miércoles, 15 de enero de 2014

El Café de Levante

"En el Café de Levante,
entre palmas y alegrías,
cantaba La Zarzamora;
se lo pusieron de mote
porque dicen que tenía
los ojos como las moras"
 

¿Dónde estaba aquel Café de Levante donde cantaba La Zarzamora? Según lo escrito por algunos autores, en el mismo corazón de Madrid. De hecho, este negocio tuvo tres ubicaciones, todas ellas alrededor de la Puerta del Sol: primero en la calle Alcalá (hasta 1857), luego en el número 5 de la misma Puerta del Sol (1860-1966) y, finalmente, en Arenal. Sin embargo, probablemente la copla hacía referencia a otro Café de Levante, quizás uno gaditano ya inexistente, puesto que el madrileño siempre se distinguió por su silencio y sus tertulias, fundamentalmente las literarias. No en vano, a causa de su tranquilidad, era frecuentado por militares retirados.
 

Cuando estuvo en Sol, el Café de Levante también alcanzó cierto prestigio gastronómico, gracias a la calidad de su bistec. Tampoco podemos olvidar que Manuel Fernández y González, de quien se decía que sus iniciales correspondían a "Mentiras Fabrico, y Gordas", escribió en este céntrico local la novela titulada El cocinero de Su Majestad, ambientada en tiempos del Felipe II.


Recorte en el Diario El Globo que demuestra que en Cádiz hubo un Café de Levante
(Gracias a Javier Osuna García y Rafael Román por su indispensable ayuda)


Actual Café de Levante en Cádiz (gracias a Teresa Torres)

Volviendo a la copla, seguramente tenga razón Antonio Burgos, quien sostiene que el Café de Levante de La Zarzamora era producto de la imaginación de Rafael de León, como sucedió con La Bizcocha de La Lirio o la Taberna El Tres de Espadas de La Ruiseñora. "Tampoco en Chicote estaba la crema de la intelectualidad, sino del puterío", apostilla Burgos. Si la leyenda resulta más hermosa que la realidad, mejor contar la leyenda.

En Cai, tié la Bizcocha,
un café de marineros,
y en el café hay una niña
color de lirio moreno.

 
En la Taberna del Tres de Espadas
entre guitarras y anís de mora,
cómo cantaba de madrugada
por soleares La Ruiseñora.

martes, 14 de enero de 2014

La historia de Luis Castro "El Soldado" (II)

En estos tiempos en los que los toreros son colegas y se mandan besos y abrazos por sus cuentas en Twitter, conviene recordar la rivalidad que existía entre los diestros mexicanos Lorenzo Garza y "El Soldado", una historia que pueden encontrar en el libro "Los machos de los toreros", escrito por José Pagés Rebollar. Aquí no busquen toreros que anuncien Loewe.


Lorenzo Garza es un capítulo aparte. Nunca fuimos amigos y todo se debió a un pique entre los dos a consecuencia de un engaño. La cosa estuvo así: un día le pregunté en España: "Oye Lorenzo, ¿qué tal son los toros de la ganadería Fulana?" y él me contestó: "¡Muy buena, hombre! ¡Muy buena, Luisito!". Pocos días después me fue de lo peor lidiando toros de ese lugar y yo resentí de inmediato la mala fe de Lorenzo porque total ¿qué le hubiera costado decirme que era mala, que eran toros de "mal son"?


A partir de allí empezó la guerra sin cuartel. El asunto no quedó así, porque pocos días después, al coincidir en Madrid durante una corrida, las cosas se fueron calentando y para no hacértela larga, un domingo, cuando los dos toreábamos en Portugal, mi apoderado me avisó que el miércoles alternaríamos en Madrid. Al saberlo, yo dije para mis adentros: "¡A toda madre!". Para todo esto, nos fuimos jugando poker en el tren y yo, "picado", le gané 33 mil pesetas no sin antes decirle de despedida: "¡Qué joda vas a llevar el miércoles!", cosa que él no tomó en cuenta porque su apoderado era Eduardo Pagés, y Lorenzo pensó que como aquél era apoderado de varias plazas ya había arreglado que no me pusieran en el cartel.


