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sábado, 15 de noviembre de 2014

Solteros de nacimiento


Los chinos han inventado el "Día del Soltero", dedicado a los célibes vocacionales. Este antídoto contra San Valentín se celebra cada 11 de noviembre (11/11), jornada que los solteros aprovechan para auto-regalarse cosas... porque buey suelto bien se lame. Con el gen de la soltería se nace, igual que se viene al mundo alto, bajo, moreno o rubio. Se nace soltero, aunque algunos, desgraciadamente, descubren esta particularidad demasiado tarde, con uno o dos divorcios a la espalda.
 
¿Qué dirán estos chinos...?
 
El refranero español, que es sabio, nos enseña que "cada uno en su casa y Dios en la de todos". Tengo un amigo que, cada vez que una mujer intenta convencerle para que abandone la soltería y el nido materno, las trompetas del Séptimo de Caballería resuenan en su cabeza. Otro conocido aficionado a los toros, cuando comparte tendido con alguna fémina, suele emplear la frase de: "Señora, cállese, que no veo". Ciertos hombres, más prácticos, son capaces de soportar estoicamente la verborrea femenina con el exclusivo propósito de pasar la noche acompañados. El poeta Luis Alberto de Cuenca buscaba una mujer sorda, mientras que otros caballeros las prefieren mudas.
 
 
En otro tiempo hubieras empleado la noche
en hablarle de libros y de viejas películas.
Pero ya eres mayor. Ahora sabes que a ellas
les aburren los tipos llenos de nombres propios,
que tu bachillerato les tiene sin cuidado.
De modo que le dejas tomar la iniciativa,
desconectas y finges que escuchas sus historias,
que invariablemente -recuerdas de otras veces-
versan sobre el amor, los viajes, la dietética,
su familia, el verano, la buena forma física,
el más allá, las drogas y el arte postmodemo.
De cuando en cuando asientes, recorriendo sus ojos
con los tuyos, rozando levemente sus muslos,
y elevas a los cielos una angustiosa súplica
para que aquella farsa termine cuanto antes.
Pasarán, sin embargo, todavía unas horas
hasta que, ebria y afónica, se abandone en tus brazos
y obtengas la victoria pírrica de su cuerpo,
que, pese a los asertos de tres o cuatro amigos,
será muy poca cosa. Y, cuando esté dormida,
saldrás roto a la calle en busca de una taza
de café gigantesca, maldiciendo las copas
que arruinaron tu hígado en la estúpida noche
y pensando que, al cabo, merece más la pena
no comerse una rosca y hablarles de tus libros,
amargarles la vida con Shakespeare y con Griffith.
O buscarse una sorda para que nada falte.
 
(Luis Alberto de Cuenca)
 
"Una mujer con la que me gustaría casarme:
adoro leer en la cama"
 
Las mujeres también celebran el Día del Soltero, porque ya no existen "solteronas" sino eternas "chicas de oro". Más vale vestir santos que desvertir vagos, inútiles, enmadrados y borrachos.

miércoles, 9 de julio de 2014

Coplillas para las feas


La suerte de la fea, la bonita la desea. A la fea y a la hermosa, la copla en sus cabellos siempre engarzó una rosa. A las niñas morenas y a las rubias encendidas. Sin distinciones. Por eso, en 1950, Juanita Reina grabó La coplilla de la fea, compuesta por Antonio Quintero y Rafael de León. Una rareza del repertorio que, inexplicablemente, no se ha vuelto a versionar.
 
¿Por qué se fija ese hombre y arrepara
en esa niña que pasa por su lao,
por qué se ríe mirándola a la cara,
por qué el coló de la niña ha quebrao?
¿Por qué le dice la gente:
-Caballeros, atensión,
por qué a la triste inocente
se le parte el corazón?
Tú te diviertes,
malas ideas,
y con fatigas de muerte
va disiendo así la fea:
 
No sabes, niño bonito
que me miras y te ríes,
que soy como un huertesito
de claveles y alhelíes.
Que tengo las condisiones
de la casa del rey moro,
por fuera con desconchones
y por dentro es un tesoro.
Cuando lleno de angustias mortales
sin amigos yo te vea,
y la vida a los dos nos iguale,
ya verás tú lo que vale
el cariño de una fea.
 
 
Existe otra copla, algo más conocida y versionada, titulada Ana María, la fea. Fue compuesta en la década de los 30 por Perelló y Mostazo.
 
Era Ana María
Por buena y por fea
La risa del barrio
La burla de tós.

