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miércoles, 30 de octubre de 2013

Erase una vez, un hombre decapitado paseando por San Ginés...

Los madrileños, chulos como nadie, poseen su propia leyenda de Sleepy Hollow, aquel jinete sin cabeza creado por Washington Irving en 1820.
 
 
El terrorífico relato madrileño se remonta al reinado de Pedro I. Durante una noche del año 1353, unos ladrones entraron en la iglesia de San Ginés (Arenal, 13) para robar las joyas, candelabros y cálices que allí se guardaban. Los saqueadores, sin embargo, no repararon en un anciano que rezaba cerca del altar. Al ver al hombre, resolvieron asesinarle de una forma espeluznante: cortándole la cabeza y colocando su testa a los pies de la Virgen. Transcurrido un tiempo, varios madrileños juraron haber visto la sombra de un decapitado paseando bajo la arcada de San Ginés. Se trataba, por supuesto, del espíritu del anciano que había regresado del más allá para revelar el nombre de los criminales.
 
 
A pesar de la aterradora leyenda que se forjó entre sus muros, en este templo -uno de los más antiguos de la capital- fue bautizado Francisco de Quevedo (1580) y contrajo matrimonio Lope de Vega con Isabel de Urbina (1588). Aún hoy, muchos paseantes aseguran sentirse observados cuando caminan por la calle Arenal.
 
 

jueves, 22 de noviembre de 2012

La fruta prohibida de Letizia


“El pan y los pies sustentan,
higos y tiempos se pasan…”
(Quevedo)

«
Letizia Ortiz y Alonso Guerrero se casaron en 1997 en Almendralejo, Extremadura, en una ceremonia civil oficiada por Manuel Jesús Morán, alcalde por entonces de la localidad. Algo más de un año más tarde se separaron. “Yo sólo hablo de mi visión del mundo, de lo que está cerca de mí, de lo que me rodea”, ha dicho hasta ahora cuando se le ha preguntado por doña Letizia. En contra, la princesa le ha recordado en público en alguna ocasión. La última, durante su visita a Chile el pasado año. "A mi primer marido le encantaban los higos chumbos", se le escuchó decir en petit comité, según narraban las crónicas periodísticas de aquel país».

(publicado en Vanitatis, el 20 de noviembre de 2012)


Nada de manzanas: en el Talmud judío, el higo era la fruta prohibida (tras ser sorprendidos por Dios, Adán y Eva cubrieron sus cuerpos con hojas de higuera, no de parra). Y en Grecia, durante las celebraciones dionisíacas, se comían higos para activar la líbido masculina. Esto sumado a su morfología, carnosidad y dulzura, ha provocado que, a lo largo de la Historia, haya poseído una gran carga erótica, relacionándolo con la sensualidad y la fertilidad.


«Los azúcares que contienen son fácilmente digeribles por el organismo, por lo que resultan perfectos para recuperar energías durante una noche de amor. Compartir un plato de higos con tu amante deja claras tus intenciones, comerlos con él directamente de la higuera, puede resultar absolutamente embriagador».

Cuidado con el último consejo: desde pequeños nos han dicho que la higuera tiene "mala sombra" y que dormir debajo de ella es altamente peligroso (parece ser que Buda encontró el Nirvana bajo una higuera).


«Mi novia se entretenía
en debajo de una higuera
esperando que le diera
con el higo pa´la breva».
«Debajito de una higuera
la novia le dijo al novio:
Échale el diente a este higo,
que ahora lo tengo mieloso».

Antaño, durante las romerías extremeñas de agosto, los vendedores de higos se acercaban a los corrillos de mujeres pregonando a grito pelado: "¿A qué moza le rajo el higo? ¿A qué moza le pelo el chumbo?". El primer marido de doña Letizia, que es de Almendralejo, a bien seguro conoce los higos recubiertos con chocolate de Almoharín, que fabrica "La Higuera". Incluso, me atrevería a aventurar que también ha cocinado alguna de las recetas del gijonés Juan Acebal:
«Todos los platos son eróticos. Hay platos del siglo XIII, como El Codiciado, un guiso a base de ternera, cebolla, berenjena, ajo, almorí, hinojo, cilantro, cominos... O el higo chumbo flambeado. “Buenos días higo chumbo, amigo de mi navaja, te corto pezón y culo, en medio te hago una raja y te mando al otro mundo” -lee-. Es una manera de comerse un higo chumbo en verso. O el bacalao al pil-pil, que hay que menearlo con las caderas para ligarlo bien y un hombre lo va a hacer mal».