Para dejarnos de cosas, aparecí en el cartel y cuando llegó la corrida el toro cogió a Cecilio Barral y quiso Dios que Lorenzo y yo nos quedáramos "mano a mano". ¡Ya era nuestra suerte! La faena estuvo "a toda madre". A mi primer toro lo trabajé para cortarle orejas y rabo. ¿Te imaginas? Pero lo mejor de todo estuvo cuando entré a matar con el pañuelo, en vez de muleta, y no lo hice para lucirme sino para acabar dé una vez por todas con todos los cabrones que estaban allí. La plaza estaba eufórica, Lorenzo también y emocionado avanzó para darme un abrazo, pero yo, "picado", lo empujé y allá fue a dar de culo, sobre la arena. El aficionado español, como tú sabes, es de los más conocedores y exigentes y por eso la reacción no se hizo esperar y la gente me gritaba "Chulo, hijo de la gran puta" y yo, desconcertado, me preguntaba: ¿por qué me dicen "chulo"? Después, supe que era como decir hijo de puta y me fui al centro del ruedo para mandarlos donde tú sabes.


Pero Lorenzo, no te creas, también tenía lo suyo y entró a matar sin nada. Garza y yo nunca llegamos a las manos.
 
¿Por qué me decían "El Soldado"? A mí me pusieron "El Soldado" porque de chico vivía junto a un cuartel al que entraba casi diario pues me gustaba muchísimo montar a caballo y para eso había que uniformarse. Por otra parte, cuando me anuncié para torear la primera novillada de mi vida llevaba puesto un pantalón de soldado y la gente se fijó en eso. De allí me vino el nombre de Luis Castro "El Soldado" y con él tomé la alternativa el 5 de marzo de 1933 con Joaquín Rodríguez "Cagancho" como padrino, David Liceaga como testigo y toros de Cuaxamaluca en el encierro.

lunes, 13 de enero de 2014

Cagancho, el gitano de los ojos verdes

Tenía rebasado el medio siglo cuando, inesperadamente, un domingo fuera de feria lo anunciaron en Las Ventas. La plaza registró una excelente entrada porque había curiosidad por ver a este torero de leyenda, y viejos aficionados, a punto de echar el bofe, se apresuraban a ocupar sus localidades con tiempo suficiente para no perderse el paseíllo. "Sólo con verle hacer el paseíllo me conformo", decían, tras recuperar el resuello y obsequiar a la afición con un surtido recital de toses bien ensayadas y contundentes. En efecto, la estampa de Cagancho desfilando al frente de las cuadrillas, era enormemente sugestiva. Tenía esa elegancia peculiar que es patrimonio de los toreros gitanos, y aún no de todos. Pero luego vendría la sorpresa. Ocurrió en el cuarto toro, cuando se abrió de capa y dibujó unos majestuosos lances a la verónica, que alborotaron el tendido, hicieron llorar a los abueletes, asombraron a las jóvenes promociones, y dieron tema de conversación a los aficionados de cualquier edad para toda la temporada adelante y muchas más.
(artículo de Joaquín Vidal, publicado en enero de 1984)
 

Hace pocos días, publicaba en su cuenta de Twitter el escritor trianero Ángel Vela Nieto: "El 1 de enero, hizo 30 años de la muerte de un genio de la torería: Joaquín Rodríguez Cagancho. El año pasado hizo 100 de su nacimiento. Cagancho (Sevilla, 1903 - México, 1984) nació un año después que su amigo Curro Puya (Gitanillo de Triana). Entre los dos, está la capa con más arte de la historia del toreo. Hubiera hecho falta un Chaves Nogales que biografiara a Joaquín Rodríguez, el Cagancho de una legendaria estirpe de cantaores. Cagancho tuvo más de una vida. El gitano de los ojos verdes, toreó como vivió. De Triana a Madrid y después a México... allí quedó. Rita Hayworth vio torear a Cagancho en México. Lo esperó porque quería tocar a un dios.
 