A nadie atraían
Sus trajes de sea
Y nadie en la vida
De amores le habló.

Cuentan que una noche
Un guapo mocito
Al verla tan rara se quiso burlar.
Y en plan de guasita
Con unos amigos
Al pie de de su reja
Lanzó este cantar:

Ana María.
Ana María la fea.
¡Qué desgraciaíta eres!
¡Que aunque te vistas de sea
Naide en el mundo te quiere!
¡Sal a tu reja y no llores!
¡No pierdas tú la alegría
¡Que yo te doy mis amores!
¡Ana, ay, mi Ana!
¡Mi Ana María!

Loca por la copla
Que alegre escuchaba
Su reja florida
Le abrió al rondador
Y al ver que de ella
Así se burlaba
de rabia y coraje
La fea lloró.
 

Con estas canciones populares, llegamos a la conclusión que, aunque oculta tras la celosía, más vale fea y con gracia, como la niña picadita de viruela, que bonita y sosona. Todas las coplillas de las feas tienen, pues, un final feliz, sin embargo, en el tango los desenlaces son mucho más descarnados, con la protagonista, como una flor de angustia, transida de dolor. 
 

Picadita, picadita,
picadita de viruela
con la cara morenita
del color de la pajuela.
Nadie le dice bonita,
nadie de amor la camela,
como un lirio se marchita
sentadita en su cancela.
Y el aquel de su penita
por Sevilla corre y vuela:
no se casa esta mocita
porque tiene la carita
picadita de viruela.

 
Procurando que el mundo no la vea
ahí va la pobre fea
camino del taller;
y a su paso, cual todas la mañanas,
las burlas inhumanas
la hieren por doquier.
Cuando alguno le dice una torpeza
inclina la cabeza
transida de dolor,
y piensa con amargo desencanto:
Por qué se reirán tanto
de mi fealdad, ¡Señor!...

Una noche su viejita
en el cuarto llorando la encontró
y la fea, ¡pobrecita!,
la tragedia de su alma le confió;
aquel hombre que debía
conducirla muy pronto ante el altar,
con su amiga Rosalía,
la que ella más quería,
se acaba de escapar...
 

domingo, 28 de abril de 2013

Las flores de la copla (II)

"Española,
lirio, jazmín y amapola,
rojo clavel reventón,
nardo con bata de cola".


En estas fechas en las que se alargan los días y se acortan las noches, seguimos repasando el fértil jardín de la copla y nos paramos ante un ramillete de nardos.

“Por la calle de Alcalá
Con la falda almidoná
Y los nardos apoyaos en la cadera,

La florista viene y va
Y sonríe descará
Por la acera de la calle de Alcalá,

Y el gomoso que la ve
Va y le dice venga usted
A ponerme en la solapa
Lo que quiera,
Que la flor que usted me da
Con envidia la verá
Todo el mundo por la calle de Alcalá”.


 
He intentado buscar, en vano, una preciosa copla que cantaba Estrellita Castro titulada "La Camelia".  En el océano de las redes, esa canción se esconde igual que aquella oscura clavellina que iba de esquina en esquina volviendo hacia atrás la cabeza. A cambio, sí se deja prender aquella rosa de La Alhambra...
 
“La rosa se distraía
oyendo los surtidores,
mientras el viento gemía
de amor en los miradores. 
[…] Pasó la reina una tarde a la vera de la rosa,
si la rosa era de nieve, la reina era más hermosa,
y cortándola del tallo, con mano de terciopelo
con un alfiler de plata se la prendió sobre el pelo”.


Los rosales, también en la copla, tienen el peligro de herir a aquellos que se acercan demasiado, sobre todo si crecen en las rejas de una gitana. ¡Menuda clase tiene Gracia Montes! La última de las grandes...

"En las cruces de mi reja
Hay un rosal y un clavel
Florecío con el llanto
De los ojos de un marqués.

[…] Con una limosna
Le entregué unas flores,
Le dije no vuelvas
A hablarme de amores,
Si tienes corona de conde o marqués
La mía es de reina de reino calé.
No quiero gente a mi vera
Dejarme, flores, dejarme,
Que aquel que tiene una pena
Ay... No se la divierte nadie".

Y seguimos con el ramo de rosas... esta vez, en una zambra de veneno.

"Que amarillen los hombres
Y se enciendan las mujeres
Ahí va una guapa que pasa
Dando rosas y alfileres
La boca brindando miel
Carita de hacer favores
Por dentro pozo de hiel
Por fuera llena de flores".

