amor de mayo y abril. A veces, las vecinas -que también están apuntadas en el mismo gimnasio- hablan más de la cuenta: que si ella tiene cuarenta y que él sólo veintidos. Pero contra el viento de la comidilla y a pesar del tango de la edad, a las señoras con zarcillos de perlas les duelen los centros de tanto querer a su "entrenador de definición muscular".


Nada nuevo bajo el sol: en 1957, Rafael de León ya escribió Amante de abril y mayo para doña Concha Piquer. La misma historia... sólo que el especialista en fitness iba a caballo.
 

jueves, 12 de febrero de 2015

Consultorio sentimental


Adoro los programas de radio nocturnos donde sólo llaman locos o "desenamorados". Por estas fechas de San Valentín son impagables. Historias del tipo: "Julia se casó con su marido muy enamorada. Al nacer su cuarta hija, él empezó a cambiar de comportamiento y cualquier situación que se presentaba era una excusa perfecta para salir con los amigos. Cierto día, uno de esos amigos y delante de una vecina, le confirma a Julia la verdadera condición sexual de su marido". O: "Laura se ha llevado una desagradable sorpresa tras descubrir que el chico de la camiseta blanca y bronceado urbano no sólo era el socorrista de su corazón, sino de la urbanización entera. Tras sacarle el dinero para cubrir sus gastos, se da cuenta del engaño y ahora se pregunta cómo pudo haber caído en sus redes". 


Nada nuevo bajo el firmamento radiofónico: entre 1947 y 1983, durante 36 años, Elena Francis fue el gurú de las mujeres españolas. En su libro Elena Francis: un consultorio para la Transición, el profesor Gerard Imbert explica: "Lo que en un principio se concibió como un consultorio de belleza para promocionar cosméticos de marca, luego se transformó en un confesionario, aunque en el programa cabía de todo. Se hablaba de temas domésticos, del cuidado de la casa, de moda, de cocina [...] Una vez una chica preguntó cómo se colocaban las cosas en la nevera". Entre consulta y consulta, se ponían canciones dedicadas o se leían vidas de santos. Continúa Imbert: "Había muchas Elenas Francis encerradas en una: la amiga, la confidente, la directora espiritual; pero también la censora, la juez, la represora. Todo estaba empapado de grandes dosis de maternalismo".


Sobre asuntos amorosos y sexuales, Elena Francis se regía por los preceptos de la Sección Femenina: la principal función de la mujer era la maternidad, la homosexualidad era un transtorno que las esposas podían remediar, las muchachas no debían llevar tacones... Según Imbert: "La filosofía del programa era la de proponer un modelo de mujer abnegada, sufridora, entregada enteramente al hogar y capaz de cualquier cosa con tal de salvar la unidad familiar. Infidelidades, malos tratos, alcoholismo... Todo había que soportarlo por el bien de los hijos y su futuro". Igualito que ahora.


En 1982 se destapó el secreto de la señorita Francis: el personaje no existía "en cuerpo y alma", sino que era un montaje del catalán Instituto de Belleza Francis para promocionar sus productos. Desde los inicios, las cartas de las oyentes -20.000 al mes- eran respondidas por un grupo de asesores, entre los que figuraban un cura y un psicólogo. A partir de 1966, le encargaron el guión del programa al crítico taurino Juan Soto Viñolo... ¡para que luego digan que los aficionados no somos sensibles! Diversas locutoras prestaron su voz al personaje ficticio de Elena Francis, aunque la más carismática fue Maruja Fernández.

Juan Soto Viñolo en los toros... escribiendo, quizá, para la señorita Francis

En cierta ocasión, en el programa de RNE Carta de España, la condesa de Quintanilla -que, en realidad, era la condesa de Romanones- enumeró qué cualidades buscaba la mujer en un hombre. La respuesta fue colosal: "Yo creo que busca lo que ellas no tienen: que sea muy equilibrado, porque las mujeres somos muy emotivas y menos equilibradas". Actualmente, en los programas de madrugada, los locutores recomiendan la Ley del Talión: si él te pone los cuernos, ponlos aún más; si él tiene dudas, desprécialo; si él llega tarde a casa, no le abras la puerta; si él evita salir con tus amigas, escúpele... Eso sí: si tu pareja te confiesa que es homosexual y le gustan los hombres, se comprensiva y hazte su amiga.

jueves, 29 de enero de 2015

Tipos de hombres

Un buen amigo, desconcertado por la psique femenina, me ha pedido que elabore una "clasificación de hombres". Le contesté que generalizar siempre resulta peligroso e inexacto, sin embargo, accedí a escribir una lista con los tipos de hombres más comunes en la actualidad, es decir, de ciudadanos del sexo masculino, nacionalidad española y nacidos entre 1970 y 1995. Ni son todos los que están, ni están todos los que son... pero allá vamos.