Cagancho
fue una especie de embajador vitalicio en México. Toreó e hizo cine; fue una estrella más que admirada. México fue el único lugar donde Cagancho no tuvo que huir de sí mismo. Los toreros españoles que iban a México eran recibidos por él; los guiaba y los ayudaba en lo que hiciera falta. Fue un genio...
 

El Cagancho torero no cantaba, pero, además de buen aficionado, sabía lo que era marcarse un baile por fiesta. Que se lo dijeran a Caracol. Cagancho, Rafael Gitanillo de Triana y Caracol se juntaron en más de una fiesta. ¡Y cómo bailaba Rafael...! ¡Vaya mano a mano con Joaquín!".
 
"En Andalucía se torea, de Despeñaperros arriba se trabaja"
(Cagancho)
 

En los mentideros charros, siempre se rumoreó que la ganadera Pilarín Coquilla bebía los vientos por el gitano de los ojos verdes, famoso en los ruedos tanto por su genialidad como por sus numerosas espantadas que solían terminar en el cuartel de la Guardia Civil (recuerden la expresión: "quedar como Cagancho en Almagro").



Pilarín era el emblema de la mujer moderna, adelantada a las costumbres de la época: montaba a caballo, toreaba, fumaba, conducía coches y, encima, era guapa. Un dije de señora. Su personalidad fascinó de tal modo a ganaderos, toreros y artistas, que quedó inmortalizada en varias coplas, entre ellas Con divisa verde y oro (1953), brillante en la voz de doña Concha Piquer. “El chiquillo de Osuna que quería ser torero” bien pudiera ser Cagancho o, al menos, así se rumoreaba en media Salamanca. Finalmente, para mantener su prestigio como ganadera, la presunta Pilarín Coquilla entierró aquel "te adoro" que iba dirigido a su gitano predilecto.
 

Ganadera con divisa verde y oro,
ten cuidado,
que el amor no te sorprenda como un toro
desmandado.
Por tu hacienda y tu apellido
se te guarda devoción,
y un clavel en tu vestido
llamaría la atención.
En tus ojos se adivina
la locura de un "te adoro".
Y has de ser como la encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.

sábado, 11 de enero de 2014

Paseo por un pueblo blanco andaluz

El nombre de este precioso y cristalino pueblo de 950 habitantes proviene del árabe, "sufre", cuyo significado era "tributo". Ahora Zufre se encuentra protegido por la sierra de Aroche y por su patrona, la Virgen del Puerto.
 
 
Como tarde, es muy tarde
Como noche, es muy pronto.
Por la sierra Vicaria
andarán ya los lobos.
 
Corazón, no te vayas.
Niño, no salgas solo.
 
 
Por las cuatro callejas
cuatro cascos: el potro...
A estas horas el campo
lleno estará de ojos,
de lenguas misteriosas
que se callan a coro.
 
Por los caminos largos
que van hacia lo hondo
de la noche te quedas
pensativo y absorto.
 
 
Tú, desde las Almenas,
niño de calzón corto,
todavía contemplas
la tarde y su rescoldo.
La tarde interminable
que se cierra de pronto
como un gran abanico
de varillas de oro.
 
 
Yo me asomé a las Almenas
por ver cómo atardecía
a esa hora en la que apenas
arde el pabilo del día.
 
Abanico de la aurora,
despliega tu varillaje
y sobredora la hora
de la niebla en el paisaje
 
Tanto correr por el mundo,
buscando pan de trastrigo,
para hallarlo en el profundo
sosiego de este postigo.