En el género de la canción popular, aunque más cerca de las sevillanas, la flor del romero llora... sobre todo si la canta su autor, Manuel Pareja-Obregón.
 
“La flor del romero a solas
Llora cuando ve que cortan
Margaritas y amapolas
La flor del romero a solas.

También llora la ribera
Cuando el río arrastra flores
Al llegar la primavera
También llora la ribera.

Yo también lloré de pena
Aquel día en que con otra
Paseabas por la arena
También yo lloré de pena”.


 
Del trigal de la canción andaluza, ha llegado ha escaparse, incluso, una amapola. Dicen que, por medio de un camino, la vio el almendro, el olivo y hasta la misma luna.

 
Y para los que vivimos en grandes ciudades y no tenemos a mano un jardín, siempre nos quedarán las macetas del gran Antonio Molina.
 
“Vengan y compren la rosa
ruborosa y sin espinas,
miren esta clavellina
que huele a flor de romero,
colio, pilistra y geraneo
de tó trae el macetero”.


 

domingo, 13 de enero de 2013

Amores marineros


La copla también huele a mar y canta a los amores porteños: cafés de marineros, voces roncas de aguardiente, barcos con nombre extranjero, riñas de guapos en un puerto, hombres rubios como la cerveza... Tras escuchar en la radio este fin de semana tres temas a cual peor ("En el muelle de San Blas" de Maná, "Soldadito marinero" de Fito y los Fitipaldis y "Naturaleza muerta" de Mecano), he elegido mis tres coplas marineras favoritas. La primera es un clásico del repertorio: "La Lirio", con sus sienes moraítas de martirio. Antes de convertirse en copla, Rafael de León compuso este bello y extenso romance sin musicar (merece la pena leerlo completo):  

«
Por la arena de la playa
va con un hombre la Lirio.
La tarde pone en sus ojos
un barco de plata y vidrio,
mientras que Cádiz se enciende
a lo lejos como un cirio,
en un altar encalado
de torres en equilibrio.

-No sé qué sería de mí
si me dejaras, mocito-,
suspira dulce y lejana
y en un sollozo, la Lirio.

El hombre moreno y alto
con voz de viento salino
le dice mientras su talle
aprieta como un jacinto:
-Llevo tu nombre en el brazo
tatuado desde niño
y en el corazón un ancla
de juramento perdido».

Sobre este romance, en 1944, el propio Rafael León, junto a Manuel Quiroga y José Antonio Ochaíta, compuso la Lirio de la copla, en la que un hombre venido de Cuba, por cincuenta monedas de oro, le arrebató su lirio moreno a aquel mocito tatuado de amor.


  
Si loco de celos se volvió el novio de la Lirio, no fueron más livianos los jachares de la protagonista de la siguiente copla, "Celos":

«
Llegaste un día en un velero
silbando, alegre, una canción
y desde entonces, compañero,
ya no di cuenta ni razón.

Entre tus brazos, como loca,
luna y estrellas vi pasar
y me dejaste en la boca
como un regusto a vino y mar».


Sin embargo, los hombres que de lejos trae el mar, tal y como reza otra copla, no son de fiar: "se parecen a las olas y nadie sabe si volverán". Se marchan una tarde, con rumbo ignorado, en el mismo barco que lo llevaron a puerto, dejando olvidados besos y promesas. 
«Él vino en un barco
de nombre extranjero
lo encontré en el puerto
un anochecer,
cuando el blanco faro
sobre los veleros
su beso de plata
dejaba caer.

Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga
había la tristeza
doliente y cansada
del acordeón.

Y ante dos copas de aguardiente,
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor».




La célebre "Tatuaje" de Xandro Valerio, León y Quiroga -para algunos, la mejor copla de la historia- también tuvo un precedente poético titulado "Café de Puerto":

«La puerta no se cierra ni de día ni de noche
y el mar es el cliente mejor de la taberna,
que tiene un nombre ambiguo de tienda de perfume
lejano de las algas y enemigo del viento.
[…] El farol de la puerta lo ha encendido la tarde;
alguien canta lejano en idioma extranjero;
el mostrador se llena de aguardiente y de risa
y los hombres discuten de mujeres y barcos.
“Te pareces a un novio que yo tuve hace tiempo;
se tatuó mi nombre y mis dos apellidos,
y cuando no bebía en las noches de luna
me cantaba canciones de su tierra caliente...»
Después de este repaso, seguro que alguien me lee la cartilla por no incluir "Amor marinero", inmortalizada en la voz de Rocío Jurado (aunque su versión tampoco es mi preferida). Lo lamento: es una canción demasiado moderna para mí y, además, tiene un final feliz. Las auténticas coplas que provienen del mar no dejan miel en la boca, sino labios cuarteados por culpa de la sal... y las lágrimas.



