lunes, 14 de octubre de 2013

La joie de vivre


Superado El Pilar, los toreros van echándole el cierre a la temporada. Con la denostada feria de Zaragoza casi fuera de juego y la de Jaén comprimida en dos carteles mediocres, los festivales se han convertido en una forma amable de zanjar el año taurino. Algunos matadores despiden octubre con una necesidad imperiosa de pasar por el taller. Y otros, a causa de la dureza sufrida en los ruedos, de conseguir un corazón nuevo. Cuando se acerca el invierno, mientras que el valor se agota, las viejas heridas se resienten. A pesar de todo, este domingo en Chinchón se respiraba buen humor. Era "la joie de vivre", que dicen los franceses, algo que va más allá de la mera alegría de vivir; un sentimiento más meritorio, pues se trata de una celebración por seguir en pie, por no haber sido abatidos. Y, con ese espíritu, salieron al precioso ruedo de Chinchón los toreros y sus cuadrillas. Enhorabuena a todos estos hombres que nos han emocionado, por su honor, arrojo, torería y vitalidad, a lo largo de la temporada.
 
 
"Qué alegría, vivir
sintiéndose vivido..."
(Pedro Salinas)

sábado, 12 de octubre de 2013

Madrid Fashion Cake: el imperio del fondant

 

En poco tiempo, la repostería creativa se ha convertido en un negocio que mueve tanto dinero como adictos al fondant (del francés, "que se funde"), esa pasta de colores que se emplea para recubrir dulces. La moda, que comenzó hace décadas en Estados Unidos, ha arraigado con furor en España, algo que se refleja en la primera edición de Madrid Fashion Cake, una feria que puede visitarse hasta este domingo en Ifema.
 
 
Aunque no simpatizo con la repostería moderna, los organizadores de este evento son una gente estupenda, trabajadores infatigables y valientes, razón que justifica de sobra dar una vuelta por allí. Realmente, incluso sin entender ni papa de cupcakes, tartas de pisos inclinados, preparados de brownies, coberturas de sabores, esencias de nube, papel comestible y aerógrafos, como por supuesto es mi caso, se pasa un rato divertido... y sorprendente. Sobre todo si recordamos que, hasta hace poco, en este país la gente mataba por desayunar un mantecado. Al igual que en otras facetas sociales, la repostería tampoco se ha librado de la perversión cultural que nos asola. El mundo que rodea a la pasta fondant es extremadamente caro. Una chica que fabrica tartas decoradas, auténticas obras de ingeniería, me contaba que, sólo en material, hacía poco había invertido la friolera de 6.000 euros.
 
Cupcakes otoñales
El toro moderno también visita Madrid Fashion Cake
 
Por supuesto, Madrid Fashion Cake se encuentra invadido por imágenes de Halloween o Papá Noel, tradiciones extranjeras que han prendido con enorme éxito en España y que los más pequeños ya consideran como propias.
 
La señora de la tarta produce miedo, pero escucha a Dean Martin y Sinatra...
algo es algo
Una creación no apta para menores
 
Se acercan los Tosantos y, por estas fechas, antes era costumbre cocinar buñuelos de viento... pero aquello ya pertenece a la Edad de Piedra. Cosa de antiguos que aún lloramos ante un trozo de bizcocho de la abuela. Acérquense este fin de semana a Madrid Fashion Cake y reciclen sus costumbres en la cocina. Tras el máster que he recibido, cualquier noche de insomnio monto una tarta en tres dimensiones con la caseta de Snoopy. Escuchando copla, eso sí.
 
Jessi Tartas en acción
Un Snoopy comestible. Enhorabuena a los organizadores
de la feria por su trabajo
 

jueves, 10 de octubre de 2013

La importancia de comprender lo que leemos

"La obra de un hombre no es otra cosa que esa larga marcha para volver a encontrar, mediante el arte, dos o tres imágenes simples y grandes sobre las que el corazón por primera vez se abrió".
(Albert Camus)
 
 
Los españoles estamos a la cola en compresión lectora, según la OCDE. No entendemos un texto de El Quijote, pero tampoco un prospecto farmacéutico o la factura de la luz. Sin embargo, nos escolarizan bien temprano, casi desde la cuna. Estos datos -por otro lado nada sorprendentes- confirman la perversión de los sucesivos sistemas educativos que han ido encadenándose desde que empezó la democracia.
 