 
1-. El Narciso. El Narciso, también llamado "metrosexual", se encuentra a medio camino entre el hombre y la mujer. Vive para él mismo y para cultivar su belleza: compra cremas embellecedoras, dedica numerosas horas a su peinado, su segundo hogar es el gimnasio, cuida meticulosamente su estilismo, admira a tipos como David Beckham y escucha música melódica, del estilo Cadena Dial. Habla excesivamente para ser un hombre y las mujeres representan un bonito complemento que remata el "look". Su instinto sexual es, pues, tan nulo como su masculinidad. Resumiendo: se trata de un homosexual, aunque él mismo no lo sabe.


2-. El Pijo. El Pijo vive enamorado de su palo de golf, que abrillanta meticulosamente todos los domingos por la noche. En invierno, abandona temporalmente el "Green" para ponerse los esquís. Desea profundamente pertenecer a la élite, así que frecuenta los "saraos" más esnobs y los "afterworks" más "in", donde pide gintonics con pétalos de rosa. Se le distingue rápidamente porque la esfera de su reloj de pulsera es más grande que el Big Ben. Con sus parejas es bastante meloso, utilizando constantemente apelativos amorosos, como "cariño", "amor", "cielo", "vida", "reina", etc. 


3-. El Inmaduro. Padece el Síndrome de Peter Pan en grado extremo. Suele guardar la novela de El Principito y la película Amelie en el cajón de la mesilla de noche. Habita bajo el techo materno y, aunque es buen hijo, jamás ha hecho la cama, no sabe qué es una lavadora y le encanta que le llamen a la mesa a la hora de la comida. Tiene un trabajito, sale con los amigotes del barrio, sigue apuntado al equipo de futbito, juega a la consola y vive como un marajá. Es consciente de que una esposa jamás lo tratará tan bien como su madre, así que, para matar el gusanillo, no pasa de fugaces affaires... en casa de ella, por supuesto. A su lado, las mujeres desarrollan su instinto protector.


4-. El Perroflauta. Es el grado extremo del caso anterior, es decir, un Inmaduro que ni estudia ni trabaja, que vive en comuna a pesar de que sus padres financian hasta el más mínimo gasto, que fuma porros como quien respira y que cultiva el estilo guarro (rastas, piercings, tatuajes, pantalones con la cintura a la altura de las rodillas, camisetas rotas de Extremoduro, etc.). Suele buscarse un chucho sarnoso que le hace compañía y, a veces, aprende a hacer juegos malabares o a jugar al diavolo. No abandona el gueto, así que sale con otras perroflautas, góticas, hippiosas, okupas o "miembras" de diversas tribus urbanas.
 

5-. El Pastueño. De todos, es el mejor marido: manso, obediente, cariñoso, paternal, cumplidor... Causa furor entre las suegras, disfruta viendo las películas de dibujos animados con los niños de la casa, conduce impresionantemente bien el carrito de la compra, no da un dolor de cabeza... pero aburre a las ovejas. Cuando se aproxima a la treintena y obtiene un trabajo más o menos estable, las mocitas casaderas de buena familia se lo rifan. Al llegar a la cuarentena, aquellas mocitas, convertidas ya en esposas, se buscan un entrenador personal para llenar ciertos "vacíos". El Pastueño acaba de niñero mientras la mujer le pone los cuernos en el gimnasio, sin embargo, como es tan bueno, guarda un respetuoso silencio con el fin de no molestar.

 
6-. El Divorciado. El Divorciado no nace: se hace. Generalmente, comienza siendo un hombre de la categoría 3 (hasta que, un buen día, viendo Peter Pan, cae en la cuenta de que, como una madre, no hay nada) o de la categoría 5 (cuando los cuernos le impiden atravesar el umbral de las puertas). Suele venir con "bebé a bordo" y, por ello, busca desesperadamente a una mujer buena y comprensiva que quiera hacerse cargo del paquete completo. Lo más normal es que el Divorciado con hijos acabe juntándose con la Divorciada con hijos formando una familia de una asombrosa variedad genética.


7-. El Golfo. Todo un clásico que perdura con el paso de los años: atractivo, viril, vividor, infiel, mentiroso, mujeriego, egoísta, simpático, adulador... Adora sentirse deseado y, cuando las relaciones se ponen tormentosas, sale de najas. Las mujeres piensan que pueden domesticarlo -incluso cambiarlo-, fracasando estrepitosamente. El Golfo se adora a sí mismo.