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Nombres de perdición


La copla se nutre de dos prototipos femeninos radicalmente contrapuestos: de un lado, la mujer sumisa, fiel y sacrificada; de otro, la mujer libre, rebelde y mal vista por la sociedad de la época. En este segundo grupo, una de las alhajas del cancionero lleva por título Yo soy ésa (Quintero, León y Quiroga, 1952), una desgarradora zambra en la que la protagonista, una oscura clavellina que va de esquina en esquina, se ha convertido en la perdición de los hombres tras jurarles falso amor. Afirmaba Manuel Rey: "Si cantas Yo soy ésa, te conviertes en una puta. Si te cantas Tatuaje, además de puta, eres borracha". A pesar de su enorme éxito popular, gracias en buena parte a Juanita Reina, la censura echó el guante a Yo soy ésa entre 1952 y 1967, fecha en la que por fin se le permitió a Pedrito Rico interpretarla en tono cómico.


"Si alguien me pregunta que como me llamo,
Me encojo de hombros y contesto así:

Yo soy...ésa.
Esa oscura clavellina
Que va de esquina en esquina
Volviendo atrás la cabeza.
Lo mismo me llaman Carmen,
Que Lolilla que Pilar.
Con lo que quieran llamarme
Me tengo que conforma.
Soy la que no tiene nombre,
La que a nadie le interesa,
La perdición de los hombres,
La que miente cuando besa.
Ya lo sabe… Yo soy... ésa".

La guapa, guapa
-escrita en 1954 por la segunda gran tripleta de la copla, Ochaíta, Valerio y Solano- narra la historia de otra hembra indómita que pierde hasta su nombre tras cometer un crimen por las hambres del querer. Es una canción genial que sólo Concha Piquer tuvo los reaños de estrenar.

"Al preguntarme los jueces
¿por qué en el banquillo estás?
yo les respondí cien veces
que por guapa y nada más.
¡Por Guapa, por Guapa, por Guapa!
Ahora escondo mi amargura en lugar que nadie sabe
y de mi puerta cerrada más de cien tienen la llave.

Dime ese nombre tuyo que se me escapa,
porque quiero que seas tú mi querida.
Que yo no sé mi nombre lo sabe el Papa;
que soy sólo una hembra comprometida
y cuando firmo un pliego, firmo: La Guapa.

Pa´las hambres del querer
basta con eso: La Guapa,
que mi nombre de mujer
se borró un amanecer
en los vuelos de una capa".

La tercera copla que alude el tema de la prostitución es, por supuesto, la inmortal Bien Pagá, otra mujer que es arrastrada por los desengaños amorosos hasta lo más profundo de su ser. Fue escrita durante los años de la Segunda República por Ramón Perelló y Juan Mostazo, aunque su estreno resultó un rotundo fracaso. Miguel de Molina la rescató del olvido hasta convertirla en un puntal del género cuando la incluyó en su repertorio en 1938.

"Bien pagá,
si tú eres la bien pagá
porque tus besos compré
y mi te supiste dar
por un puñao de parné,
bien pagá, bien pagá fuiste, mujer.

No te engaño,
quiero a otra,
no pienses por eso
que te traicioné.
No cayó en mis brazos
me dio solo un beso,
el único beso
que yo no pagué.

Na te pido,
na me llevo,
entre esta paredes
dejo sepultás
penas y alegrías
que te he dao y me diste
y esas joyas que ahora
pa´otro lucirás".

La última copla está abierta a todo tipo de interpretaciones: ¿la protagonista de la historia también cobraba por sus besos? Tengo mis dudas; sea como fuere, cualquier excusa es buena para volver a escuchar En una esquina cualquiera, compuesta en 1960 por Molina Molés, Rafael de León y el maestro Quiroga para Marifé de Triana. Se trata de una de las letras más terribles, y a la vez hermosas, de mujeres echadas a la perdición a causa del engaño de un hombre.


"En una esquina cualquiera,
Con sus ojos me encontré,
Y mis veinte primaveras
Se me pusieron de pie,
Morena, quieres un vaso,
De un mosto que es oro fino,
La lumbre de sus ojazos,
Me quemaba más que el vino.