 
Tuve la suerte de aprender a leer en casa con las cartillas Palau pero, para los menos afortunados, la escuela debería jugar un papel crucial en la formación moral e intelectual del niño. El ganador del premio Nobel de Literatura de 1957 habría sido un humilde argelino si el sistema educativo francés, duro y humano a la vez, no lo hubiera convertido en el hombre que fue: Albert Camus.
 
 
Camus nace el 7 de noviembre de 1913 -está a punto de cumplirse un siglo- en Mondovi, un pueblo situado a unos 15 kilómetros al sur de Bône, en la explotación vitícola Le Chapeau de Gendarme, en la que su padre, Lucien Camus, estaba empleado como bodeguero. Su madre, Catherine Sintès, de origen español, había nacido en 1882 en Argel, era analfabeta y tenía serios problemas de elocución. Cuando nació Albert, ya tenían otro hijo, tres años mayor.
 
Mientras su padre era llamado a filas, la familia encontró asilo en casa de la abuela -una mujer autoritaria y tiránica- que vivía en Belcourt, un barrio popular de Argel. Lucien Camus, herido de gravedad durante la batalla del Marne, muere en Saint-Brieuc en 1914. El exilio provisional de la familia en el número 23 de la calle de Lyon se convirtió entonces en definitivo.
 
 
La escuela primaria y el buen maestro Louis Germain van a formar al joven Albert, ávido de descubrimientos. En la tonelería donde trabajaba uno de sus tíos, Camus estuvo a punto de hacerse obrero. Los esfuerzos conjugados de su madre y de Louis Germain acabaron con los argumentos de la abuela, que había decidido que, al acabar la escolaridad, se convertiría en aprendiz.
 
Camus siempre fue un apasionado del fútbol, que practicó desde su adolescencia con sus compañeros del barrio pobre. Incluso aspiraba a convertirse en futbolista profesional. En cuanto empieza el instituto, se apunta a la asociación deportiva de Mont-pensier antes de jugar, como portero, bajo los prestigiosos colores del Racing Universitario de Argel, el RUA. En 1930, al final de un partido, fue víctima de un resfriado. Se trataba, en realidad, de los primeros ataques de la tuberculosis. Tenía 17 años y nunca se curó. La enfermedad le obligó a medir su respiración, sus palabras.
 
 
Albert fue acogido en casa de su tío Acault, un carnicero de la calle Michelet. Pudo así comer carne roja, que entonces tenía fama de ayudar a superar la tuberculosis. En este piso de los bellos barrios, tuvo acceso a una biblioteca que le permitió descubrir a grandes autores, como Nietzsche o Gide. También leyó La Douleur de Jean Richaud, que le convenció de la posibilidad de escribir sobre gente y cosas sencillas... Su vocación literaria encontró allí otro apoyo.
 
Después de la Selectividad, decidió cursar estudios de Filosofía y se incorporó a la Facultad de Argel. Jean Grenier reparó en este estudiante brillante y le animó a seguir estudiando y a escribir. Al impedirle su enfermedad dar clases en la enseñanza superior, Camus optó definitivamente por la escritura. En 1957, ganó el premio Nobel de Literatura.
 
 
"Es cierto que Marx no me ha enseñado la libertad:
me la ha enseñado la miseria" 
(Camus)

miércoles, 9 de octubre de 2013

Campiña de Utrera

En la vega, junto al pozo de junqueras rodeado,
el cortijo en la campiña aparece como echado...
Una tropa de gigantes almiares le hacen guardia.
En la puerta hay una palma.
¡Sola mancha de verdor...!
Un mastín encadenado ladra fiero jadeante de calor.
 