 
En Zufre pasó su infancia y juventud el poeta Aquilino Duque, autor de los versos que jalonan este post. Et in Arcadia ego, que en latín significa algo así como "y yo también estoy en Arcadia", un país imaginario donde reina la alegría, la sencillez y la tranquilidad. Como en Zufre que, para redondear la perfección, cuenta además con una hermosísima plaza de toros.

jueves, 9 de enero de 2014

El Fary y la mitología griega


En la mitología griega, la princesa Pasifae ("la que brilla para todos") era la diosa de la Luna y estaba casada con el rey de Creta, Minos. Todo iba de perlas en aquel matrimonio hasta que Poseidón, para fastidiar a Minos, hizo que Pasifae se enamorase locamente de un espectacular toro blanco, un jabonero... ¡quién sabe si veragüeño! La diosa de la Luna le confesó a su amigo Dédalo su pasión secreta, y éste, que era muy manitas, le construyó una vaca de madera que estaba hueca por dentro. En ella, metió a Pasifae y empujó el artilugio hasta la pradera donde pastaba el jabonero. De aquellos amores bajo las encinas, nació el Minotauro, un ser con cabeza de toro y cuerpo humano.

 
Aunque pueda sorprender a historiadores y puristas, muchos cientos de años después, El Fary cantó "La luna y el toro" (pieza en el repertorio de Manolo Escobar, Gipsy Kings y Los Centellas, entre otros), una reinterpretación coplera y cañí de la historia de Pasifae y aquel semental jabonero.
 
La luna sale esta noche
con una negra bata de cola,
el toro la está mirando
entre la jara y la sombra.
Y en la cara del agua del río
donde duerme la luna rumbera
el torito de casta bravío
la vigila como un centinela.
 
 
Así, en un momento, El Fary, nacido en el barrio de Las Ventas, también puso su granito de arena en la mitología griega. Una figura.
 

miércoles, 8 de enero de 2014

Despedida... y último tercio


En memoria de Nicolás Fraile, ganadero de Valdefresno. Descanse en paz, a los pies de una magnífica encina de Tavera de Abajo. Esta temporada, sus toros lucirán divisa negra, y un poco de esa negrura llevaremos también los aficionados por perder a este ganadero. A este gran ganadero. Se van los mejores.
 
DESPEDIDA
 
No he querido tomar la alternativa
como una solución, la más prudente,
sino seguro, y más: hasta valiente,
afirmar, concederme en exclusiva

a la verdad. En todo lo que escriba
citaré por la cara, iré de frente.
Si soy cogido en falta -el arte miente-
curadme de mi error para que viva.

He brindado a la plaza. Yo he querido
quedar como los buenos. Quien no empeña
con fe su corazón, está perdido.

No todo sale tan mal como uno sueña.
Yo he escrito lo que sé, lo que he podido.
Y que Dios me disculpe en su reseña.
 
 
ÚLTIMO TERCIO
 
Tengo el traje de luces preparado
como si fuera ya mi despedida
de color esperanza desvaída
y algún golpe de luz a cada lado.

Dios mío, lo que llevo toreado...
Qué largo de contar cada corrida.
Más de una vez la seda de la vida
me la rasgó algún toro resabiado.

Ya sé que no es lo que era mi figura.
La retirada urgente me amenaza.
Pero es vivir la profesión que adoro.

Y espero conservar la compostura
cuando vaya camino de la plaza
para brindarle a Dios mi último toro.

(Ambos poemas son de Javier de Bengoechea)
 

"
Nicolás se encarga de la educación ganadera de su nieto, Nicolasín. Si los recuerdos de la infancia condicionan la vida adulta, y si hasta entonces el mundo no evoluciona demasiado, el día en que el destino de Valdefresno esté en sus manos, no cabe duda de que Nicolasín Fraile será un gran ganadero que velará por la bravura de sus toros, como su abuelo, tío y padre"
(Fragmento extraído de Tierras Taurinas, opus 11 dedicado al encaste Lisardo).
 