Oscuridad de tormenta,
Donde ciega me perdí,
Cuando quise darme cuenta,
En sus ojos yo me vi.

Ojos negros de locura,
Ojos negros de pasión,
Centinelas de amargura,
De mi pobre corazón,
Son dos pozos, dos luceros,
Dos carbones encendidos,
Son dos lobos traicioneros,
Que al camino me han salío".

miércoles, 12 de septiembre de 2012

De "Soltera yo no me quedo" a "Compuesta y sin novio"


"España es, junto a Bélgica, el país de la Unión Europea con mayor tasa de rupturas nupciales. Por cada tres matrimonios que se celebran, se tramitan dos divorcios, según los datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "En este momento, las tres epidemias mundiales más importantes son la depresión, el estrés y, más reciente, el desamor", corrobora el psiquiatra Enrique Rojas Marcos. "La ruptura es una constante: hoy en un colegio español de clase media, el 40% de los niños son de padres separados, y en Estados Unidos esta cifra asciende al 60%", precisa [...] Septiembre sigue siendo el mes por excelencia de las separaciones ya que precisamente las vacaciones son el detonante que precipita el alejamiento definitivo. Un tercio de las rupturas se produce después del periodo vacacional. Agosto es decisivo para la convivencia en pareja y septiembre, el mes donde las separaciones catalizan la conflictividad en el seno familiar" (leer la noticia completa).

¿Dónde han quedado aquellos tiempos en los que había más bodas que separaciones, cuando los divorcios estaban prohibidos por ley y las mujeres "con desesperación, buscaban dueño"? Repasemos algunas consignas de la Sección Femenina (1934-1977):

"Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo; especialmente, su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero. Prepárate, retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello; hazte un poco más interesante para él. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos. Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión y sus necesidades reales. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara. Ten preparada una bebida fría o caliente para él. Recuerda que es el amo de la casa".

A pesar de todas estas obligaciones con el marido -¡servidumbres del matrimonio!-, las mujeres estaban locas por casarse. La mejor demostración de este deseo fue la copla que, en 1971, Rafael de León le compuso a Juanita Reina: "En el último minuto". Cuentan que el poeta sevillano escribió su poema inspirándose en el romance que mantuvieron la coplera y el bailaor Federico Casado "Caracolillo", fallecido recientemente, y que culminó con una boda colosal en Sevilla en junio de 1964. Cantaba así Juana Reina:

"Yo andaba navegando por los treinta
sin el amor que tanto deseaba,
y entre mis labios, triste y macilenta,
una rosa sin tallo se quemaba.

Con desesperación buscaba un dueño
y soñaba la cárcel de unos brazos.
Pero me despertaba de mi sueño
con el alma sin voz hecha pedazos.

Y de pronto en el último minuto,
a punto de vestir de un negro luto,
te vi llegar feliz un mediodía
y el otoño, sin rosa de mi espera,
se convirtió en florida primavera
cuando se unió tu boca con la mía".



"En el último minuto" es la versión seria de "Soltera yo no me quedo", también de Rafael de León para Juanita Reina:

"Soltera yo no me quedo, mandarme ya los regalos
Lo mismo da un camafeo que dos cucharas de palo.
Tendrian las cotorronas a gala gala y satisfacción
si vieran a mi persona sentá sentada en el poyetón.
Igual que Sansón acaba con todos los filisteos
por más que me pongan trabas, ¡soltera yo no me quedo!"


¿Qué ocurrió en España para pasar del "Soltera yo no me quedo" a "Compuesta y sin novio"? ¿Por qué se nos quitó el miedo al poyetón? Antes, a las mujeres que se quedaban sin pasar por el altar las llamaban "solteronas", ahora nos hemos vuelto tan gilipollas que decimos "singler". ¡Con lo bien que se vive de soltero/a! Y como no quiero problemas con la "paridad", les dejo la versión masculina de Miguel de Molina: "Compuesto, sin novia... y divorciado". ¿Alguien da más?

"¿Por qué no te casas, niño?
dicen por los callejones.
Yo estoy compuesto y sin novia
porque tengo mis razones.
Esposa, suegra, cuñado,
diez niños y uno de cría,
que la feria, que la gripe,
que tu madre, que la mía.
¡Son muchas complicaciones!
¡Que a mí no me trinca nadie!
¡Soltero pa toa la vida!"