(FERNANDO VILLALÓN)
 
 
"Aquella casa, aquel corral, aquellas cuadras donde yo pasaba las horas acariciando los caballos y mis esperanzas de jinete; aquellos mozos de cuadra tan listos que tenían para mí entonces proporciones científicas de catedráticos, tan escrupulosos en sus funciones que, por tener las cuadras siempre limpias, estaban avizores, sentados en sus banquetas de madera, y cuando un caballo alzaba la cola para hacer su gracia daban un salto y le presentaban el cubo para recogerla.

Aquella cal de las paredes, el eco del aljibe, la perra chata, que atacaba a las ratas grandes y respetaba a las pequeñas para que creciesen. Aquel olor de guarniciones limpias -sidol, limón y arena-. Era aquel mi mundo, adonde subía a avisarme el mozo del comedor poniéndose ya los guantes blancos para servir la mesa y me recomendaba que me lavase las manos. Lo hacía en la pila de los caballos para aprovechar mi estancia allí hasta el último minuto.

Mi tía, tan fina, se quejaba benévolamente de que alguna vez oliese a caballo. Pero mi tío fomentaba mi afición. Eran estos señores los padres de Fernando Villalón.

 
[...] Junto al olivar, dominando todo el llano con gran golpe de vista, se asomaba el caserío donde los padres de Fernando pasaban temporada. Ante la puerta había una gran explanada circular que antiguamente sirvió de era. Desde allí se comprobaba en mayo que la amapola, a pesar de la fuerza de su color, no le gana en profusión al jaramago blanco ni al amarillo, al nardo, a la cañahela y la biznaga. La toba, que desarrolla dos metros de altura y logra el grueso de una muñeca, dice mucho en los manchones. La malva pone zócalo verde a los caseríos.

La morta como el cardo, el cardillo y el espárrago, llaman al paladar del hombre.

Recatados en los arroyos florecen el taraje, la zarzaparrilla, la zarzamora, la adelfa, el rosal silvestre y el mimbre. Algún oculto manantial es delatado por el junco y la nea, la juncia (alfombra del Corpus) y la hierba del té".
 
RECUERDOS DE FERNANDO VILLALÓN
por MANUEL HALCÓN
 
 
En la puerta del cortijo para un Ford.
Es el amo. Ya no llega en su jaca como antes...
Es un nieto de los viejos labradores caminantes
y jinetes atrevidos que murieron. Va vestido de milord...

martes, 8 de octubre de 2013

El mayor culebrón de la postguerra española

Durante la dictadura franquista se escribieron escándalos sentimentales dignos del mejor culebrón latinoamericano. Curiosamente, estos desmanes no procedían del mundo del artisteo, sino de la aristocracia. La historia más desenfrenada la protagonizó María Sonsoles Icaza y León, marquesa de Llanzol, casada desde muy joven con don Francisco de Paula y Díez de Rivera, veinticuatro años mayor que ella. Era Sonsoles poseedora de una belleza y elegancia apabullantes, hasta tal punto que acabó siendo la musa de Balenciaga. "Cuando ella caminaba por la Gran Vía, las mujeres se giraban", llegó a afirmar el diseñador Elio Berhanyer. Pero atesoraba otras virtudes, como la inteligencia o el sentido del humor.
 
La espectacular Sonsoles
 
En 1940, los cimientos del hotel Ritz temblaron cuando Sonsoles, con veintiséis años y envuelta en un escotado vestido de gasa azul, vio entrar en el salón, de impecable esmoquin, al apuesto Ramón Serrano Súñer, marido de Zita Polo, cuñado de Franco y superministro de la postguerra. El flechazo entre ambos fue inminente y la marquesa de Llanzol volvió a dar motivos para que el pueblo de Madrid la llamara, jocosamente, "Sonsoles de I-caza y pesca". Otro chascarrillo que circulaba por la capital era aquel que empezaba con un: "¿Dónde está la marquesa?". A lo que alguien respondía: "Subiendo por Serrano".
 