NOTA-. Si algún lector de entre 20 y 45 años no se siente identificado con ningún modelo, que redacte él mismo la categoría octava. Y, de paso, que deje su número de teléfono.

lunes, 12 de enero de 2015

Un diamante es para siempre y otros cuentos de hadas

Ni vivieron felices ni comieron perdices. Según datos de las Naciones Unidas, el 53% de los matrimonios termina en divorcio. Alertados por esta cifra, dos economistas de la universidad norteamericana de Emory han publicado un estudio -titulado A diamond is forever and other fairy tales- donde enumeran los factores que propician el descasamiento. Tomen nota: cuanto más caro sale el anillo de compromiso, mayor probabilidad de acabar tirándose los platos a la cabeza. Teniendo en cuenta que el precio medio de una boda en España ronda los 17.000 eurazos... ¡normal que se disparen los divorcios! Y otro detalle curioso: las parejas que se van de luna de miel se separan un 41% menos.


A pesar de haber hecho un rutilante viaje de novios entre Camboya y Australia, con suites de mil euros la noche, recientemente ha saltado la noticia de la ruptura entre Marta Ortega (la heredera del imperio Inditex) y Sergio Álvarez.

 
Ante tanta probabilidad de fracaso, resulta natural que nuestra Marisol no se quisiera casar; ni siquiera en el precioso pueblo de Arcos de la Frontera, donde se rodó este disparatado vídeo en 1971, obra del rumano Lazarov.
 
 
Ya puestos, no me resisto a colgar otro de los vídeos que Lazarov y Marisol grabaron durante aquel viaje a la provincia Cádiz... Se trata de una versión futurista del Porompompero, cantado en chino desde la Torre de Puntales.
 

sábado, 6 de septiembre de 2014

Merci pour ce moment?

"Le silence de l´être aimé est un crime tranquille" (Tahar Ben Jelloun)
 

Todos los otoños, la rentrée nos trae muchos lanzamientos literarios, entre ellos algunos folletines más jugosos que las novelas de Corín Tellado. Por ejemplo, un nuevo capítulo del culebrón Hollande-Trierweiler, pareja ya conocida como Follande-Rottweiler. La ex Primera Dama acaba de publicar su biografía, titulada Merci pour ce moment (Gracias por ese momento), donde describe su tormentoso matrimonio con el presidente de la República francesa. Asegura el semanario París Match que la obra es "un grito de amor y un lento descenso a los infiernos; una inmersión en la intimidad de la pareja".

 
"Sí, soy celosa. Lo he sido con cada hombre que he amado", escribe la despechada Trierweiler en un arrebato de sinceridad después de que Hollande le pusiera los cuernos con la actriz Julie Gayet. ¡Qué historia para una copla desgarrada de las de antaño! ¡Qué no hubiera escrito Rafael de León!
 
"Celos cuando estoy contigo
y cuando de mí te vas.
Celos de noche y de día
y celos de madrugá.
Es como si los cimientos
me sacudiera un ciclón,
como si llevara un perro
colgao del corazón.
Celos dentro del sentío
y hasta en la raíz del pelo.
Desde que te he conocío
 me están matando los celos".
 
 
Para Hollande, el enemigo duerme en casa. O dormía hasta hace poco. En comparación con la Rottweiler, Marine Le Pen es un oso amoroso. Víctima de las mujeres de su vida, cual un criador de cuervos, el presidente de la República francesa ha recibido el libro de Valérie, la leona herida, como una daga. Desde el divorcio, su espalda ya presentía el cuchillo de la traición, que ha dejado sin primaveras un árbol de venas verdes en pleno Elíseo.
 
Mira como estoy pagando
el cariño que te he dado,
Cristo vive perdonando
y murió crucificado.
 
¡Pena, ay!
Cría cuervos a tu antojo
pa' que te saquen los ojos...
 
[...] Ya he perdido la esperanza
con el pago que me has dao,
tu traición es una lanza
clavaíta en mi costao.
 