 

Toros de Valdefresno fotografiados por Tierras Taurinas
 


martes, 7 de enero de 2014

La historia de Luis Castro "El Soldado" (I)

"Soy de la raza mora, vieja amiga del sol,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron"
(Manuel Machado)

La siguiente historia está sacada del libro "Los machos de los toreros", escrito en 1978 por José Pagés Rebollar. En ella se narran los comienzos de Luis Castro "El Soldado", que llegó a ser un ídolo en el México taurino. Como siempre, le agradezco a Xavier González Fisher que me haya mandado este maravilloso "papelito" sobre un torero, un hombre humilde, que conserva el recuerdo de un sueño bien vivido.


Yo nací en la calle de Niño Perdido pero crecí en Mixcoac cuando sólo era un pueblo de milpas con 300 o 400 gentes, con algunas casas de adobe, pocas de ladrillo, y la vía del tren que iba hacia Guernavaca. Lo recuerdo como si estuviera viéndolo porque nuestra única diversión era mirarlo pasar dos veces por semana y mi trabajo era cargar canastas desde Mixcoac hasta la Estación de Atizapán por 50 ó 60 centavos el viaje. Ése fue mi primer sueldo, a los 9 años de edad. A la miseria y al toro los conocí en Mixcoac. La miseria es fiel, te sigue a todas partes. El toro forma parte de uno mismo porque vive en la sangre.

De la miseria te puedo decir muchas cosas. Allá en Mixcoac la situación económica de mi familia era muy mala porque mi padre, mecánico de autos, era un irresponsable que no nos mantenía; mi madre vendía comida en un lugar llamado "La Cima", donde hacían parada los camiones, y sólo nos fue mejor cuando yo trabajé de "morrongo" por dos pesos a la semana que entregaba íntegramente a la "jefa".


[…] Como ya te imaginarás, el ambiente donde crecí era un poco taurino y yo saliendo de la
"chamba", me iba pa'los terrenos donde lidiaban los Matadores, nomás pa'ver, hasta que un día, ya muy entrada la tarde, Carmelo Pérez (a quien le decían " El Loco" aunque realmente se llamaba Armando) me aventó la capa y me gritó: "Andale, chavo, dale unos capotazos a este zaino. ¿O tienes miedo?". El miedo me lo tragué de golpe. Cogí el trapo y parado frente al toro supe instintivamente que tenía cualidades para ser Torero, para llegar a Matador de toros y así me ganó de golpe la afición por el arte.

Ya decidido me presenté con mis padres para pedirles permiso y ellos, ofendidos, me corrieron de la casa porque creían que ser torero equivalía a ser un vago, un "bueno para nada" aunque lo más duro para ellos, de seguro, era perder los 2 pesos que ya ganaba como "morrongo".

Chiquillo empecé a rodar por la vida. Sin casa, me quedaba a dormir en los coches de "sitio"; sin amigos -porque todos los principiantes jamás los tienen— me le arrimaba a Carmelo Pérez al que admiraba muchísimo pues era una figura que alternaba con Matadores de gran talla; sin trabajo, porque ya había dejado el Rastro, lavaba taxis por unos cuantos centavos que me servían para engañar el hambre.


[…] Era vago, era cabrón, saltaba las bardas del cine Reforma para ver las películas sin pagar, y
mi mayor ambición, a esa edad, era tener un par de zapatos, porque andaba descalzo. ¡Zapatos! ¡Zapatos! ¡Zapatos! Esa era mi meta.

La pinche vida, como te decía, era muy perra aún. Mis únicos amigos fueron "El Sol" y "El Fonda", taxistas a quienes regalé un taxi, a cada uno, cuando me fui para España y el regalo, te advierto, se los hice porque ellos creyeron en mí cuando yo más lo necesitaba. Con ellos entraba yo al cine ¡y nunca pagamos la entrada! Teníamos hambre. El hambre no nos dejaba y por eso nos íbamos al mercado a robar pan, pan duro, pan del desperdicio que apilaban para venderlo a 5 centavos pero te juro que nunca robé por maldad. Era por hambre...