"Por la calle abajo viene el Señor del Gran Poder.
Antes era el Nazareno, ahora es Serrano Súñer".
 
Dos años después de su encuentro en el Ritz, en agosto de 1942, Sonsoles tuvo una hija de ojos claros fruto de su affaire con el Cuñadísimo. El marqués de Llanzol, un santo varón, cornudo pero santo, le dio sus apellidos a la pequeña, a la que bautizaron como Carmen Díez de Rivera. Entretanto, Zita Polo también decidió hacer la vista gorda sobre los escarceos amorosos de su esposo. Quien se tomó peor la noticia fue Franco, que lanzó un ultimátum a su hombre de confianza: "O la dejas o te destituyo de todos los cargos". "Pues destitúyeme", respondió Serrano Súñer, cautivado por el metro setenta y cinco centímetros de Sonsoles. 
 
El pobre marqués de Llanzol, la marquesa y sus hijas, Sonsoles y Carmen
Otra imagen de Sonsoles y sus hijas
 
El culebrón se salió de madre cuando, años más tarde, la rubia Carmencita Díez de Rivera y uno de los hijos de Serrano Súñer, Ramón Serrano Polo, se hicieron amantes. A un paso del altar, Sonsoles tuvo que contarle a su hija que su prometido era, en realidad, un hermano carnal. Carmencita se lo tomó a la tremenda, se hizo monja, huyó a París, posteriormente a Costa de Marfil como cooperante y, hasta los años 70, no regresó a Madrid. "Al amor hay que disculparlo siempre", recordaría más adelante en sus memorias, cuando en los círculos políticos ya se la conocía como "La musa de la Transición".
 
Carmen Díez de Rivera, "la musa de la Transición"
 
A raíz de la bomba del incesto, la relación entre la marquesa de Llanzol y el Cuñadísimo también se deterioró. Así que, un buen día, tras casi veinte años de encuentros a escondidas, Serrano Súñer decidió no desabrochar más trajes de Balenciaga en el escultural cuerpo de Sonsoles.
 
Sonsoles del brazo de Balenciaga
 

domingo, 6 de octubre de 2013

Plúmbeos Adolfos sazonados con la improvisación de Ferrera

Cuarto y último festejo de la Feria de Otoño. Con lleno en los tendidos, se ha lidiado una corrida de Adolfo Martín, desigualmente presentada, con algunos ejemplares muy armados y otros justos de remate. Mala en los tres tercios sin paliativos. Antonio Ferrera, palmas y oreja tras aviso; Javier Castaño, silencio en ambos; Iván Fandiño, silencio en ambos. Se desmonteraron David Adalid y Fernando Sánchez. También fue aplaudido en la brega Marco Galán.


Decepcionante, y a ratos desesperante, corrida de Adolfo Martín para rematar la Feria de Otoño. A diferencia del entretenido espectáculo que propiciaron en San Isidro, este domingo, de los seis Albaserradas, no embistió ni uno ante una plaza abarrotada.


Entre los matadores, destacó la improvisación de Antonio Ferrera que, con luces y sombras, pero siempre lleno de torería, salvó, a medias, la tarde. Magnífica su lidia al cuarto Adolfo, ejecutando unos quites colmados de sabor añejo. Durante la faena de muleta, estuvo muy por encima de Madroñito, sacándose de la manga unos inesperados pases finales que le permitieron cortar una oreja protestada por parte del público. Si bien este premio puede considerarse excesivo, no es menos cierto que Ferrera ha vuelto a demostrar el grandioso momento profesional que atraviesa, siendo, con diferencia, el mejor lidiador del escalafón.


Javier Castaño, a quien, con razón, ya le pesa la recta final de la temporada, realizó un infructuoso esfuerzo por exprimir alguna tanda limpia a sus Adolfos, mientras que Iván Fandiño volvió a estrellarse contra un lote que no le dio la más mínima opción de triunfo. Durante la despedida, el de Orduña no pudo ocultar su contrariedad por esta Feria de Otoño que debería haber sido la de su consagración en Madrid. A pesar de cortar una oreja durante la corrida de Victoriano del Río, le ha faltado toro.