 
Nuestros actuales gobernantes europeos son para mear y no echar gota. La cosa no está para dar las gracias... ni mijita. ¡Y lo peor es que ya no queda un Rafael de León que pueda escribir sobre ellos! Occidente se desmorona como una torre de arena, como las palabritas en el viento o como los castillitos en el aire.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La princesa roja


Desde niña se comportó como una rebelde y se entretenía lanzando objetos desde la ventana de un tercer piso. Se llamaba Elizabeth Charlotte Lucy Asquith, nació en la Inglaterra de 1897 y era hija del Primer Ministro británico Herbert Asquith. Pronto destacó por su inteligencia y su talento para escribir. Solía rodearse de intelectuales y rara vez respetó el protocolo. Marcel Proust escribió sobre ella: "Tú tienes todo lo que yo deseo". A los 19 años contrajo matrimonio con el príncipe rumano Antoine Bibesco, 22 años mayor. De esta manera, Elizabeth se convirtió en la Princesa Bibesco, aunque su temperamento levantisco siguió marcando su vida de casada con diversos escarceos amorosos.

Antoine Bibesco y su joven esposa
 
En éstas, en 1927, Antoine Bibesco fue destinado a España como diplomático. Y, por supuesto, el escándalo estalló, casi al compás de la Guerra Civil. En Madrid, probablemente en la embajada rumana, el atractivo y mujeriego José Antonio Primo de Rivera tardó dos segundos en echarle el guante a "la princesa roja", como gustaba llamarla. Impulsor de la Falange, de teórica moral católica, amigo personal de García Lorca, conocedor del inglés y el francés, encarnaba el tipo de hombre que enloquecía a la Bibesco. Para mayor fortuna, Antoine volvía a ser destinado al extranjero, quedando miss Elizabeth, sola, en su casa de Madrid durante el invierno, y en San Sebastián durante el verano. En 1933, nacía Falange Española y, casi simultáneamente, la princesa trababa amistad con el presidente de la República, Manuel Azaña.

José Antonio y Elizabeth
 
Cuando en las elecciones de 1936 vence el Frente Popular, la Bibesco, más realista que su amante, ruega a Azaña para que José Antonio abandone "voluntariamente" España. Algunas fuentes cuentan que, con el fin de protegerle, el todavía presidente de la II República mete a José Antonio en la cárcel... pero la situación -y el poder- se le escapa de las manos. Se consuma el Golpe de Estado y Primo de Rivera es trasladado a la prisión de Alicante, donde recibe un telegrama de Elizabeth: "Je pense à toi. Love". El 20 de noviembre del 36, muere fusilado con 33 años. Ella tiene 39. En 1940, con Franco ya instalado en el poder, Elizabeth escribe su última novela, titulada The Romantic. La dedicatoria no deja lugar a dudas: "A José Antonio Primo de Rivera. Este libro que te iba a dedicar sigue siendo tuyo porque aquellos a los que amamos viven para siempre en nuestro corazón y sólo mueren cuando nosotros morimos...".

Dedicatoria en el libro "The Romantic"
 
La Bibesco fallece en 1945, nueve años después que su amado quien, en el fondo de su maleta, conservó aquel telegrama de amor, casi infantil, de la "princesa roja". Y, sin embargo, otra mujer ocupó el corazón de José Antonio: la duquesa de Luna. Pero ésa, como diría Kipling, es otra historia... Con razón un amigo dice que desconfíe de los hombres, aparentemente puros, que rezan a diario el rosario.

lunes, 28 de julio de 2014

Novio a la vista: el mejor partido del veraneo


En 1954, hace ahora 60 años, Luis García Berlanga rodó Novio a la vista, una historia donde también colaboraron Juan Antonio Bardem y Edgar Neville. La comedia nos traslada al San Sebastián de 1918, cuando las vacaciones de verano, a menudo, se convertían en un pretexto para encontrar en la playa de moda a posibles novios, de buena familia, para las mocitas casaderas. Así, la madre de Loli envía a su hija (Jossette Arno) a La Concha, con la esperanza que se arrime a un prometedor ingeniero, Federico Villanueva, que pide aceitunas con el vermut. Sin embargo, la quinceañera está enamorada de Enriquito (Jorge Vico), un chaval un poco revoltoso que ha suspendido geografía y que tiene que pasar el verano preparando los exámenes de septiembre.
 

Durante el veraneo, Loli, Enriquito y "la pandilla de cafres" le declaran la guerra "a los mayores", que intentan privarles de esa libertad que sólo gozan los niños. "Mamá y la tía se han empeñado en vestirme de persona mayor", protesta Loli cuando le plantan un vestido blanco y unos zapatos de tacón capaces de impresionar a Federico Villanueva.
 
- ¿Es de los Villanueva Villanueva?
- ¡De los Villanueva de Logroño! ¡Y toma aceitunas!
- ¿Está soltero?
- Solterísimo. El mejor partido del veraneo -cotillean la madre y tías de Loli-.
- Es muy listo...
- Ingeniero de la hidroeléctrica. ¡Siempre está hablando de pantanos...!
 