Francamente, no sé dónde tiene la cabeza la princesa cuando hace estas declaraciones tan picantonas.

«Y entre la murta y lentisco
el albérchigo y el prisco,
cerezas y guindas rojas,
verde agraz y brevas flojas
de huerta, que no de risco…
La verde pera en sazón
con el escrito melón,
el durazno blanco, el higo,
y una vez cogido el trigo,
el rubio melocotón».
(Lope de Vega)

miércoles, 31 de octubre de 2012

Aquí no se celebra Halloween: felices Tosantos

La frontera que separa octubre de noviembre huele a castañas asadas. Incontables autores han descrito este aroma, que es el de la infancia y el paso de las estaciones. Sobre todo Trapiello, al que describen como un "memorialista" (tal y como está el patio, menudo oficio, pienso yo). Así esboza el retrato de la castañera: "envejecida criatura del averno con el rostro tiznado".


En los cuentos infantiles, la castañera no parece excesivamente infernal

En mi ciudad natal, Algeciras, cada 31 de octubre se celebra en la plaza de abastos, obra de Eduardo Torroja Miretla tradicional Fiesta de las Castañas o de los Tosantos. Cuando empieza a caer la tarde, vendedores de frutos secos despliegan sus puestos alrededor del mercado mientras suena una orquestilla. Las castañas, por supuesto, son las protagonistas, pero también los piñones, nueces, pistachos, almendras, cacahuetes, anacardos, garrapiñadas, ciruelas pasas, dátiles, higos secos... Después de dar un garbeo por el mercado y de llenar unas cuantas bolsas, uno sube hasta las pastelerías del centro, a Mónaco, Okey o La Dulce Campesina, a comprar una bandeja de buñuelos y otra de huesos de santo. Y con semejante botín, se regresa casa, a seguir paladeando los Tosantos a la vera del brasero.



Incluso la gran Pastora Imperio le cantó a las castañeras a través de un castizo pasodoble, obra de Rafles y el maestro Larruaga.

"Según mi fe de bautismo,
nació esta preciosidad
en un puesto de castañas
que tenía mi mamá.
¡De castañas asás!
Me crié en la Ribera de Curtidores,
y allí conocí al niño de mis amores,
que de chulo y gitano
que es el chiquillo
apaga las cerillas con un martillo.
Y tiene puesto en su alcoba,
a orilla de San Antón,
un retrato de Vicente Pastor.
Cuando estoy por las mañanas
en mi puesto de castañas
todos los hombres me dicen así:
- ¡Dígame usté, castañera,
qué he de hacer pa´que me quiera
porque estoy por usté fuera de mí!"


a quien el erizo guarda;
la nuez, en su cárcel presa,
y aquí, con la pera parda,
tendrás la rubia camuesa".
(Lope de Vega)

Los modernos, sin embargo, son capaces de rechazar un entrañable cartucho de castañas asadas porque lo consideran "rancio" y alejado de la nouvelle cuisine. ¡Y de los Tosantos o Don Juan Tenorio para que vamos a hablar! Ahora se lleva el Halloween, que no hay Cristo que lo pronuncie. Por esa misma regla de tres, el último jueves de noviembre tendríamos que merendar pavo seco con salsa de arándanos por Acción de Gracias.

Leído en Twitter: "Que celebremos Halloween es como si en Wisconsin
bajaran de romería por el Mississippi al Cristo de los Faroles".

Ante estas amenazas progres, la pobre castañera también ha tenido que modernizarse y saltar a la web. Bienvenidos al castañero.com. Manda castañas.