Dicen que los mejores comienzos nacen de los peores finales. Esperamos que, con este plúmbeo remate de la Feria de Otoño, se cumpla el refrán.


Coda
: después de tomar varios pelotazos en la Sala Alcalá, las juventudes taurinas han acudido a Las Ventas para continuar la fiesta en las gradas del tendido 5 y 6. Los aficionados hemos salido con dolor de cabeza por el tráfico de cubatas, gritos, charlas de espaldas al ruedo y humeantes puros. Los presidentes de estas asociaciones juveniles deberían expulsar de inmediato a sus miembros que, en una plaza de toros, se comportan como si estuvieran en una discoteca.
 

sábado, 5 de octubre de 2013

La "tonta del bote" tampoco renovó su abono en Las Ventas

Tercer festejo de la Feria de Otoño. Con más de tres cuartos de entrada, se han lidiado toros del Puerto de San Lorenzo y la Ventana del Puerto (2º y 4º), bien presentados, complicados, con poder y emoción, algunos ásperos; los peores, 1º (falta de fuerza) y 6º (rajado). Alberto Aguilar, ovación tras aviso, silencio tras aviso y silencio; Joselito Adame, que resultó cogido, ovación; Jiménez Fortes, silencio tras aviso y silencio. Aplaudidos José Antonio Carretero y Raúl Ruiz.
 
 
Salamanca, incluso sin mar, posee puerto, El Puerto, y desde este muelle de los Fraile, de Lorenzo e hijos, este sábado se contempló un naufragio. Porque los complicados toros del Puerto de San Lorenzo ahogaron a Jiménez Fortes y se llevaron por delante a Joselito Adame. Únicamente Alberto Aguilar resistió a la tormenta charra con dignidad.

 
En general, a los matadores les faltó cabeza fría para plantear correctamente sus faenas y, tras estatuarios, recortes y remates por alto, consiguieron hacer más broncos unos toros que ya, de por sí, plantearon complicaciones y carecieron de esa "educación" moderna que prolifera en la mayor parte de las ganaderías de bravo. Aunque todos hicieron honor a su encaste y no apretaron en el caballo, luego dieron juego en la pañosa, algunos haciendo el avión, como Cubatonto (3º) o Cubanoso (5º). El 4º, Sospechoso, recibió palmas en el arrastre. 

 
A Jiménez Fortes, sin brújula ni apoderado que le asesore, se le notó especialmente la falta de rumbo, mientras que Joselito Adame recibió una seria paliza cuando remataba su faena al segundo. Tras una aparatosa cogida y numerosos golpes, el parte médico dicta que sufre una posible fractura en el tobillo izquierdo, además de múltiples contusiones. Al mexicano, que había recibido a su toro a porta gayola, le faltó mando en el último tercio, donde se le vio desbordado y a merced de Huracán. Salvó la papeleta, en cambio, Alberto Aguilar, quien, sorprendentemente, ha cortado orejas con menos esfuerzo el pasado San Isidro.
 
 
Preocupa que tantos toreros jóvenes y prometedores zozobren cuando de chiqueros asoma un toro cuyo comportamiento dista de la docilidad y dulzura que exigen las figuras. Con la corrida del Puerto, ha quedado claro que la "tonta del bote" tampoco ha renovado su abono este otoño en Las Ventas.

viernes, 4 de octubre de 2013

Sonata de Otoño

Segundo festejo de la Feria de Otoño con temperatura, paradójicamente, veraniega. Con más de tres cuartos de entrada, se lidiaron toros de Victoriano del Río (2º, 3º y 4º) y De Cortés (1º, 5º y 6º), desiguales de hechuras y muchos con los cuatro años recién cumplidos. Mansearon en general, salvo el buen cuarto, Berbenero, ovacionado en el arrastre. Manuel Jesús “El Cid”, silencio y vuelta al ruedo; Iván Fandiño, oreja tras aviso y silencio; y Sebastián Ritter, que tomaba la alternativa, saludos y silencio.