Al volver a ver estas joyas del costumbrismo, se toma conciencia de lo mucho que ha cambiado el país en los últimos 60 años. Sencillamente, somos otros. En la película que hoy recordamos, la mordaz mirada berlanguiana nos muestra cómo reaccionaban las señoras de la alta sociedad española cuando observaban a una extranjera pasear por la playa de La Concha con las rodillas al descubierto. A menudo, la realidad superaba al surrealismo.
 
- ¿Rusa?
- ¿No decían que era catalana y amante de un torero?
- ¡Que va! Rusa y divorciada.
- ¡Ohhhhhhhhh!
- ¡Estas señoras extranjeras son tremendas!

martes, 6 de mayo de 2014

Una noche de amor en una verbena madrileña


Para la mayoría de los mortales, Marcelle Auclair (1899-1983) es la cofundadora, junto a Jean Prouvost, de la revista femenina Marie Claire, creada en 1937. Esta hispanista francesa, que había pasado su juventud en Chile a causa del trabajo de su padre, un prestigioso arquitecto, de vuelta a París, contrae matrimonio con el escritor Jean Prévost en 1926. Tras tener tres hijos, Michel, François y Alain, la pareja se divorcia en 1939. Sin embargo, pocos saben que Marcelle fue el último amor que lloró el torero Ignacio Sánchez-Mejías. El pasado 3 de mayo, Andrés Amorós descubría esta hermosa historia en las páginas del ABC.
 

Marcelle Auclair, el último amor de Ignacio 

Cuenta Amorós: «En febrero de 1933, Marcelle, que tiene 34 años, visita Madrid. Lorca le recomienda que conozca a Ignacio, el andaluz por excelencia. Él es nueve años mayor que ella. Se conocen en casa de Jorge Guillén, en la lectura que hace Federico a un grupo de amigos de Bodas de Sangre. Años después, ella lo recuerda en su libro Enfances et mort de García Lorca: "Se sentó a mi lado. No decía nada. Me miraba. Yo le miraba. Los dos mudos, heridos en lo vivo. Yo estaba allí, en mi silla, y él me miraba. Sus manos temblaban. La idea de marcharme, al día siguiente, se me había hecho insoportable... Acabada la lectura, nos encontramos en la calle, Ignacio y yo, con los otros amigos, que no se atrevían a dejarnos. Federico gruñía: ¡Qué barbaridad! Pasamos toda la noche, parándonos de vez en cuando en algún café. Ignacio sólo bebió agua pero recitó poemas de Góngora, más ardientes que todos los licores" [...] Al final de la noche, fueron a un baile popular, en La Bombilla, Allí, bailaron juntos, al son de La verbena de la Paloma. "Al primer paso de baile que di, Ignacio me paró en seco y, poniendo sus grandes manos sobre mis hombros, me dijo: Aquí, soy yo el que mando"».
 
 
En aquel momento, Ignacio estaba casado con Lola Gómez Ortega, hermana de los "Gallos", y tenía como amante a Encarnación López, "La Argentinita". La carga familiar de Marcela tampoco era menuda: seguía casada con Prévost y la esperaban tres hijos en Francia. Continúa la narración Amorós: «Vuelve Marcelle a París, creyendo que la relación ha terminado. Pero Ignacio se presenta allí, en su casa y se encuentra con el marido: "La declaración de guerra entre los dos, fue muda pero brutal". Luego, esa tarde, la lleva a escuchar a unos gitanos: "Único contacto físico: un beso, en el taxi, que ha durado de Étoile a Montrouge. Quedamos en vernos al día siguiente". Pero un capricho del Destino lo impide».
 
 
No vuelven a coincidir hasta el 5 de agosto de 1934, durante una corrida que Ignacio torea en Santander. Aquella tarde, Sánchez-Mejías realiza una faena temeraria a un toro de Coquilla y corta cuatro orejas y un rabo. Completaban el cartel Victoriano de la Serna y Félix Colomo. Quizás porque localizó tarde a Marcelle en la plaza, no le brindó la muerte de ningún toro. Amorós termina así la historia: «Ignacio la descubre, en el tendido, al dar la vuelta al ruedo. Esa noche, la llama por teléfono [...] Seis días después, el 11 de agosto, Ignacio sufre una grave cornada, en Manzanares: muere en Madrid, dos días más tarde [...] Y hasta el final de sus días, en 1983, Marcelita guarda en su corazón el recuerdo de aquella despedida, en la estación de Orsay: siempre le quedó París. Y una noche de amor, en una verbena madrileña».
 
 
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!

(Federico García Lorca)