Mi papá- se llamaba José y mi mamá Felisa; nunca me regalaron nada más que su cariño. No recuerdo haber recibido otra cosa, pero no me olvido de algo y esto es la ternura de mi madre, su temor de que yo fuera torero y los primeros capotes de brega que me hizo con telas viejas, con costales de azúcar o de harina que luego pintaba con los colores usuales: rojo y amarillo. La muleta roja, hecha de esos materiales, también me la cosió a mano mi "Jefa". ¿Espada de muerte? ¡Nunca la tuve! Sólo un fundón de espada que mandé a forjar en España, allá por 1935, y te confieso una cosa: es lo único que quiero conservar de veras...

Las madres quisieran cubrirlo a uno pa'que nada malo le ocurra. La mía era así y cada vez que yo toreaba se iba pa'la Villa donde pedía por mi vida. Ser madre de un torero, dice la maldición gitana, es la peor de las desgracias y mi madrecita casi no podía con ella. Mientras estuve aquí, en México, y me veía regresar entero, descansaba. Pero cuando estuve en España los espiritistas se aprovecharon de ella, la hicieron abandonar la religión, y le sacaban el dinero.


[…] Mira, para ser torero lo que más influyó en mí fue la miseria. Fue así como empecé a proyectarme como novillero y los principios, como ya te imaginarás, fueron muy duros. [
…] Sucedió entonces, que como yo no comía bien no me sentía bien y por eso les dije: "Señores, no puedo debutar porque estoy muy débil. Pero el año que entra sí, así es que si ustedes quieren nomás me hablan y me entreno pa'debutar aquí en "El Toreo". Y así fue. Mejor alimentado y ya preparado para debutar me anunciaron el 2 de abril de 1932, precisamente en "El Toreo" y me presenté el 3 de abril al lado de "El Ahijado del Matadero", Arturo Alvarez "Vizcaíno" para lidiar, primero, 18 novilladas seguidas y luego otra tanda de 10. Después, ya no quise seguir toreando porque no ganaba nada. Fíjate, nomás me pagaban 50 pesos por novillada y de allí tenía que alquilar el temo con "Frascuelillo", un señor que tenía una tienda de ropa donde uno alquilaba por 7 pesos desde monteras hasta zapatillas, capotes, muletas, espadas, terno, etc. […] Pero el toro es cabrón, hermano, se te mete muy duro en la sangre, lo sientes y yo sólo tenía 17 años...

lunes, 6 de enero de 2014

Seis de enero

 

Más que mi mayos -mes de la pureza-
recuerdo unos diciembres muy lejanos,
y aquellas cartas a unos soberanos
que echaba en el buzón de la tristeza.

Pedía para mí una fortaleza
que nunca tuve. Dios, según sus planos,
sabría construirme con sus manos.
Pero me fui rompiendo pieza a pieza.

Yo quería un juguete duradero
con desesperación. Ya nada espero
de la felicidad que perseguía.

Pero mi corazón, pueril a ratos,
pone sus cansadísimos zapatos
por si los Reyes Magos, todavía...
 
(JAVIER DE BENGOECHEA)
 

Belén napolitano que se exhibe en La Estrella (Triana)

 

viernes, 3 de enero de 2014

Playmobil Torero

Jueguen mucho en este año 2014. Pero no con videojuegos ni consolas Wii, sino con cosas de toda la vida, como los clicks de Playmobil. Javier Aparicio ha tenido la brillante idea de construir un "Playmobil Torero", que vende a través de Internet o previo encargo de los Reyes Magos. Tiene  caballos de picar y mulillas de arrastre para los aficionados trogloditas. Y a Morante con su puro para los de clavel.