Manuel Jesús volvió a ser El Cid, solo El Cid, aquél que ganó batallas después de muerto. Con los moros afilando las espadas en los tendidos de Las Ventas, dispuestos a sepultarle tras una faena vulgar al segundo de la tarde, regresó El Cid, no a lomos de Babieca, sino con la muleta en la mano izquierda, para recordarnos lo que fue: el torero de trazo largo, mucho vuelo y muñecas prodigiosas que nos emocionó años atrás. ¡Y cómo volvió a rugir el quiosco venteño en esta tarde de toreo caro al natural! La gratitud con El Cid de Salteras será eterna. Berbenero, un armado toro castaño de Victoriano del Río que previamente había manseado en el caballo, se arrancó con alegría en las telas del Cid que, desde el principio, comenzó a cuajarlo, torerísimo, al natural, con esa extraña facilidad que se esconde tras las faenas más bellas. Salvo una serie por la derecha, fue una faena a media altura, suave, cincelada con la mano de los billetes, terminada con unos remates clásicos y de enorme gusto. Como de costumbre, El Cid pinchó su gran obra, la que le hubiera abierto la Puerta Grande. La historia estaba ya escrita, igual que el propio Cantar. Sin embargo, la vuelta al ruedo final, con la plaza rendida como la ciudad de Valencia en 1099, resultó apoteósica.


Otra ovación clamorosa la recibió Fandiño al romper el paseíllo. Qué emoción produce ver a un hombre con la determinación de este matador, que no hace concesiones, ni da un paso atrás, ni perdona un quite. A Fandiño esta tarde le faltó toro. Su arrojo es tan grande que ninguno de su lote sirvió para apaciguar la sed que, desde el pasado San Isidro, le azoga el espíritu. Con el tercero, al que le cortó una oreja y cuya muerte brindó al doctor García Padrós, se entregó hasta que el animal claudicó. Imposible hacer más. Y con el quinto, se dio de bruces contra otro pozo seco.

Fotografías: @TierrasTaurinas

El colombiano Sebastián Ritter, que tomaba la alternativa, pechó con el lote más deslucido. El joven matador ha pasado de puntillas por la que es, hasta el momento, la tarde más importante de su carrera. Al igual que a Fandiño le deseamos que salde su cuenta con Las Ventas este domingo durante la corrida de Adolfo, al inédito Ritter esperamos volver a verle con otro ganado porque, salvo el cuarto y el inicio del tercero, a la corrida de Victoriano del Río le faltó fuerza y casta.

A la salida de la plaza, en el epílogo de lo que fue una sonata de otoño, le escuché decir a un espartano aficionado de Valladolid: “Con esto, ya tenemos para resistir el invierno. Sin calefacción, incluso”.

Las Ventas en otoño

Las Ventas, en otoño, respira distinto. Durante San Isidro se ven más caras desconocidas, intrusas, que dicen los aficionados incondicionales. Gente a quien un abonado ha regalado su entrada y va una tarde a los toros con el fin de pasar el rato. Estos días, en cambio, están los fieles. Como podrán suponer, leales y sufridores quedamos pocos, así que la plaza luce a medias, pero el ambiente resulta especialmente agradable.
 
 
Descorchó la Feria de Otoño una novillada del Ventorillo, correctamente presentada y sin exageraciones, con tres utreros de poca fuerza, rozando la invalidez (1º, 2º y 3º) y otros tres nobles con posibilidad de cortarles las orejas (4º, 5º y 6º). Cuando los aficionados reafirmábamos nuestra hipótesis de que no existe una ganadería buena cuyo nombre acabe por -illo o -illa, salieron Alagado, Afortunado y Aviador para desbaratar esta teoría.
 
 
Ante los Ventorrillos naufragó la novillería, que quedó en ni fu ni fa, ni frío ni calor, como la climatología de la propia tarde. Tres jóvenes (Javier Jiménez, Diego Fernández y Juan Ortega) con estilos distintos, pero todos igualmente olvidables. Agua.
 
 
Maravillosa, como de costumbre, la tertulia posterior al festejo, que se alargó hasta bien entrada la noche, a pesar de que en el cielo serpenteaban algunos relámpagos silenciosos. En esto consiste el secreto encanto de los toros en otoño.

jueves, 3 de octubre de 2013

Las migas del abuelo


Leo en el último libro de Juan Eslava Galán: "Las migas son básicamente harina, ajo y grasa de animal o vegetal. Es una comida inmemorial que en distintas épocas, culturas y lugares admite mil denominaciones: fariñes, farinatos, farrapes, fayueles, gachas, gofio, formigos, alcuzcuz… Para no liarnos más de lo necesario, digamos que hay dos clases de migas: las sueltas y las apretadas. Las sueltas se hacen con harina; las apretadas, con pan.

En mi familia, que es agrícola, es costumbre celebrar con migas las primeras lluvias del otoño. Conservo el vivo recuerdo del abuelo removiendo las migas en la gran sartén, sobre lumbre de palos, en la casería, mientras mi hermana y yo mirábamos llover sobre los olivos, lluvia mansa, lluvia y lluvia casi desdibujada, al fondo de las familiares siluetas de Jabalcuz, la Pandera y el corro Zumel.
Entre la gente del campo, las migas las hacían los hombres, quizá porque requieren mucho juego de muñeca, revolviéndolas con la paleta, y no poca fortaleza física.

Las migas de mi abuelo Juanito eran apretadas, como en tortilla, y la gracia estaba en saber voltearlas en el aire antes de apartarlas para que se tostaran por las dos caras, una habilidad, por cierto, que mi padre, el escritor, no ha heredado. Una vez lo intentó y la mitad de la tortilla miguera se fue el suelo. La miró desolado y dijo: Lo peor es que ni siquiera tenemos perro que se lo coma.
Las migas de pan o harina de trigo con ajo y aceite o tocino se comen preferentemente en la meseta y en el sur. En el norte era más frecuente derretir tocino en una sartén y mojar boroña. Hablo de los tiempos difíciles en que las migas servían para matar el hambre, antes de que se consideraran un manjar y entraran en la carta de algunos restaurantes. Entonces, en el medio rural, sólo se hacían dos comidas: de noche en casa la olla / y al amanecer las migas, como leemos en Tirso de Molina (La dama del olivar)".
Fragmento del libro "Cocina sin tonterías"


El labrador are y siembre
los granos que el hielo cubre
y restituye en agosto.
Llene las cubas de mosto;
coja la fruta en Octubre.
Compre y venda el mercader
en las herias y mercados,
traten de armas los soldados,
vista galas la mujer.
Los sabios estudien leyes,
tienten pulsos los dolores,
dense placer los señores
y ganen tierra los reyes.
Mientras yo apaciento el hato
donde el manso me conoce,
el corderillo retoce
y se encarame el chivato.
Que más precio los halagos
con que el mastín me hace fiestas,
la leche en tarro, las fiestas
que dan el deleite a tragos;
a la noche en casa la olla,
y al amanecer las migas,
que de los ajos amigas,
son deudos de la cebolla;
y tras ellas una misa
al alba en que el sacristán
dice cantando el amén
sobre el sayo la camisa,
que cuanta riqueza guarda
el avaro.

Las migas producen el mismo efecto en mí que una magdalena proustiana. Pensar en ellas y en los toros de Adolfo Martín va de la mano. Cada vez que visito la finca de la ganadería cárdena, Los Alijares, toca desayunar un platito de migas en Miajadas. Reconozco que tanta contundencia a primera hora de la mañana, para una urbanita como yo, tiene una lidia tan difícil como un Adolfo tobillero.


Buena suerte a Adolfo y a los toreros en la corrida
de este domingo en Las Ventas