De izquierda a derecha, Padilla, Ferrera
y Morante fumándose un puro en el estribo
 
Ferrera Playmobil al violín
 
Mano a mano capotero entre Padilla y Morante
 
¿Caballo de Alain Bonijol?
 
Saludo a la afición Playmobil
 
Tarde de claveleo
 
¿Cómo será el Patio de Arrastre Playmobil?

jueves, 2 de enero de 2014

Thanks to polvorones


Esta Navidad, The New York Times deja a un lado los cupcakes y se rinde ante los dulces de Estepa. Recientemente, el periódico estadounidense ha dedicado un reportaje a la fábrica La Colchona, la más veterana de la localidad sevillana. Durante cinco generaciones y 160 años, los descendientes de Micaela Ruiz Téllez, mujer del cosario de Estepa, han continuado horneando mantecados de canela, polvorones de almendra, roscos de vino, alfajores, hojaldradas y mazapanes.
 
 
Con una redacción delirante, digna de Bienvenido Mr. Marshall, el New York Times explica cómo unos mantecados pueden sacar de la crisis a todo un pueblo:
 
"Such sweets, which come in different shapes and flavors, from cinnamon cookies to sugarcoated almond paste, are known as polvorones in most of Spain but called mantecados in Estepa and the rest of the southern region of Andalusia. The industry, although only seasonal, has been a lifeline during the economic malaise that has swept Spain. In a farming region filled with olive groves, Estepa’s confectionery sector employs more than 2,000 people in the months before Christmas and indirectly provides an additional 2,500 people with supply and distribution jobs".
 
 

lunes, 30 de diciembre de 2013

La carreta fantasma llega por Nochevieja


Al cumplir cuatro años, me hice socia por primera vez de un videoclub. Emilio, el dueño, tenía una nutrida colección de películas de dibujos animados y todas estaban a mi disposición. La única condición consistía en rebobinar la cinta antes de devolverla. Con la aparición del DVD, Emilio cerró su negocio, desencadenando en mi persona un pequeño drama existencial. Afortunadamente, no transcurrió demasiado tiempo hasta que Mario abrió el videoclub Acción, en la calle Agentes Comerciales. Me enorgullece afirmar, sin el menor género de dudas, que Algeciras posee el mejor videoclub de España. La colección es tan amplia que las películas, guardadas de canto, no caben en las estanterías. Hay de todos los géneros: comedia, drama, romance, suspense, musical, histórico, acción, fantástico, erótico, cine español, cine internacional, novedades y clásico.
 

El 25 de diciembre por la noche, después de la ciclogénesis que se llevó por delante techos y cornisas, en una Algeciras desierta, el videoclub Acción permanecía abierto. Era la única luz encendida en la calle Agentes Comerciales, y dentro, como de costumbre, estaba Mario, buscando un hueco para la última remesa de películas. Había una novedad que no pasaba desapercibida en la estantería de Cine Clásico: "La carreta fantasma" (1921) del genial director sueco Víctor Sjöström, autor también de esa pequeña joya del mudo titulada "El viento" (1928). Por 1´80€, "La carreta fantasma", basado en un libro de Selma Lagerlöf, recaló en casa.
 
 
Según una leyenda nórdica, si un gran pecador es la última persona que muere al finalizar el año, sufre la condena de conducir la temible Carreta Fantasma, encargada de recoger las almas de los fallecidos, hasta las campanadas de la siguiente Nochevieja. Para narrar esta sombría historia, repleta de hallazgos cinematográficos, Sjöström, con su virtuosismo habitual, inventó las sobreimpresiones y perfeccionó el flashback, recursos prácticamente inéditos en 1921, año en el que Chaplin rodó "El Chico" y, en España, José Buchs hizo lo propio con "La verbena de la paloma".
 

 
Sean prudentes, pues, esta Nochevieja, pequen lo justo, visiten un buen videoclub si tienen oportunidad, y péguenle un recorte a la carreta fantasma.